Surge | Estreno en Filmin

El ruido del malestar

Ben Whishaw, una mente en ebullición, un cuerpo en convulsión.

Ben Whishaw, una mente en ebullición, un cuerpo en convulsión.

Supongo que hay dos maneras de ver este trepidante debut del británico Aneil Karia. En un plano estrictamente narrativo, la película condensa en apenas dos o tres jornadas la caída libre de un probable enfermo mental en pleno brote psicótico por las atestadas calles de Londres, un tipo al que Ben Whishaw presta toda la intensidad física y el rostro desencajado de quien está en pleno trance de enajenación solipsista en un entorno convertido en campo de batalla. La cámara lo sigue de manera frenética, pegada a su nuca, temblorosa y agitada en un intento de traducir visualmente la convulsión interna y el vaivén emocional del personaje, como también lo hace la banda sonora, modulada como un verdadero muro que se levanta a su alrededor entre efectos de volumen y músicas electrónicas.

La visita a los padres, igualmente fría y desabrida, apunta las posibles raíces del trastorno y la personalidad quebrada, aunque la película se guarda siempre de dar explicaciones y prefiere lanzarse al seguimiento de las acciones encadenadas con ejemplar sentido del ritmo y la incertidumbre. Encuentro a encuentro, gesto a gesto, atraco a atraco, espacio a espacio, Surge apuesta por un cine netamente físico como ejercicio para la traducción del laberinto psíquico.

Pero también hay otra posible manera de verla que apunta más allá de la psicología o la enfermedad, y es la que tiene que ver con ese malestar contemporáneo y urbano que fabrica tipos como nuestro personaje, un malestar cultural del que no hay salida ni escapatoria más allá de la cámara transparente y corporativa donde queda finalmente atrapado a la vista de los transeúntes.