El abejaruco de Doñana se desplaza a criar junto a las carreteras buscando tranquilidad
Un estudio asocia el cambio de uso de las aves al aumento de ganado en su hábitat histórico
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Los abejarucos en Doñana solían excavar sus nidos en la vera, que es la zona intermedia entre la marisma y el monte mediterráneo. Así ha sido la preferencia en la crianza del ave hasta hace unas pocas décadas. Desde el año 2000, sin embargo, se ha observado un incremento constante del número de nidos en el borde de las pistas y de las carreteras y una disminución progresiva de las colonias en los sustratos naturales del entorno natural. Un reciente estudio de la Estación Biológica de Doñana-CSIC ha asociado este cambio de hábitos al crecimiento de las cabezas de ganado en la vera.
“Es un interesante ejemplo de cómo algunas especies son capaces de adaptarse a hábitats artificiales creados por el ser humano y llegar a preferirlos frente a los hábitats naturales que utilizaban originalmente”, explica Marcello D'Amico, investigador de la Estación Biológica de Doñana.
El abejaruco es una especie que excava los nidos en túneles bajo tierra para suavizar la temperatura superficial. La mezcla de sustratos arenosos y arcillosos que caracteriza la zona de la vera de Doñana es un lugar idóneo para que la nidificación de estas aves, unos suelos que son lo bastante moldeables para ser excavados y lo bastante firmes para que no se desmoronen.
De los sustratos naturales a las cunetas de los caminos
El estudio se ha basado en los datos que proporcionan los cuadernos de campo de los ornitólogos de Doñana desde 1970 a 1999. Durante ese periodo apenas había una de las dos decenas de colonias que residían en el entorno natural fuera de la zona de la vera, apenas un 2% del total. En los años siguientes, el personal de la Estación Biológica de Doñana detectó que los abejarucos anidaban cada vez más junto a las pistas y las carreteras: era del 61% en 2011, del 94% en 2016 y del 97% en 2022.
“Este cambio podría estar relacionado con un incremento de la presión ganadera sobre las colonias situadas en los hábitats naturales”, explica Jacinto Román, técnico científico de la Estación Biológica de Doñana y primer autor del estudio. Durante los últimos años de la década de los 90 y hasta la fecha, el número de cabezas de ganado se ha multiplicado por más de tres en la zona de la vera. La ausencia de grandes desniveles en el entorno natural de Doñana hace que los abejarucos deban excavar en el suelo, dejándolos expuestos al pisoteo del ganado.
Los riesgos y ventajas de criar fuera de la vera
“Criar junto a las carreteras también tiene sus consecuencias”, señala Román en una nota enviada por el equipo de comunicación de la Estación Biológica de Doñana. “Se ha observado en estudios previos que los abejarucos responden al paso de vehículos como si fueran depredadores, emprendiendo el vuelo y emitiendo más llamadas de alerta". También está el riesgo del atropello. Se ha observado también que las tasas de alimentación se habían duplicado, lo que había resultado en un incremento potencial del éxito de reproducción.
Este equilibrio entre los costes y los beneficios de anidar junto a las carreteras podría tener un límite. Hasta la fecha, el equipo científico sólo ha encontrado nidos de abejaruco junto a carreteras de albero y carreteras pavimentadas con una densidad baja o media de tráfico, pero no en vías pavimentadas con mucho tráfico o caminos de arena.
“Curiosamente, aunque la cría de abejarucos en pistas y carreteras está muy extendida en Doñana, no todas las infraestructuras parecen ser aptas para albergar colonias”, explica D'Amico. “Comprender por qué algunas son utilizadas y otras no, será un paso clave para entender cómo esas aves se adaptan a entornos que, en principio, parecerían hostiles”, concluye.
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