La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La ministra María Jesús Montero... dice la verdad

No critiquen a la ministra por señalar el salvavidas del orden social en los años que siguieron al fatídico 2008 de la gran crisis Los tontucios de Sevilla

María Jesús Montero.

María Jesús Montero. / M. G. (Sevilla)

El mundo gira tan deprisa que un día estamos firmándole la carta de despido al ministro Marlaska porque ha mentido (oh, pecado) a cuenta del muerto en el asalto a la valla de Melilla y al siguiente le ofrecemos a la ministra pesadilla, Irene Montero, un pañuelo de hilo (no merece menos Lady Igualdad), porque se ha reformado su chapucera ley de libertad sexual que, si no fuera por la gravedad de sus efectos, se prestaría a todas las chanzas, burlas y mofas. Gira y gira tanto el mundo que sólo merece la pena que se detenga cuando una ministra dice sencillamente... la verdad. Se han metido con nuestra dilecta María Jesús Montero porque en un mitin de fin de semana resaltó el valor de las pensiones a la hora de mantener las economías de hijos y nietas. La ministra dijo: “Los abuelos no quieren las pensiones para ellos, sino para ayudar a sus hijos y nietos. “Las pensiones son ayudas al pago de la luz del hijo que no puede pagar la luz. Las pensiones son una ayuda para ir al supermercado para comprarle las cinco cosas que no puede comprar tu hija o que considera un lujo. Las pensiones son la ayuda que le dan nuestros abuelos a nuestros jóvenes para que puedan el fin de semana salir o comprar las zapatillas de deporte”. ¿Acaso no ha dicho doña María Jesús una verdad como el tamaño de una catedral gótica? Recuerdo unas interesantísimas opiniones del ilustre economista José Manuel Cansino, catedrático universitario, en las que nos hacía ver la importancia de las pensiones y, ojo, hasta de la economía sumergida a la hora de mantener la paz social en este Sur de España que es Andalucía. ¿Cómo se mantiene el orden en provincias donde algunos meses hemos superado el 30% de paro si no es por las pagas de los abuelos, dicho sea con el máximo cariño y respeto? Y nosotros sumamos la economía sumergida a la reflexión de la ministra. No se escandalice nadie por lo que dijo doña María Jesús, porque proclamó... la verdad. Y no nos ofende. ¿Se imaginan ustedes que hubiera sido de nosotros sin las pensiones con ocasión de la crisis económica de 2008? Aquella que mandó a los arquitectos al taxi, que provocó que muchos periodistas no volvieran a conocer más plantilla que la de los zapatos y que mandó a tantos supuestos emprendedores a cambiar el Möet Chandon por el cartón de Tetrabrik. ¡Bienaventurados los pensionistas que mantuvieron tantas economías y garantizaron unos servicios mínimos reales! No, María Jesús Montero no dijo ninguna tontería. Dijo... la verdad. Sin necesidad de un manguito en el antebrazo que comprobara la veracidad de sus palabras. Si no nos gustó o fue materia de controversia política es distinto. Pero fue simple y llanamente la verdad.

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