Novedad editorial

Los zarpazos andaluces del Lobo Hervías

  • El ex secretario de Organización de Ciudadanos ajusta cuentas con Marín y su equipo en un libro que repasa el auge y declive de la formación naranja

  • El perfil del autor

Francisco Hervías, autor del libro 'Ciudadanos,  la historia jamás contada'

Francisco Hervías, autor del libro 'Ciudadanos, la historia jamás contada' / M. G.

Hoy es un consultor fuera de la política. Francisco Hervías, alias El Lobo, fue un poderoso secretario de Organización de Ciudadanos en los mejores años del partido, siempre junto a Albert Rivera. Se marchó al PP años después en una maniobra tan criticada por los suyos como seguida posteriormente por decenas y decenas de compañeros naranjas. En el libro Ciudadanos, la historia jamás contada (Península) ofrece su versión de hechos trascedentes de la historia reciente de la política. El personaje que resulta más tocado en clñave andaluza es Juan Marín, que llegó a ser vicepresidente de la Junta de Andalucía en el denominado Gobierno del Cambio. En el libro, prologado por Juan Carlos Girauta, aparece de todo: la desconfianza inicial de Albert Rivera en las opciones de Marín como cabeza de cartel, pues de hecho fue el segundo plato; los enfrentamientos posteriores del sanluqueño con Luis Salvador, que era inicialmente el primer plato; el papel de Luis Garicano y Toni Roldán en la elección de los consejeros de Ciudadamos, la reacción de alegría de Marín la noche del batacazo final de Albert Rivera que provocó su dimisión, los ataques que Hervías asegura que han sufrido tanto él como su familia del propio Marín y su entorno, la posibilidad de que Javier Imbroda o Manuel Pimentel fueran los candidatos en las andaluzas de 2018... A continuación reproducimos algunos extractos.

¿Cómo fue Juan Marín elegido candidato a la Junta?

"Era el 25 de enero de 2015 y Susana Díaz comunicaba a IU, su socio de gobierno, que daba por roto el gobierno y convocaba elecciones para el 22 de marzo. Tocaba poner todo en marcha. Lo primero era tener candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía. Todos considerábamos que Luis Salvador era la persona indicada, era el que tenía más popularidad por su presencia en tertulias televisivas en medios nacionales y experiencia política por su etapa como senador del PSOE. Así también me lo trasladó Albert, «habla con Luis Salvador para que se presente a las primarias». Cogí el teléfono y lo llamé, «Luis, hemos estado pensando y creemos que debes ser el candidato de Ciudadanos y presentarte a las primarias», le dije. Asegurándole que tendría todo el apoyo del partido y que el propio Albert estaría con él toda la campaña, sorprendentemente, Luis dijo no. Consideraba que era difícil sacar representación y que se había comprometido públicamente a ser candidato por Granada en las elecciones municipales, donde podría conseguir un concejal. Lo cierto era que todos los sondeos de entonces indicaban que Ciudadanos no sacaría representación, pero es precisamente en esos momentos cuando se demuestra la lealtad a un proyecto. Con la negativa de Luis, tocó buscar rápidamente un Plan B. Seguidamente, llamo a Juan Marín y le comunico que debe ser él el candidato y presentarse a las primarias. «Debe ser Luis Salvador», me dijo. Le dije claramente que Luis lo había rechazado, que ya se había comprometido para ser candidato por Granada ciudad y que le tocaba a él. Le aseguré que tendría todo el apoyo posible y que algunos nos desplazaríamos a Andalucía para planificar toda la campaña. Aunque al principio dudó un poco con los mismos argumentos que Luis —tenía miedo a «quemarse» en esa campaña—, aceptó. Rápidamente, llamé a Albert y le detallé que Luis había dicho no, pero que entonces había hablado con Juan Marín y, tras comprometerme con él a que le ayudaríamos en todo lo que necesitara para la campaña, sí había aceptado. A Albert no le quedaba otra que admitirlo, puesto que tampoco teníamos tiempo para buscar más candidatos. Por aquellas fechas teníamos apenas 1.200 afiliados en Andalucía. Llegó el proceso de primarias y Juan Marín fue el único en conseguir los avales —presentó un total de 436— y fue proclamado candidato el 6 de febrero de 2015. A partir de ahí, con esa llamada que hice a Marín, comenzó su verdadera carrera política en Andalucía".

Juan Marín, Albert Rivera y Luis Salvador, en un acto en 2015 Juan Marín, Albert Rivera y Luis Salvador, en un acto en 2015

Juan Marín, Albert Rivera y Luis Salvador, en un acto en 2015 / M. G. (Granada)

Los primeros problemas entre Marín y Luis Salvador

"Las broncas entre Juan Marín y Luis Salvador. Planificamos un comité electoral con afiliados de Andalucía y con enlaces en las provincias. Luis fue nombrado miembro de ese comité para ayudar en la elaboración del programa electoral y aportar propuestas políticas. Sin embargo, al propio Luis no le gustó ese nombramiento al considerar que no tenía tiempo ni equipo para ello. Finalmente, el programa electoral lo coordinó la secretaría de acción política liderada por Antonio Espinosa. Ahí se creó un gran malestar por parte del equipo de Juan Marín hacia Luis Salvador, al que consideraban que estaba de brazos caídos durante todas esas semanas de preparación de la campaña. Pronto los sondeos comenzaron a dar que Ciudadanos podría sacar representación por Málaga y por Sevilla, y claramente indicaban una tendencia al alza. Justo al inicio de la campaña, Manolo Buzón me comunicó que Luis Salvador había pedido ir toda la campaña con Juan Marín en el mismo coche o en otro, para así irle preparando mensajes y propuestas durante sus discursos. Buzón fue claro y tajante: «No lo necesitamos, no nos ha ayudado antes en nada». Pensé, ingenuo de mí, que esas diferencias tendrían solución, pero nos encontrábamos ante dos personas, Juan y Luis, que venían con una trayectoria de unos cuantos años en política, ante dos políticos profesionales. La cuestión es que no había tiempo para distraerse con sus egos, lo importante era que el candidato estuviese tranquilo y con un equipo que le diese seguridad y confianza. Así que la gestión de las diferencias entre Juan y Luis las aplacé hasta después de las elecciones".

Albert Rivera y Juan Marín se abrazan en presencia de José Manuel Villegas y Francisco Hervías Albert Rivera y Juan Marín se abrazan en presencia de José Manuel Villegas y Francisco Hervías

Albert Rivera y Juan Marín se abrazan en presencia de José Manuel Villegas y Francisco Hervías / M. G. (Sevilla)

Aquella noche electoral

"Llegó el 22 de marzo, jornada electoral, los sondeos vaticinaban que Ciudadanos entraría en el Parlamento de Andalucía y nadie se quiso perder esa noche. Todo el que pudo de la dirección del partido, hubiese hecho algo o no durante esa campaña, se desplazó a Sevilla. Sería una noche de éxito y había que salir en la foto final. Finalmente, 370.000 andaluces dieron a Ciudadanos nueve diputados. Entramos en todas las provincias menos en Jaén. Manuel García Bofill, que siempre analizaba todo desde una perspectiva más transversal, desde lo político a lo orgánico, nos dijo a Villegas y a mí esa misma noche: «Suerte que han sido nueve, llegan a sacar más que en Cataluña y pronto tendríamos un problema interno», reflexionó.

Susana Díaz y Juan Marín Susana Díaz y Juan Marín

Susana Díaz y Juan Marín / M. G. (Sevilla)

¿Apoyar o no a Susana Díaz?

"¿Facilitábamos la investidura de Susana Díaz y así frenábamos la entrada del radicalismo de Podemos en el Gobierno de Andalucía o dejábamos que las políticas comunistas llegaran a la Junta? Fueron días de mucho debate y de muchas dudas. La presión de la militancia tampoco ayudaba. Pero había que actuar con responsabilidad y fidelidad a nuestros principios. C’s nació para hacer frente a los extremistas y a aquellos que buscaban dividir a la sociedad. Permitir la entrada de Podemos en un gobierno sería un retroceso en derechos y libertades para los andaluces, y en nuestras manos estaba evitarlo. Pasaron 81 días entre la celebración de las elecciones y el sí de los diputados de Ciudadanos a la investidura de Susana Díaz. Fueron unas negociaciones largas e intensas donde José Manuel Villegas se tuvo que armar de paciencia. Finalmente, el acuerdo fue claro y transparente. C’s no entraría en el gobierno, se quedaría en la oposición, pero controlando que los más de setenta puntos firmados con el PSOE —centrados en la lucha contra la corrupción, la regeneración democrática, la bajada de impuestos y el blindaje del estado del bienestar— se cumpliesen. Muchos afiliados no lo entendieron, por lo que decidí hacer una serie de asambleas abiertas a todos ellos por varios lugares de Andalucía para explicarles y defender la decisión que había tomado todo el Comité Ejecutivo del partido. La gran mayoría de los afiliados no solo lo comprendió, sino que acabó aplaudiendo la decisión. Al fin y al cabo, estábamos hablando de que se aplicaran las políticas de Ciudadanos o las de Podemos. Sensatez o caos. El resultado en Andalucía fue el mayor revulsivo para el partido. Fue un golpe en la mesa que abría una nueva era política en España. Al día siguiente de las elecciones se unieron mil personas al partido. En una semana, más de cinco mil nuevas afiliaciones en toda España. El inicio del cambio sensato en la política española había comenzado y tenía un nombre: Ciudadanos".

El autor del libro, Francisco Hervías El autor del libro, Francisco Hervías

El autor del libro, Francisco Hervías / Rafael García (Almería)

La dudas sobre Juan Marín como candidato en 2018

"Antes del verano, en esa búsqueda de candidatos alternativos, le llevé a Albert dos informes breves a una reunión que tuvimos en el Congreso. Le presenté así a dos posibles candidatos independientes para liderar la candidatura andaluza: por un lado, el ya fallecido Javier Imbroda y, por el otro, al ex ministro Manuel Pimentel. Finalmente, analizando los pros y los contras, consideramos que lo mejor sería mantener a Juan Marín, aunque los estudios internos indicaban una mala valoración entre nuestro potencial votante. Creíamos que era demasiado arriesgado poner al frente a un independiente en unas elecciones que iban fuera del régimen general y Luis Salvador, que se postulaba internamente como alternativa, no era mucho mejor que Juan. Para suplir esa debilidad que teníamos con Juan, decidimos buscar perfiles independientes que sumaran, pues la idea era hacer una campaña mostrando equipo donde Albert e Inés, acompañados de algunos de esos independientes y perfiles internos del partido, tuviesen mucho protagonismo. Con ello diluíamos las carencias de Juan. Introdujimos en las listas electorales hasta ocho independientes, de diferentes ámbitos y con una trayectoria profesional contrastada, entre los que destacaban Javier Imbroda, Mónica Moreno, Fran Carrillo y Rocío Ruiz, que lideraron las candidaturas de Málaga, Jaén, Córdoba y Huelva, respectivamente, así como Ana Llopis, Mari Carmen Martínez, María José Torres y Concha González. También fueron en puestos de salida los que ya habían sido diputados autonómicos en esa legislatura e incorporamos buenos perfiles internos de afiliados como María del Mar Sánchez y Raúl Fernández en Granada, Andrés Samper en Almería o Pablo Cambronero en Sevilla. Nuevamente, estuve en la dirección de campaña como coordinador y llevando toda la estrategia territorial. Si en 2015 pasamos de cero a nueve, ahora pasamos de nueve a veintiuno, consiguiendo que Andalucía tuviese, tras treinta y siete años de socialismo, el gobierno del cambio, y la entrada por primera vez de Ciudadanos en un gobierno autonómico. Fueron Luis Garicano y Toni Roldán, principalmente, los que se encargaron de confeccionar el Gobierno de Andalucía. A ellos les hice llegar el listado de personas que teníamos analizadas y que podían encajar —algunas de ellas entraron en cargos relevantes—. También les indiqué que había un compromiso como partido con dos ex diputados que no repitieron en las listas, injustamente, por las presiones de Luis Salvador y Juan Marín: por un lado, José Antonio Funes, de Granada —aún recuerdo la reunión que tuve con él en su despacho en el Parlamento de Andalucía a principios de julio de 2018—, y por el otro, Marta Escrivá, de Sevilla —que tuvo que aguantar auténticas injusticias por parte de Marín—. A ambos les aseguré que si entrábamos en el gobierno tendrían un lugar en él, y así fue. A día de hoy, algunos de esos perfiles que propuse siguen en puestos de responsabilidad en el gobierno de la Junta".

La dimisión de Albert Rivera en noviembre de 2019 La dimisión de Albert Rivera en noviembre de 2019

La dimisión de Albert Rivera en noviembre de 2019 / M. G. (Madrid)

La alegría de Marín con la dimisión de Albert Rivera

"Fue una noche dura. Con Virginia en Sevilla, que por temas de salud renunció a liderar la candidatura —de no haberlo hecho hubiese tenido un escaño en el Congreso, y es que de los diez diputados conseguidos uno fue por la capital hispalense—. Además, esa triste noche le tocó ver cómo algunos parecían no poder contener la felicidad, como Juan Marín, que llegó a encargar unas pizzas y pidió que pusieran el Betis por una de las televisiones, como si nada estuviese sucediendo. Ana, mi suegra, aún recuerda como Juan la miraba y sonreía alegremente tras ver el resultado que nos habían deparado las urnas".

Luis Salvador, Luis Garicano y Francisco Hervías. Luis Salvador, Luis Garicano y Francisco Hervías.

Luis Salvador, Luis Garicano y Francisco Hervías. / (Granada)

La purga del entorno de Hervías

Esos últimos meses de 2020 se abrió claramente una línea de ataque y derribo contra todo mi entorno. De todos los ex diputados, Virginia era la única que estaba pendiente de ser nombrada adjunta al Defensor del Pueblo Andaluz. Habían pasado los meses y todo seguía paralizado sin que se detallaran los motivos. Finalmente, desde el propio Palacio de San Telmo me confirmaron, con pelos y señales, que Juan Marín había pedido que se atrasara todo lo posible su nombramiento. A esas alturas ya no me sorprendía, y es que semanas antes había tenido lugar una purga masiva en Andalucía. De la noche a la mañana, se cesó a más de una decena de cargos sin ninguna justificación objetiva. El encargado de la operación fue Javier Loscertales, cargo de confianza de la dirección nacional y uno de los brazos ejecutores de Marín. El nexo de todos ellos era que tenían algún tipo de vinculación conmigo; eso sí, semanas antes de sus ceses les pidieron que hiciesen un informe exhaustivo sobre las actividades futuras que realizar, unas acciones que los nuevos cargos nombrados —algunos de ellos con escándalos judiciales incluidos— acabaron llevando a cabo durante los siguientes meses.[...] Contacté de nuevo con Cuadrado y con Espejo, trasladándoles la situación. Esta vez fui menos comprensivo. Me dieron su palabra de que lo solucionarían y que ellos no habían tenido nada que ver, que era cosa de Juan Marín que iba por libre. Les creí, pero la realidad es que fueron pasando los meses y no solo no solucionaron nada, sino que algunos —no satisfechos con los ceses— iniciaron una campaña de acoso en redes sociales, grupos de mensajería y medios de comunicación que continuaron contra Virginia hasta prácticamente el final del embarazo. Tan solo dos miembros de la dirección de Cs se interesaron en persona por la situación. Nunca pensé que mi partido se lavaría las manos ante actos de esta índole contra compañeros que lo habían dado todo por Ciudadanos, y que por el mero hecho de ser cercanos a mí irían a la calle de un día para otro y ante los ataques contra una mujer embarazada. Hoy me pregunto qué buscaban con ello. Lamentablemente, no era la primera vez que sufríamos este tipo de ataques. Uno de los más graves fue en 2017 cuando a Virginia le detectaron un problema en el corazón, que derivó después en el diagnóstico de un problema en la sangre y un tumor de parótida por el que tuvo que ser intervenida en una larga operación. Suerte que en Madrid teníamos a una buena amiga con un gran corazón, como era Verónica Priego, que no se separó ni un momento durante todas esas duras semanas de pruebas médicas. Gracias a ella, todo se hizo más ameno. Pero por desgracia, en Cs no todos eran como Verónica. La miseria humana en aquellos meses de 2017 llegó a niveles de indigencia moral. «A lo mejor se muere y corre la lista», comentaban algunos miembros del partido en Andalucía, y así me lo confirmó una de las personas cercanas a Juan Marín semanas después en la sede de Sevilla que, intentándolo justificar, me dijo que eso no había sido exactamente así, que se había sacado de contexto. Fuera como fuere, el mero hecho de pensar en ello demostraba hasta dónde eran capaces de llegar algunos por intentar tener un sillón. A día de hoy, aún guardo mensajes como el que me enviaron cuando salió a la luz que Virginia renunciaba a presentarse a las primarias por Sevilla por sus problemas de salud. «Oye, me he enterado de que la Virginia ya no está para saraos de primarias, tsss una lástima [...], en Sevilla tienen que estar sonando las campanas de la catedral... en señal de duelo», me escribió un miserable en tono irónico, a la vez que llenaba sus redes sociales de múltiples insultos durante esas semanas. Podía llegar a comprender que alguien, por ambición u obsesión por el poder, quisiese ser secretario de organización nacional o estuviese molesto conmigo; al fin y al cabo me tocaba ejecutar y trasladar decisiones que tomaba el partido y que no gustaban siempre a todos. Lo que no consigo comprender es cómo hay gente capaz de buscar hacer el mayor daño posible atacando a la familia; unos deseando la muerte de una compañera y otros haciendo el mayor daño posible en pleno embarazo de riesgo. Dolía ver que en Cs habían entrado personas con esa bajeza moral, y que la dirección de mi partido no solamente se ponía de perfil, sino que protegía con su inacción a esos mismos que originaban o ejecutaban esos ataques. Fue una gran decepción personal. Para ellos me había convertido en el cabeza de turco donde poder esconder su incapacidad. A pesar de ello, y de ser consciente de dónde venían todos esos ataques personales, tenía claro que el interés general del partido debía estar siempre por encima. La bajeza moral y humana de cuatro afiliados, amparados por algunos dirigentes, no podía poner en peligro todo el proyecto. Por eso, seguí apoyando y ayudando a Juan Marín y a su equipo. De cara a las elecciones autonómicas andaluzas de 2018, teniendo la mayoría de la militancia en su contra, me recorrí Andalucía cerrando el apoyo de numerosos cargos y afiliados para que le apoyaran en sus primarias, y, con la ayuda de Luis Díaz y José Manuel Villegas, convencimos a Luis Salvador para que no se presentara. Marín tuvo libertad para poder nombrar a quien considerara en puestos de responsabilidad o en listas electorales; las candidaturas para las elecciones autonómicas fueron consensuadas con él, sin excepción. Hasta cuando llegaban supuestas irregularidades internas —incluso algunas que podían ser consideradas muy graves—, buscaba solucionarlas para causar el menor daño posible a Juan y a su equipo y, por tanto, al partido. Y ahora, años después, aún sigo esperando que alguien me dé un solo motivo, un único ejemplo, que explique por qué Juan Marín destila —aún a día de hoy— ese odio, no solo en contra mía, sino en contra de mi familia".