La noche de 12 años | crítica

Quebrar al hombre

Esta no es una película de presidio cualquiera. Uno de sus tres personajes protagonistas, José Mujica, es hoy una de las personalidades políticas más respetadas y admiradas por la izquierda internacional, un referente moral capaz de dirigir las riendas de Uruguay (2010-2015) echando un pulso social a las dinámicas neoliberales del capitalismo y dando ejemplo con su propia actitud ética y estética, renunciando a los oropeles del poder y viviendo con la misma modestia de sus días previos al mandato.

Todo apunta a que esa singular personalidad política y humana de Mujica se forjó en los largos años de cautiverio (1973-1985) durante la dictadura militar uruguaya, después de ser perseguido y capturado como miembro activo del grupo guerrillero MLN-Tupamaros, y de ese periodo de aislamiento, torturas y vejaciones compartido con Mauricio Rosencof (Chino Darín) y Eleuterio Fernández Huidobro (Alfonso Tort) se encarga precisamente esta cinta algo suicida que busca un equilibrio entre la representación cruda del tiempo de confinamiento, soledad, degradación y resistencia y las escapadas que aireen el relato a través de flashbacks.     

En esa doble dimensión se mueve la película de Álvaro Brechner (Mal día para pescar, Mr. Kaplan), y no siempre con mesura a la hora de conciliar una puesta en escena coherente: si los largos tramos de celda en celda están salpicados, especialmente en el caso de Mujica (Antonio De la Torre) de enfáticas visiones interiores, pesadillas, obsesiones o alucinaciones y se ven amenazados por la siempre peligrosa caracterización de postizos y maquillaje, las salidas al exterior tampoco destacan precisamente por el sentido de la contención, llegando incluso a abusar la espectacularización de la violencia o, como ocurre en algunos pasajes, cayendo en complacencia del montaje con canción.

Se hace más difícil así acercarse realmente a la buscada experiencia sensorial del tiempo, el aislamiento, el encierro, el deterioro, la desolación o la esperanza, una experiencia física que tiende a diluirse aquí en la obligación por el relato y la psicología.