Mensaje en la botella

El encaje de Córdoba en Fitur

Las estrategias de futuro del turismo deben cambiar y hay que reinventarse sí o sí

Nadie duda de que la Feria Internacional del Turismo de Madrid (Fitur) es una de las citas del sector más importantes del mundo. Por tanto, estar presente es un anhelo de todo territorio que tiene en esa actividad económica uno de sus puntales. Córdoba lleva muchos años con un sitio en la muestra, si bien han sido varias y variadas las fórmulas de estar allí representada, por lo que la polémica abierta ahora de si la ciudad y la provincia deben ir de la mano o por separado no es nueva, sino que sale a la palestra de vez en cuando. Normalmente, tanto el Patronato de Turismo de la Diputación como el Ayuntamiento de Córdoba (ahora bajo la figura del Instituto de Turismo Imtur) han acudido juntos, o no, en función de una serie de claves más políticas que técnicas. O, lo que es lo mismo, dependiendo de qué partido gobernara en cada institución y cuáles fueran las relaciones entre fuerzas en un determinado momento y contexto.

Ahora, parece que por la misma razón, la discusión está de nuevo sobre la mesa, después de que el Imtur (gestionado por Ciudadanos en Capitulares) haya decidido que la ciudad cuenta con una marca suficientemente potente como para llevar su expositor propio a la feria y que, entre otras cosas, los avales para ello son su riqueza patrimonial, cultural, gastronómica y esas cuatro Declaraciones Mundiales que le ha reconocido a Córdoba la Unesco.

Según se mire, quienes prefieren estar bajo un mismo paraguas y los que optan por acudir de manera autónoma tienen razones de peso para justificar su postura, si bien da la sensación de que el debate sobre el modelo de Córdoba en Fitur se ha simplificado en exceso. Se ha quedado en la pugna -más política que otra cosa- de si vamos unidos o no, mientras que la realidad del turismo en Córdoba, y en el mundo, es otra muy distinta. Más allá de que la pandemia lo ha cambiado todo y de que el perfil del visitante es otro, las estrategias para el futuro deben ser diferentes y habrá que reinventarse sí o sí.

Por fortuna, en la última década se ha ido diluyendo -aunque no del todo- la idea de que Fitur era una especie de jornada festiva en la que el político de turno se divertía durante unos cuantos días presentando la oferta turística de Córdoba a los propios cordobeses, pero en Madrid. Por supuesto, al lado tenían como palmeros a quienes a coste cero aprovechaban desde el sector para hacer algún que otro negocio -lícito, por supuesto- sin excesivas pretensiones.

Eso ya no vale. O no debería. Si los profesionales de turismo, que hay muchos y buenos en esta tierra, quieren rentabilizar de verdad Fitur y hacer realidad ese viraje que demandan, deben dar un paso al frente y olvidarse de encajes políticos. Porque no es lo mismo colocarse al lado, o por delante, de las instituciones con un trabajo serio y bien hecho, que ir por detrás de ellas solo para salir en la foto. Y quedar retratado, claro.

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