Cine

Rocío Mesa vuelve a las raíces

  • La directora andaluza estrena este viernes ‘Secaderos’, una emocionante fábula ambientada en los últimos cultivos de tabaco de la Vega de Granada

La directora Rocío Mesa.

La directora Rocío Mesa.

A la cineasta Rocío Mesa (Granada, 1983) le emociona que el cine conserve con vida, en sus fotogramas, todo aquello condenado a desaparecer en la realidad. Secaderos, el largometraje que presentó en el pasado Festival de San Sebastián y que llega este viernes a las salas, recrea los "últimos resquicios" que quedan del cultivo de tabaco en la Vega de Granada y las edificaciones donde se guardan las cosechas. "Son unas construcciones agrarias muy singulares", dice Mesa sobre los secaderos que dan título a la película. "En otros terrenos, si cambias lo que siembras, no hay rastro de las variedades que se han trabajado en el pasado, pero aquí perduraban esas estructuras como unos fantasmas arquitectónicos".

La directora del documental Orensanz alterna en su nuevo proyecto una sensibilidad amiga de la fantasía y la magia y una preocupación política por el destino de los desheredados. "Cuando yo era pequeña veía esas construcciones como guaridas de monstruos, como las cabañas de los tres cerditos", recuerda Mesa, cuya perspectiva fue cambiando con los años. "Las veces que he vuelto de mayor a la Vega he comprendido que aquello era el vestigio de una herida, de una crisis económica", apunta sobre el cierre de Cetarsa, la fábrica de trabajo en 2001, que obligó a reinventarse o a buscar nuevos destinos a una población que trabajaba en estas plantaciones. "Por eso hay esta dualidad en esta película, en la que combino el realismo social de mi visión adulta con una mirada más psicodélica y más libre de mi niñez. Son dos sentimientos vinculados a ese paisaje".

En ese escenario, Mesa retrata a "una estirpe de voces femeninas, que por lo normal están invisibilizadas, porque no solemos encontrarnos con muchas historias de la mujer en el campo. Mujeres que encarnan esta dicotomía eterna que tenemos con los espacios rurales, que pueden ser lugares bellísimos, paradisíacos, pero también lleno de peligros y problemas", analiza la realizadora, galardonada con el Premio Dunia Ayaso en San Sebastián. No es difícil adivinar que en la propia Mesa conviven el deslumbramiento por el entorno que tiene la niña protagonista (Vera Centenera) y el hastío de la joven Nieves (Ada Mar Lupiáñez) que empieza a asfixiarse ante el destino que asoma en el horizonte. "Aunque no sea una película autobiográfica, me ha resultado muy fácil escribirla porque siento mucha empatía por los personajes. Yo he sido esa niña entusiasmada al andar por el campo asilvestrada y libre, pero también he sido esa adolescente a la que al llegar a cierta edad sentía que el pueblo se me quedaba pequeño, que necesitaba hacer cosas nuevas", reconoce.

Un fotograma de la película. Un fotograma de la película.

Un fotograma de la película. / D. S.

Mesa se emociona al hablar del acento granadino de sus intérpretes. "Que programen tu película en San Sebastián y que los personajes hablen ceceando como en la Vega, y que esos personajes no estén planteados en un registro cómico... eso es algo que aún me hace feliz". También le enorgullece que esa obra tan pegada a las raíces se entienda y obtenga una cálida acogida en otros festivales, como el South By Southwest de Austin. "Cuando hemos movido la película por otros países hemos ganado varios premios del público. A pesar de que es una historia muy andaluza, hubo gente que salió de la proyección de Austin diciendo que lo que contábamos era la historia de su vida. Si has crecido en una zona rural, al final, tienes vivencias muy parecidas".

Uno de los elementos que distingue a Secaderos es su apertura a lo fantástico y la presencia de un monstruo cuyo diseño ha contado con el oficio de David Martí y Montse Ribé, implicados en otros proyectos como El laberinto del fauno o Un monstruo viene a verme. "Tuve la enorme suerte, un regalo que me ha dado la vida, que Montse y David se enamoraran de este proyecto pequeño y quisieran participar. Sólo en el cuerpo, ese monstruo tiene 1.219 hojas, pintadas una a una, y en la cabeza unas 500", precisa la directora, que siempre pensó en una criatura "que se alejara de como se ven los monstruos en el fantástico, que fuera algo tierno y dulce", añade sobre una figura que suscita muchas lecturas. "Los espectadores ven a la criatura de muy distintos modos. Puede ser la fuerza colectiva de un movimiento obrero y agrario, un espejo del alma de los personajes, un espíritu de la naturaleza en pena por la expansión inmobiliaria", enumera Mesa.

“Hablo de una estirpe de voces femeninas, No se ven historias de mujeres rurales”

La autora define como "feminista" un filme –producción de la sevillana La Claqueta PC– que explora la falta de oportunidades que sufren las mujeres del campo. "En este sentido, el casting que hicimos con Jennifer [Ibáñez, la madre en la ficción de Nieves] fue precioso. Su vida es muy similar a la del personaje que interpreta y tal vez eso hace que como actriz esté espectacular. Ella lleva desde niña cultivando tabaco y en el set de rodaje le indicaba a la joven cómo colgar las plantas, cómo había que agarrarlas y lanzarlas. Como directora, fue un lujo observar ese trasvase de conocimiento de la una a la otra, que ocurría en la película pero también en la vida real".

Mesa, que reside en Los Ángeles, desarrolla una intensa labor de divulgación del cine español en esa ciudad gracias a proyectos como La Ola. "Ser cineasta, para mí, no sólo implica dirigir películas y escribir guiones, sino también producir a otros, programar, cuidar de la comunidad, abrir espacios para que otras películas puedan verse", reivindica. "Yo estoy muy orgullosa de pertenecer a un cine español como el de ahora, tan diverso y tan estimulante".

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