My beautiful Baghdad | Crítica

Malos tiempos para la lírica

Ambientada en Londres, My beautiful Baghdad nos habla empero de un Iraq grabado en la nostalgia, los recuerdos, conversaciones y rituales de un puñado de inmigrantes y exiliados políticos que se reúnen en un café que han convertido en su pequeño refugio en tierra extraña.

El drama se instala pronto en este filme de Samir que intenta abarcar numerosos temas, de la radicalización islamista a la persecución de la homosexualidad, del lugar de la mujer en la cultura musulmana a las heridas aún abiertas del pasado reciente en el que los servicios secretos de Sadam Husseim perseguían cualquier atisbo de disidencia antes de adaptarse sin problemas al nuevo régimen.

Y en su centro, un viejo militante y poeta comunista se erige en el faro moral y figura sacrificial de este relato de bifurcaciones múltiples que tiene muchas más virtudes en su fondo decididamente político y crítico contra la intolerancia que en sus discretas formas, que coquetean demasiado con las del telefilme-culebrón y están llevadas de manera poco fluida por la pesquisa policial que pone en marcha la narración.

Filme por tanto más esforzado en sus intenciones que en sus logros, My beautiful Baghdad interesará a los curiosos por la historia reciente en Oriente Medio, por la diáspora iraquí y kurda, por los prejuicios y conflictos de convivencia intercultural en el primer mundo, por los tabúes reaccionarios del Islam en sus lecturas más extremas o por los mecanismos de construcción del odio y la violencia en tiempos de fácil polarización.