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javier riba. guitarrista

"La guitarra clásica está en una situación de crisis"

  • El cordobés es el solista invitado al Concierto del Día de Andalucía de la Orquesta, la próxima semana

Javier Riba, en la puerta del Conservatorio Superior Rafael Orozco.

Javier Riba, en la puerta del Conservatorio Superior Rafael Orozco. / rafael a. butelo

Javier Riba regresa al Gran Teatro el martes y el miércoles próximos como solista del Concierto del Día de Andalucía de la Orquesta de Córdoba (20:30). El guitarrista cordobés, profesor del Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco, interpretará junto a la formación, bajo la dirección de Lorenzo Ramos, Fantasía para un gentilhombre de Joaquín Rodrigo.

-¿Cómo afronta el concierto?

-Con mucha ilusión, porque cada vez que tengo ocasión de tocar junto a la Orquesta es una oportunidad profesional muy importante, ya que no es lo habitual: en el mundo de la guitarra clásica lo habitual es dar un concierto solo con tu guitarra o de música de cámara, pero tocar con orquesta en nuestra profesión es algo excepcional. Y es seguramente la excepción de más nivel porque te enfrenta al mundo sinfónico, que es quizá un mundo poco amable con la guitarra, un instrumento íntimo que se desenvuelve mejor en espacios acústicos más reducidos. Pero como hay una literatura para guitarra y orquesta y existen medios de amplificación, la guitarra se ha incorporado con cierto éxito a los circuitos sinfónicos. Vamos a tocar una obra de repertorio, muy querida por el público; después del Concierto de Aranjuez es la obra de Rodrigo más internacional y más difundida. Creo que será una experiencia muy bonita y espero que el público disfrute con esta obra y con el resto del programa, que es muy interesante porque es puramente español.

-¿Cómo es su acercamiento interpretativo a esta obra?

-Cuando se trata de una obra como esta, de repertorio, existe toda una tradición de interpretación detrás. La mayoría de las colaboraciones que yo he hecho con orquesta ha sido para presentar nuevas obras, como cuando estrené el concierto de David del Puerto en el Festival de la Guitarra, u obras poco conocidas y poco divulgadas, que es el terreno en el que me siento más a gusto porque entiendo la labor de un intérprete como una labor cultural que implica proponer este tipo de obras. Pienso que esto redunda en el enriquecimiento de nuestro repertorio. En este caso, al tratarse de una obra tan conocida, tan grabada, el reto principal que me plantea es preguntarme qué tengo nuevo que decir. Para componer esta obra Joaquín Rodrigo se inspira en música de finales del siglo XVII, del guitarrista barroco Gaspar Sanz, así que he estado escuchando mucha música de él, empapándome de las piezas en las que se inspiró Rodrigo, y eso me ha hecho tener un punto de vista diferente quizá al de los intérpretes actuales que abordan la obra con unos criterios más modernos, y para rizar el rizo voy a utilizar una copia de una guitarra de finales del siglo XIX, que por su sonoridad y sus características creo que va a potenciar ese aspecto de antiguo, de atávico, que tiene la música de Rodrigo por su inspiración en este caso barroca.

-¿Cómo ve usted la situación de la guitarra clásica en Córdoba? En primer lugar, desde el punto de vista formativo.

-Es un tema complejo. La guitarra clásica o académica es un instrumento que se incorporó a la enseñanza oficial de la música en España a mediados del pasado siglo, no lleva tanto tiempo como otros instrumentos que tienen más tradición, pero se incorporó con fuerza porque había unas figuras de referencia como Andrés Segovia o Narciso Yepes, que se convirtieron en unos mitos, y porque la guitarra clásica atesora un repertorio muy amplio y muy ligado a la tradición musical española, desde el Renacimiento hasta nuestros días. Esto ha justificado su presencia en los conservatorios. Ahora bien, hay varios factores que hacen que la guitarra clásica en la actualidad esté en una situación de crisis. Por una parte, han desaparecido esas figuras de referencia. Hay grandes guitarristas clásicos pero no tienen el mismo impacto en el subconsciente colectivo ni el mismo impacto mediático que Segovia, Yepes o Julian Bream. Por otra parte está el hecho de que la guitarra se ha confinado cada vez más en pequeños guetos como son los festivales de género, que ha provocado que el público que asiste a los conciertos de guitarra suela ser público guitarrista; ha habido poca valentía por parte de intérpretes y programadores a la hora de seguir llevando la guitarra a otros públicos y en otros ambientes. Es como cuando una especie entra en riesgo de extinción y entonces se confina en pequeños cotos. A esto se le añade que ha habido una eclosión de otros géneros, especialmente el flamenco, muy atractivos y potentes. Todo esto ha provocado que la guitarra clásica esté ahora en una situación quizá de mínimos, pero yo reivindico el papel de la guitarra clásica porque forma parte del patrimonio de nuestra cultura. Hay que seguir estudiándola y divulgando el repertorio. Conciertos como el que vamos a ofrecer la próxima semana suponen una buena oportunidad para seguir reivindicando y compartiendo el valor de este instrumento.

-¿Y desde el punto de vista interpretativo?

-En Córdoba el mundo de la guitarra clásica está muy condicionado por la presencia del Festival de la Guitarra, que es un escaparate con artistas internacionales que convierte la ciudad en un centro importante. Luego está el Conservatorio, que lleva muchos años. Pero quizá el problema de los intérpretes es, primero, que no hacemos por acercarnos a otros públicos, y segundo, que hay un empobrecimiento del repertorio porque se repiten muchos lugares comunes: el repertorio de la guitarra es muy amplio y a veces falta valentía, propuestas más arriesgadas sin renunciar a la calidad. Veo año tras año que se repiten conciertos de grandes figuras que vienen a tocar siempre piezas de las mismas características, repetición de las mismas figuras... Es una situación que no abre nuevos espacios.

-Esto nos lleva al tercer punto de vista: el de la programación. Fuera del Festival de la Guitarra, la oferta es escasa...

-Podríamos decir lo mismo del piano, o de la música de cámara... En Córdoba no hay ciclos estables de estas materias. Recuerdo que hace unos años existía el ciclo del Palacio de Viana, que era más o menos estable... El Conservatorio tenía las semanas de primavera y otoño, que siguen existiendo pero han decaído, se han convertido en muchos casos en audiciones de alumnos. En Córdoba, quitando los focos del Festival de la Guitarra, el Rafael Orozco o el de Música Contemporánea, no existe una programación regular y estable musical. Todas las grandes ciudades la tienen.

-Y sobre el Festival de la Guitarra...

-Es una de las apuestas culturales de Córdoba de mayor valor y que hay que mimar. Me siento muy orgulloso de que en mi ciudad exista un festival de esta naturaleza. Han hecho muy bien en diversificarlo y en mostrar tantas facetas de la guitarra. A veces creo que el festival ha derivado hacia propuestas cada vez más multitudinarias y alejadas de lo genuino, pero entiendo que hay que busca de todo y llegar a todos los públicos. También creo que adolece de ciertas inercias. En el campo de la guitarra clásica quisiera destacar una iniciativa que se puso en marcha y por desgracia se ha interrumpido: la comisión de obras a compositores para su estreno en el festival. Desde el punto de vista del público quizá sea algo que no tenga un gran impacto, porque el público suele ser conservador y quiere escuchar la obra que conoce (aunque siempre se pueden buscar combinaciones de obras de estreno con otras más divulgadas...), pero desde un punto de vista más trascendente tiene un impacto a medio o largo plazo muy interesante. Muchas obras de referencia hoy en día se conocen porque se estrenaron en algún festival. También es un gran valor la apuesta que hace el Festival de la Guitarra por las jornadas de estudio. Son cosas que dejan su sello, su impronta para el futuro.

-¿Cómo ve el panorama de compositores para guitarra?

-Es un tema interesante. La guitarra es un instrumento que ha sido fundamentalmente cultivado en términos de composición por intérpretes guitarristas. Pero en el siglo XX se rompió esto y compositores de oficio profesionales se interesaron por la guitarra y empezaron a escribir en abstracto, sin tocarla: un ejemplo es Rodrigo. Esto ha hecho que la música para guitarra amplíe su abanico estético, su complejidad y su interés. Antes la guitarra estaba como al margen, en un gueto de guitarristas. Ahora ya jugamos, digamos, en la primera división. En los últimos años ha habido una involución, pero cada vez hay más interés por la guitarra en compositores contemporáneos. En España tenemos el caso de compositores de cierta edad como Lorenzo Palomo o Antón García Abril, que han escrito mucho y muy bien para guitarra, y una generación de jóvenes como Juan de Dios García, David del Puerto, César Camarero o Jesús Torres. El problema es que el público es bastante conservador y no siempre estas obras tienen salida.

-¿Tiene proyectos artísticos para los próximos meses?

-En los últimos años he hecho dos grandes proyectos, con mis propios recursos: el de Albéniz, que tuvo una gran repercusión internacional y por el que recibí elogios del mayor especialista en Albéniz, Aaron Clark, y el homenaje a Segovia, mi segundo CD. Pero estos proyectos implican tanta energía y dedicación..., y por otra parte existe tan poco interés por parte de las instituciones, que a veces con cierta edad y otras obligaciones uno no encuentra las energías necesarias. Tengo proyectos en mente, entre otros uno sobre Antonio José Martínez Palacios, compositor burgalés fusilado al inicio de la Guerra Civil. También me interesa la música menos conocida de Joaquín Rodrigo, me gustaría grabar la de Juan de Dios García Aguilera..., y me encantaría seguir trabajando sobre la música de Leo Brouwer, una de mis obsesiones. Por cierto, aquel concierto que le iban a encargar a Brouwer sobre Córdoba, ¿dónde está? Es el compositor de referencia internacional en la guitarra. Córdoba tiene una vieja deuda con él, debería haberlo vinculado de una manera más real a la ciudad. Ahí ha faltado imaginación.

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