Andalucía

Sanz reconcilia a Alfonso Guerra y Borbolla

  • Hace meses que los ex dirigentes del PSOE hicieron las paces, ahora los junta el alcalde del PP de Tomares

Alfonso Guerran en un desayuno informativo en Sevilla.

Alfonso Guerran en un desayuno informativo en Sevilla. / EFE

Lo habíamos recomendado: no hay que perder de vista a José Luis Sanz, el alcalde de Tomares. Sanz, el otro Sanz, fue una víctima política más del enfrentamiento entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Juan Ignacio Zoido lo quiso como su sucesor al frente del PP andaluz, pero Juanma Moreno se había colocado mejor en la liza. Con Mariano detrás. Tras algunos meses de desencuentros, Sanz y Moreno están reconciliados, Elías Bendodo actuó de maestro de ceremonias, viajó a Tomares y lo rehabilitó. No le pierdan la vista.

La España en la que cree

Pero esta reconciliación popular es cosa pequeña al lado de la que José Luis Sanz prepara para el sábado 28 de marzo en su pueblo del Aljarafe, uno de las poblaciones con la renta más alta de Andalucía. El ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra presenta su libro La España en la que creo el sábado 28 de marzo en la Feria del Libro de Tomares. Y quien le hará de introductor será el ex presidente de la Junta José Rodríguez de la Borbolla. Sólo por eso, Sanz merecería una mención socialista e el Día de la Rosa, si es que esa fiesta sigue celebrándose.

Guerra y Borbolla se reconciliaron hace unos meses, coincidieron en un acto en Sevilla, después se vieron a solas, un almuerzo, dos de las tres caras más visibles del PSOE andaluz de los años setenta y ochenta cerraban todo el rencor a 10 metros bajo el suelo. Borbolla fue el secretario general del PSOE andaluz desde el inicio de la democracia, fue presidente de la Junta desde 1984 a 1990, cuando el partido decidió renovar su candidatura por la de Manuel Chaves. El partido, dicho así, el partido era, entonces, Alfonso Guerra y, en especial, Felipe González. Number one and number two in te shadows, que se puede leer aún en la exposición de fotografías de la Transición que Pablo Juliá mantiene abierta en Sevilla. Aquella batalla entre Guerra y Borbolla, que perdió quien fuese presidente andaluz, fue el prólogo de lo que después sería la gran lucha entre guerristas y renovadores. Esa sí la perdió Guerra.

Sostienen que la pugna surgió un día que Felipe González preguntó a Guerra a quién tenían en Sevilla, que quién era el secretario provincial del PSOE, al presidente del Gobierno no le había gustado nada un video sobre las manifestaciones contra la OTAN en la capital hispalense. José Caballos era el hombre, y Guerra se encargó de sacarlo de la foto. Borbolla se opuso, por lealtad, y por lealtad cayeron después el propio Borbolla y un puñado de cargos institucionales y políticos en toda Andalucía.

Pero Guerra y Borbolla, también Caballos y los otros, han seguido en su partido, en los tiempos buenos y en los peores, y el tiempo sólo puede terminar reconciliando a personas que han compartido objetivos comunes durante toda una vida. Los verán en Tomares.

Una feria de capital

La Feria del Libro de este pueblo del Aljarafe es una feria propia de una capital andaluz, lleva 13 ediciones y este año la abre Juan Eslava Galán. Es la prueba de que la derecha también puede entender de cultura. Si quiere, claro. La oportunidad de José Luis Sanz, al reunir a los dos socialistas sevillanos, está en sintonía con el movimiento expansivo del PP andaluz. El 28 de febrero, el Gobierno de Juanma Moreno le concedió la medalla al ex presidente Rafael Escuredo, y ahora Sanz reconoce a Guerra de este modo. Moreno tendría que abrir cauces con otros ex presidentes, con Chaves y Griñán, le vendría bien compartir experiencia con quienes estuvieron tanto tiempo en su lugar.

Guerra y Borbolla comparten su temor por la situación de España ante la crisis catalana, y la de su partido y Gobierno ante esta complicada negociación que Pedro Sánchez ha abierto con los independentistas. Éste es un asunto que preocupa a todos en el partido, porque hay concesiones que, difícilmente, se permitiría. El traspaso al Gobierno vasco de la gestión de la Seguridad Social ha encendido todas las alarmas. Como ejemplificaba Javier Fernández, el ex presidente socialista de Asturias, la única bandera que emociona a los socialistas es el de la caja única de la Seguridad Social. 

La razón de la otra gran reconciliación, la de Susana Díaz y Pedro Sánchez, está muy relacionada con esto último. El presidente del Gobierno no desea más barones críticos con la vía catalana, con García Page y Lambán tiene de sobra, así que ha permitido que la sevillana llegue, al menos, hasta el congreso de finales de 2021. Sánchez no va a promocionar ningún movimiento para descabalgar a Díaz: o lo hacen los críticos, de modo propio, o la ex presidenta volverá a repetir candidatura.

A pesar de ello, su debilidad es notable. Ha bastado que Mario Jiménez, su ex number two, adelante que en ese congreso habrá varios candidatos a la secretaría general del PSOE andaluz para que los comandantes del susanismo le arreen al onubense que, por otra parte, no ha dicho más que lo obvio. Con el número de avales que ahora se exigen para ser candidata, Susana Díaz, en sus mejores tiempos, también habrá tenido un competidor: Luis Planas.

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