La inspiración. El gran Pirandello | Crítica

Autor en busca de personajes

Salvatore Ficarra, Toni Servillo y Valentino Picone en una imagen del filme.

Salvatore Ficarra, Toni Servillo y Valentino Picone en una imagen del filme.

En un mismo año, dos cintas italianas sobre el laureado dramaturgo Luigi Pirandello (1867-1936). En Leonora addio, de Paolo Taviani, el traslado de sus restos desde Roma a su Sicilia natal es el pretexto para un particular viaje personal por la memoria del siglo XX. En esta La inspiración de Roberto Andò (Viva la libertad, Las confesiones), encontramos al escritor encarnado por el gran Toni Servillo en plena crisis creativa previa a la escritura de la que sería su obra más emblemática, aquella Seis personajes en busca de autor (1921) que le reportaría la fama mundial y el Nobel de Literatura en 1934.

Un proceso de creación que nos traslada a Catania y a su teatro popular y amateur como fuente de inspiración para un Pirandello en visita de paso. Allí, entre ensoñaciones y encuentros accidentados, los miembros de esa compañía, especialmente los dos sepultureros pícaros que encarnan unos extraordinarios Ficarra y Picone, auténticos baluartes un filme donde brillan los actores, le revelarán la verdadera esencia popular, histriónica y autoconsciente sobre la que cimentar esa obra llamada a fundar el teatro moderno y escandalizar a los públicos más conservadores.

La inspiración se despliega así generosa, sobre todo en su primera e hilarante mitad, entre el mundo y las bambalinas del teatro diletante, entregada a sus intérpretes, a la palabra, el habla, el dialecto y el acento, a las entradas y salidas de la realidad a la ficción como festivo homenaje al arte de la escena, especialmente a esos actores no profesionales que forjaron con su entusiasmo, su libertad y sus rostros y cuerpos singulares la gran esencia de un modelo italianizante y carnavalesco que poco después se vería prolongado en la gran comedia cinematográfica, de De Sica a Monicelli, de Comencini a Risi, de Sordi a Totó, y de la que los Servillo, Ficarra o Picone son hoy sus grandes herederos.