Tequila: sexo, drogas y rock'n'roll | Crítica

El fulgor y la resaca

Una imagen de la mítica banda hispano-argentina Tequila en los primeros 80.

Una imagen de la mítica banda hispano-argentina Tequila en los primeros 80.

El viejo lema del sexo, drogas y rock’n’roll parece hecho a la medida de bandas como Tequila, cuyo fulgor duró apenas cinco años, suficientes para convertirlos en un auténtico fenómeno de ventas y fans, el grupo de rock más popular en aquella España en plena Transición que aún no había encontrado el camino promocional de la Movida.

Dos amigos argentinos huidos de la dictadura militar, Alejo Stivel y Ariel Rot, llegan a un Madrid en pleno duelo postfranquista para juntarse con tres rockeros españoles y formar una banda que, con un oído en los Rolling y otro en la new wave aún por eclosionar, iban a dejar, ya desde su primer disco (Matrícula de honor, 1978), un reguero de temazos y singles de pegada inmediata (del Rock’n’roll en la plaza del pueblo a Salta) que los iban a catapultar, con apenas veinte años, a un éxito masivo sin precedentes. Un lustro de gloria, celos y rencillas, adicciones, inconsciencia, promoción salvaje, abusos contractuales y centenares de bolos y show televisivos que replicaban el rock’n’roll way of life en la piel de unos chavales con tanto talento y energía como incapacidad para gestionar con madurez lo que tenían encima.

De todo esto da cuenta este ortodoxo documental de testimonios y archivo televisivo y fotográfico que intenta sortear la peligrosa nostalgia con brotes de sinceridad sobre todo aquello que se hizo mal y minó a la banda de oro desde dentro, una nostalgia que asoma tal vez en el recuerdo de los que se quedaron por el camino (el batería Manolo Iglesias y el guitarrista Julián Infante) y en ese concierto-colofón donde Stivel y Rot rememoran y domestican los viejos éxitos acompañados de sus herederos oficiales.

Tal vez porque musicalmente no hay más cera que la que arde, a saber, esa única canción fragmentada en singles de éxito como señala Benjamín Prado, este documental se centra más en las personalidades, los personajes y las anécdotas. Se agradece en todo caso que no caiga en la tentación de la magnificación hagiográfica y que no rehúya del lado oscuro y destructivo que acompañó al éxito. Ayuda bastante al tono que Rot, Stivel y Lipe, los tres supervivientes y protagonistas principales del relato junto a Cecilia Roth, estén dispuestos a hablar de todo sin pelos en la lengua y con una aparente honestidad a prueba de sentimentalismo y mitomanía.