La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los pies por lo alto en el AVE

Hay que exigir a Renfe que oferte un vagón que garantice compañeros de viaje con los zapatos puestos La ministra Montero dice la verdad

Los pies por lo alto en el AVE

Los pies por lo alto en el AVE / M. G.

Cualquier viaje en el AVE se convierte hoy en un verdadero ejercicio de convivencia. España tiene un grave problema de mala educación que se evidencia en muchos momentos, pero de forma rotunda en sitios como el tren, donde hay que soportar los hábitos nocivos e invasivos de terceros en un espacio reducido y durante horas. Demasiada gente, por ejemplo, le ha cogido el gusto a ir sin calzado. No se entiende. Luego se quejan de que los niños llegan a las casas de los amigos y ven absolutamente natural quitarse los zapatos y, hala, a jugar. No sabemos dónde está escrito que hay que soportar a un viajero sin zapatos y con las piernas estiradas en el asiento de enfrente. Ni a otro que accede al vagón con la mochila puesta y va pegando mochilazos a todo el que se ponga por delante.

Al prójimo que le den. Porque ni contemplamos la opción de bajar la carga y llevarla esos instantes con la mano para no molestar a los demás. La voces altas y los reproductores de música emitiendo al nivel del estruendo son ya anécdotas junto a la colección de pinreles desnudos. Un verdadero asco que hay que aguantar porque sí, porque a nadie se le ocurra llamar la atención a un maleducado. Consumimos grandes cantidades de ajo y agua. Si usted le pide a alguien que hable en voz baja y no se quite los zapatos en una estancia donde hay otras personas está ganando puntos para ser un elitista que rima con fascista. No digamos si en el coche bar le dice a los papás que no refrieguen al bebé, con el pañal al aire y los pies naturalmente desnudos, sobre la mesa donde instantes después se consumen alimentos. ¡Menuda exigencia de esmero!

Bienvenidos al vagón cafetería, donde sirven tila para los intolerantes que procuran no molestar a los demás. Hay que exigirle a Renfe un coche reservado para viajeros con zapatos puestos. ¿No hay coches de silencio, idóneos para la generación mute? Pues hay que ofertar un vagón donde el personal vaya sencillamente… vestido. No se pide mucho. Ni siquiera el trato de usted, que todos sabemos que es de extrema derecha. El último que de verdad empleó el usted en España fue Felipe. “Mire usted”. Pero se refería a Aznar, el que puso los pies encima de la mesa en la famosa foto del poder (efímero). No era en el AVE, pero estaba Bush. Con el presidente norteamericano se permiten todas las licencias. Como los niños al llegar a las casas ajenas. Así estamos más cómodos. Es la dictadura del confort. Media España calla ante la otra media que se descalza en el tren.

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