El colibrí | Crítica

Melodrama resiliente

Bérenice Bejo y Pierfrancesco Favino, en 'El colibrí'.

Bérenice Bejo y Pierfrancesco Favino, en 'El colibrí'. / D. S.

Un premio Bergamo, un premio Campiello, un premio Viareggio, un premio Fregene, dos premios Strega -el más prestigioso de Italia, que él, junto a Paolo Volponi, es el único escritor que ha ganado dos veces-, muchos miles de ejemplares vendidos y traducciones a 25 idiomas (en España lo edita Anagrama) han convertido en un fenómeno literario a Sandro Veronesi, hermano del actor, guionista y director Giovanni Veronesi, autor del inmenso éxito de Manuale d’ amore y sus secuelas. Otra cosa son sus calidades literarias, que desconozco porque no lo he leído, pero sobre las que guardo cierta reserva a la vista, en lo que personajes y planteamiento argumental se refiere, de esta película que adapta su novela del mismo título por la que obtuvo su segundo premio Strega en 2020.

Es un melodrama extremo plagado de desgracias, sufrimientos, soledades, pérdidas y enfermedades. Pero trufado, o no sería un bestseller, con un optimismo de autoayuda que, como clave de superación de tanta desdicha en estos tiempos de exaltación de la resiliencia, seguro que es la razón del éxito internacional de la novela y del éxito italiano de la película. Los manuales de reparaciones de averías emocionales -léase resiliencia- son éxito seguro en estos tiempos. Y la vida del doctor Marco Carrera (un buen Pierfrancisco Savino, el estupendo pentito Buscetta en El traidor de Bellocchio) es un catálogo de desgracias de todo tipo a las que se sobrepone sin dejarse abatir por ellas. De niño su madre le apodó el colibrí por su frágil pequeñez que requirió tratamiento hormonal. De adulto es un colibrí emocional que utiliza las capacidades de este minúsculo pájaro para mantenerse inmóvil en el aire y volar hacia atrás. Él vuela al recuerdo y la continua presencia platónico-epistolar del gran amor de su vida (la película abunda en flash-backs que crean cierta confusión) y practica un peculiar inmovilismo como resistencia frente a los golpes de la vida.

La dirige con eficaz blandura resiliente -ha sido un éxito en Italia- y sin mucho acierto en la sinceridad emocional y aún menos en el manejo de los tiempos narrativos la experta en comedias familiares Francesca Archibugi, autora del remake italiano de Le prenom, allí llamada Il nome del figlio y aquí con un cierto aire a lo Chiquito El nombre del bambino, y las comedias más o menos dramáticas Gli sdraiati o Vivere. Gustará a quienes gusten de superficialidades disfrazadas de calité y profundidad.

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