Operación Camarón | Crítica

Simpatía por el 'cani'

Una imagen de 'Operación Camarón'.

Una imagen de 'Operación Camarón'.

La comedia española de despacho televisivo y vocación taquillera sigue fusilando fórmulas y éxitos ajenos para remezclarlos con ese costumbrismo de tópicos culturales y estereotipos locales pasados por el casting popular variopinto, la parodia del cine de género y un concepto de la profesionalidad en modo piloto automático.

Es el caso de esta descongelada Operación Camarón que, como aquella Lo dejo cuando pueda, también adapta un filme italiano (Song 'e Napule, de los hermanos Manetti) para traerse a la estigmatizada costa gaditana (recortada de aquí y de allá, a la medida del diseño de producción) y su ambiente más populachero una trama de lucha contra el narco local en la que la caricatura del cuerpo policial y la del mundo cani y trapero se miran en un espejo deformante y en los cuerpos de los sospechosos habituales (López, Ibarguren, De Molina, Dechent, Tous…) y algunos rostros locales para una farsa que, contra todo pronóstico, tiene menos gracia de la que ella misma se cree.

Los de Mediaset siguen confundiendo los chistes, los acentos, el argot y las tendencias urbanas con lo que es la materia para un buen gag, y Carlos Theron, especialista en estas lides de encargo, parece querer hacer antes una película de acción que una comedia, mal endémico de este nuevo cine patrio para las masas que, con Santiago Segura a la cabeza, viene castigando nuestras miradas y alimentando la nostalgia de los tiempos del regateo a la censura desde hace ya un par de décadas largas.