La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La estrategia contra los impertinentes

Te llaman a las dos y media de la tarde para asuntos que pueden ser tratados a otra hora sin interrumpir el almuerzo Con los pies por lo alto en elAVE

Una conversación por teléfono móvil.

Una conversación por teléfono móvil.

Feijóo aludió a la “gente de bien” y se abrió el debate. ¡Cómo no! Algunos le han puesto especial interés en explicarnos el significado del concepto. Anda que si se llega a referir a los educados en una “casa de orden”... Son expresiones vintage. España hace tiempo que dejó de ser una casa de orden, aquellas a las que no se llamaba por teléfono a la hora de comer, ni de la siesta, ni después de las diez de la noche salvo por una verdadera emergencia. Un teléfono sonando a deshoras era el heraldo de una mala noticia. Hoy sufrimos un verdadero aluvión de llamadas y mensajes a cualquier hora del día.

Soportamos requerimientos de respuesta que son verdaderas impertinencias. Te llaman a las dos y media de la tarde con la mayor naturalidad y para verdaderas mamarrachadas. Conviene regular cuanto antes el derecho no ya a no responder –que se debe ejercer– sino a no ofrecer una explicación sobre la causa del silencio. Hay verdaderos especialistas en exigirte saber por qué no se les ha devuelto la llamada o por qué no se les ha respondido un mensaje. Malos tiempos para interpretar el silencio como una respuesta en sí misma. En las autoescuelas se enseñaba a anunciar las maniobras con el intermitente, pero te insistían en que su uso no daba preferencia para su ejecución. Había que guardar todas las cautelas aun con el intermitente activado. Enviar un mensaje o realizar una llamada no genera un derecho de respuesta. Ni responder a la llamada supone estar dispuesto a dedicar cinco o diez minutos al interlocutor.

Los impertinentes aplican la estrategia de dar por hecho que merecen nuestra atención, son invasivos, nos acosan, vampirizan nuestro tiempo, rompen nuestras agenda, interrumpen un almuerzo para algo que podría ser tratado por la tarde y no respetan el fin de semana, pero nos les llames o escribas a ellos de lunes a viernes en horario laboral. Sus trabajos son importantes y te responden por la noche. Tal vez esa generación mute que limita sus comunicaciones a mensajes redactados sea una solución parcial contra los impertinentes. La hiperconectividad es una amenaza continúa contra la intimidad, el campo de cultivo de los pelmazos que nos dan la barrila con sus impertinencias. La clave es no explicarles nunca la razón del silencio. Quien no lo entiende no merece nuestra atención. O se hace el sueco o es un tontucio. Hay que recuperar a la gente de bien y las normas de las casas de orden. Claro que sí. Hay que trabajar el silencio defensivo. La vida es un continuo triaje en el que conviene orillar a unos y quedarse solamente con esa gente de bien que tanto valora el gallego.

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