Francisco Baena Bocanegra / abogado penalista

"El ejercicio de la Abogacía es apasionante, nunca dos casos son iguales"

Francisco Baena Bocanegra, abogado penalista / Vídeo: Juan Carlos Vázquez

Escrito por

· Jorge Muñoz

Redactor jefe / Tribunales

Francisco Baena Bocanegra (Coín, Málaga, 1942) recibirá el próximo miércoles la Medalla al Mérito en el Servicio de la Abogacía, una distinción otorgada por unanimidad por el Consejo General de la Abogacía Española que destacada trayectoria profesional y su invaluable contribución al ámbito jurídico.

-Más de 50 años ejerciendo de abogado es un récord al alcance de unos pocos... ¿Cómo se consigue algo así? ¿Cuál es el secreto?

-No sé si es un récord alcanzar 57 años de vida profesional activa y de entrega plena, cuando como en mi caso, mi trabajo es todo para mí. La amo y la siento apasionadamente. Desde luego le confieso que ni yo mismo he percibido el paso del tiempo y aunque suene a tópico me parece que empecé ayer. Cada jornada cuando me levanto, me entrego a ella y la vivo con la misma ilusión que el primer día. A lo mejor soy un bicho raro... pero soy feliz.

-Y en toda su trayectoria profesional los casos que ha llevado se cuentan por millares, incluso leí el otro día que había estado en más de 10.000 procesos...

-Sinceramente no se cuántos asuntos habré llevado, pero tenga la seguridad que nunca dos casos son iguales y eso hace aún más apasionante el ejercicio profesional, sobre todo en materia criminal.

-¿Cuál es la clave del éxito de un abogado?

-He tenido siempre muy claro que el verdadero éxito del abogado es entregarse en cuerpo y alma al asunto encomendado, ganar la confianza de tu cliente, y ser respetado por los Tribunales y tus colegas. Y paraalcanzar esas metas, el camino lo dibujan tres palabras: Trabajar, trabajar y trabajar. Perdón, son cuatro: Y trabajar. Lo demás viene por añadidura.

-¿Y la suerte también influye?

-Naturalmente que sí; sin ella, seria prácticamente imposible triunfar en cualquier orden de la vida. Mire muchas veces he oído de admirados y respetados compañeros que soy un abogado que he tenido mucha suerte en mi trayectoria, y a todos siempre les he respondido que es verdad, pero con un pequeño matiz: Yo me suelo levantar todos los días a las cinco de la mañana a trabajar y aprovecho ese tiempo para esperar que la suerte llegue, y si hoy no me visita, seguro que me visitará mañana o tal vez pasado, pero entretanto yo no he dejado de trabajar, y eso también es una forma de buscar la suerte.

-¿Cuál ha sido el caso más difícil en el que ha intervenido?

-También en eso he tenido siempre las ideas muy claras: El más arduo y complicado es el último que me confían, que es el que exige mi inmediato esfuerzo, pero nunca olvido aquellos en que no estimaron misargumentos. Esos, lo confieso, me duelen en el alma, son mis asignaturas pendientes que repaso y repaso para saber dónde me equivoqué. Por supuesto y no puedo negarlo, y ese gozo, sin falsa modestia, lo he sentido muchas, muchísimas veces. Son los grandes momentos de esta profesión.

"No hay mayor satisfacción que abrazar a un cliente y decirle hemos ganado. Son los grandes momentos de esta profesión"

-Ha estado en numerosos casos mediáticos, incluso ahora ejerce la acusación en nombre de María del Monte por un caso en el que figura como investigado un familiar de la artista. Supongo que es un caso aparentemente fácil pero complicado precisamente por los lazos familiares.

-El abogado no puede estar de espaldas al sufrimiento de su cliente, pero en esta profesión ha de cumplir su obligación por encima de todo, máxime cuando ejerces la acusación, en la que no puedes olvidar nunca que el acusado está amparado por la presunción de inocencia y que tu deber constitucional es demostrar la culpabilidad. La última palabra la tienen los jueces. Todo lo demás, sobra.

-¿Cómo se llega a ser buen abogado?

-Yo, como buen aprendiz, estoy convencido de que el único camino es estudiando, trabajando y confiando en la Justicia. Si te falla algo de lo anterior, mejor dedícate a otra profesión u oficio.

"Se está perdiendo la elegancia y el respeto en la Justicia, pero creo que es una moda que pasará”

-La elegancia y el respeto han sido siempre sellos de su actuación que le han llevado a ganarse la admiración de compañeros, jueces y fiscales... ¿Cree que esto se está perdiendo?

-Desgraciadamente sí, pero soy optimista y creo sinceramente que es una especie de moda que pasará y volveremos a las reglas éticas que siempre han gobernado el mundo de la Administración de Justicia.

-Su jornada laboral empieza muy temprano... en alguna ocasión ha contestado correos electrónicos a las cinco de la madrugada...

-Y a veces antes para alarma de mis colegas y clientes, pero me gusta trabajar a esa hora, las ideas están más claras. No hay teléfonos, ni interrupciones inesperadas, el silencio te ayuda a concentrarte y en ese tiempo gano las horas que necesito para el buen trabajo. Son horas que le conquisto a la jornada.

-¿Se siente más a gusto defendiendo que acusando?

-No oculto que me siento más cómodo en la defensa, y eso es público y notorio. Hay compañeros que por el contrario se sienten mejor en la acusación. Tan legítimo es una cosa como otra.

-Recuerdo un caso de un jurado popular en el que logró la legítima defensa en un juicio porhomicidio y creo que esto no ha vuelto a darse por lo menos en Sevilla...

-He de reconocer que a lo largo de mi vida profesional he tenido varios casos en que me ha sido estimada la circunstancia de legítima defensa completa con la correlativa absolución de mi defendido, y entre ellas recuerdo esa que me cita, aunque si la memoria no me falla en Sevilla he tenido algunas más, incluso antes de la entrada en vigor de la Ley del Jurado.

-Toda una vida dedicada a la Abogacía habrá dado lugar a numerosas anécdotas... cuénteme una.

-Son tantas… Recuerdo una ocasión en la que estaba celebrando una vista correspondiente a un recurso de casación muy delicado, presidiendo la Sala el Excmo. Sr. D, Enrique Ruiz Vadillo, que después sería Magistrado del TC, un extraordinario jurista y excelente magistrado. En un momento de mi informe, en el que sentía muy cómodo y seguro, al gestionar las manos mientras hablaba le di un golpe a las gafas, que salieron volando y aterrizaron en el suelo en el centro de la Sala.

Ante mi consternación, D. Enrique rápido dijo que se suspendía por cinco minutos el acto; mando al ujier recoger las gafas que se habían roto por el puente y las examinó para decirme seguidamente: “Esto tiene arreglo letrado... si me da dos minutos, soy bastante manitas”. 

Entonces, pidió un grapa, que le facilitó el secretario del Tribunal, la colocó a modo de tornillo, me la entregó, y dijo: “Se continúa la sesión. Tiene la palabra el señor Baena para continuar defendiendo su recurso”... Y la vista siguió como si nada hubiera ocurrido. Por cierto, prosperó mi recurso y casé la sentencia de la instancia. Guardo aquellas gafas plegables con el “apaño” del Sr. Ruiz Vadillo, con el que desde entonces siempre tuve una relación de respeto y afecto, gozando del regalo de su amistad.

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