Presentada en el concurso oficial de Cannes de 2022, La familia de Leila confirma a Saeed Roostaee (La ley de Teherán) como nuevo valor internacional de ese cine iraní que está más cerca de Farhadi que de Kiarostami o Panahi, a saber, un cine que se reviste desde la escritura de las formas ortodoxas del drama y el género para narrar con voluntad crítica ese presente de un país donde los límites de la libertad y la censura están siempre bajo control de la política, la ley o la religión y donde el peso del patriarcado se deja sentir tanto en la esfera pública como en la privada.
Esto último adquiere peso específico y densidad melodramática casi folletinesca en un filme de casi tres horas que aborda la caída en desgracia de una familia con cuatro hijos varones y una única hija empujada por la crisis económica, el desempleo y su propia dinámica interna a vivir en la casa paterna con los únicos ingresos de esta última y el proyecto de invertir en un negocio que los saque de la miseria. Entre tanto, el padre se ha dejado embaucar por un pariente que lo ha nombrado patriarca del clan y padrino de boda de su hijo no sin otro fin que pedirle que corra con los gastos y el costoso regalo principal.
La familia de Leila se abre así con firmeza narrativa y tono siempre elevado a las circunstancias personales de cada hermano y a las dificultades y obstáculos para ese proyecto común, al tiempo en que muestra sin paños calientes la escalada de tensión y violencia en una familia que se debate entre el respeto a los viejos códigos del honor, que son también los de toda la sociedad, el desprecio a la actitud sensata y lúcida de la hermana, o la acuciante necesidad de prosperar y tener una vida más digna.
Entre la propulsión del relato y sus quiebros y salidas de tono, Roustaee inserta al menos un par de secuencias, de largo las mejores del filme, donde el hermano mayor (Navid Mohammadzadeh) y la hermana (Taraneh Alidoosti), los dos polos sobre los que pivota el conflicto moral de la historia, conversan calmadamente y en penumbra en la azotea de la casa para poner en orden los asuntos de un filme que nos habla de la fatídica unión entre pobreza y tradición, el rol marginal y sometido de la mujer en la sociedad iraní, la codicia, las consecuencias del aislamiento internacional y el amargo horizonte del exilio.