Los archivos de fotos de los periódicos apenas si cuentan con imágenes suyas, pero el próximo domingo su vida habrá dado un vuelco. Sin darse cuenta comenzó a hacerlo en marzo pasado cuando José Manuel Mariscal, secretario general del PCA, le telefoneó para tantearle sobre la posibilidad de convertirse en el próximo coordinador de Izquierda Unida en Andalucía. En ese momento no ofreció respuesta, ni que sí ni que no, sino todo lo contrario, lo suficiente para que su nombre comenzara a circular entre la militancia. De aspecto pulcro y un rostro aniñado, la llegada de Antonio Maíllo (Lucena, 1966) al liderazgo de IU supondrá un giro en la imagen y formas de una formación política cuyos dirigentes a lo largo de las décadas se han curtido en primera línea de batalla: Julio Anguita, Luis Carlos Rejón, Antonio Romero y Diego Valderas le han precedido en sus funciones, cada uno de ellos con un carisma muy particular, trabajado tanto en la calle como en el seno de la organización. Pero el caso de Maíllo es distinto. De hecho -y aunque los tres primeros llegaron al puesto siendo más jóvenes que él- las responsabilidades orgánicas que ha desarrollado en IU siempre han sido de segundo nivel y su primer cargo público con mando en plaza es el que desempeña desde hace poco menos de un año como director general de Administración Local, del que dimitirá en breve al considerarlo incompatible.
Pero que nadie se engañe. Aquel líder estudiantil de Filología Clásica en la Hispalense ya prometía al final de los 80 cuando convocaba manifestaciones cortando la calle San Fernando o concentraciones en República Argentina ante la sede de la Consejería de Educación, departamento que le fichó la pasada legislatura como jefe de servicio del programa de bilingüismo. Tras licenciarse, logró plaza en un instituto de Sanlúcar de Barrameda y más tarde se trasladó a Aracena, como director del IES San Blas. En ambas localidades fue concejal en la oposición, pero nunca ha necesitado vivir de la política. Tampoco ha cambiado de coche en los últimos trece años: es fiel a un Ford Focus con más de 300.000 kilómetros. El suyo es un verdadero sorpasso trabajado con paciencia y sin ambición de gloria que le ha llevado a estar en el momento oportuno en el lugar idóneo. Que no haya estado en la bodega de la organización controlando el funcionamiento de la maquinaria no quiere decir que no la conozca o que no tenga una valoración sobre cada uno de sus miembros.
Por eso mismo y sabedor de que cualquier paso en falso puede hacer naufragar su candidatura no ha querido conceder ninguna entrevista previa a la XIX Asamblea andaluza. "Concha Caballero no fue coordinadora regional por unas declaraciones que hizo unos días antes", afirma alguien de su entorno cuyo consejo ha seguido Maíllo al pie de la letra. Nada de hacer campaña por la candidatura y sí diálogo con toda la militancia. Ni los más veteranos recuerdan un proceso tan sosegado como el llevado a cabo. El viernes pasado, durante su intervención en el Consejo Andaluz de IU, logró un aplauso unánime cuando en su intervención sobre el informe de gestión de la Ejecutiva saliente mostró por vez primera en público su disposición a coger el testigo de Valderas. En los últimos meses ha recorrido las ocho provincias andaluzas en compañía de Mariscal y José Antonio Castro -portavoz parlamentario de IU que se autodescartó por motivos personales como primera opción a ser coordinador- para dar a conocer en la organización un proyecto que descansa sobre conceptos como "compromiso, rigor, trabajo y humildad". Y también sobre la necesidad de reforzarse como "alternativa" al PSOE.
Una de sus ocupaciones principales será precisamente marcar las líneas diferenciadoras con sus socios de Gobierno. Las relaciones con los socialistas van por barrios, o por consejerías. Con la de Educación, por ejemplo, existe una excelente coordinación PSOE-IU que los afines a Maíllo atribuyen especialmente a la personalidad de la consejera, María de Mar Moreno. Pero otro cantar es Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, en manos de Luis Planas y del que depende la puesta en marcha del banco de tierras públicas, uno de los proyectos con los que IU quiere demostrar que es posible desarrollar un modelo agrícola viable en zonas castigadas por la crisis. Si se hace realidad, quizá ello sirva para que la dirección del CUT de Sánchez Gordillo y Cañamero muestre algo más de sintonía con los demás integrantes de IU, aunque es improbable que comulguen algún día con el acuerdo de coalición alcanzado con los socialistas.
En el plano organizativo cambiarán muchas caras con la incorporación de personas próximas generacionalmente al nuevo coordinador, quien ha pedido y tendrá manos libres para designar a su número dos, un secretario de Organización, y a su equipo más cercano. El resto será una suma de los equilibrios territoriales propios de cualquier partido y de la incorporación -factor clave para Maíllo- de mujeres a la primera fila. Que la elegida para presidir la Asamblea haya sido la consejera Elena Cortés no es un hecho casual.
Sobre el papel, el reparto de poderes con Valderas es aparentemente nítido porque éste seguirá coordinando en el día a día la acción de los consejeros, aunque será Maíllo quien mantenga la interlocución con Griñán. El tiempo marcará dónde empieza y termina el trabajo de cada uno, como también lo será la designación del próximo candidato a la Presidencia de la Junta. Tras doce años como coordinador andaluz y tres elecciones como cabeza de cartel, Valderas ha dejado dicho antes de irse que está dispuesto a repertir, pero el asunto no está en la agenda. Maíllo aparenta no tener prisas. Ya tiene planificado lo que hará el lunes 17, al día siguiente de su elección: viajar a Lucena a visitar a la familia y rendir homenaje a quien considera su maestro político, un viejo profesor de izquierdas que le puso en el camino.
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