El pasado día 13 de febrero cumplía 90 años Kim Novak, nacida en Chicago como Marylin Pauline Novak en el seno de una familia de clase media de origen checo. Unos 90 años que aún retienen, entre los retoques de rigor, la belleza y el carisma de quien fuera la gran estrella femenina del Hollywood de los cincuenta, compitiendo (por lo visto a su pesar) desde la Columbia del temible Harry Cohn con Marylin Monroe por el podio de las mujeres más deseadas del celuloide y por extensión del planeta.

Para celebrarlo, este documental para Canal Arte ahora en Movistar+ incide en esa doble faceta de una mujer convertida en icono (sexual) al tiempo en que se rebelaba contra los designios de una industria donde las jóvenes aspirantes acababan en manos de los ejecutivos y los departamentos de marketing que configuraban su imagen a la medida de las necesidades del estudio. También contra otras convenciones sociales como su relación interracial con Sammy Davis Jr. o insistiendo en esa temprana faceta pictórica que acabaría siendo la verdadera vocación de la actriz una vez fue abandonando paulatinamente la profesión tras encadenar títulos míticos como Pal Joey, El hombre del brazo de oro, Picnic, Marnie, Me enamoré de una bruja o Bésame, tonto.

Se nota en todo caso que este documental busca a toda costa emparentar la figura y la trayectoria de Novak, que batalló por su salario y su libertad de elección dentro del sistema, con la era del #metoo y sus reivindicaciones, leyendo insistentemente incluso la película más emblemática de su carrera, que obviamente no es otra que Vertigo, en las claves de esa reconstrucción de la imagen (idealizada) femenina desde la mirada del hombre (Stewart y Hitchcock).

También conoceremos aquí la anécdota trágica de su chalet angelino hundido por un corrimiento de tierra, la dudosa calidad de sus cuadros o sus problemas mentales, aunque lo que queda fundamentalmente fue su contribución a la paulatina emancipación de las estrellas femeninas en la edad dorada de Hollywood y, sobre todo, su fascinante presencia en un puñado de títulos icónicos, incluido el mejor filme de todos los tiempos.