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Otra vez esa cara mustia y sin maquillaje

  • Desaparecido e incomprensiblemente conformista tras el descanso, el CCF suma otro cero de visitante para seguir al borde del precipicio

  • Los movimientos desde el banquillo no ayudaron a recuperar al equipo

Campabadal gana un balón aéreo con Sasa Jovanovic.

Campabadal gana un balón aéreo con Sasa Jovanovic. / fotos: lof

Cada vez que tiene que coger el autocar para salir de la ciudad, al Córdoba se le pone una cara mustia que cuesta hasta mirarlo. Y eso no hay maquillaje que lo disimule, pues el problema parece que ya está enquistado. Después de ganar en Albacete, en su primer desplazamiento del curso, los blanquiverdes acumulan cuatro salidas sin nada que llevarse a la boca -el balance goleador es igual de preocupante, pues los dos tantos a favor chocan con hasta 13 en contra-, un cero que se convierte en exceso de presión y obligación cuando llegan los compromisos en El Arcángel por cuestiones de la clasificación. Ahí, en el estadio, los focos se suelen concentrar en la figura de Luis Carrión, que ya vuelve a estar en entredicho, como casi desde el principio, tras lo acontecido en Lugo, donde una nueva debacle colectiva ayudó a que el final de las fiestas de San Froilán fuera por todo lo alto.

Pese a todo, quizás por la inercia de la última victoria ante el Alcorcón de días anteriores, la puesta en escena del CCF fue aseada. El equipo se mostró relativamente solvente en tareas defensivas y asustó con transiciones rápidas, porque a pesar de acumular hasta tres mediocentros en el once con la entrada de Edu Ramos por Jaime Romero, el juego combinativo no acabó de aparecer con cierta continuidad. Sin embargo, incomprensiblemente, el cuadro cordobesista desapareció tras el paso por los vestuarios, limitándose a defender, mal por cierto, y regalando ocasiones cada vez más claras a un Lugo que, cuando por fin consiguió acertar, sentenció acto seguido aprovechando el derrumbe visitante. Porque da igual que sea en el arranque o en el final, lo único cierto es que este Córdoba, al menos hasta la fecha, se está mostrando incapaz de mantenerse en pie cuando encaja un golpe, lo que lo convierte en un muñeco de pimpampum para sus enemigos.

Repitiendo el dibujo con tres medias puntas por detrás de Sergi Guardiola, el Córdoba intentó desde el principio discutir el balón a los gallegos. Pero ante la dificultad para conectar bien por la presión alta de su adversario, esta vez el objetivo era exprimir los espacios a las espaldas de la zaga, lanzar al pichichi y aprovechar la llegada de segunda línea de los serbios Jovanovic y Markovic, tirados a la cal para cerrar vías de agua pero con libertad a la hora de lanzar las ofensivas. Los tres fabricaron la primera llegada clara, pero entre Ignasi Miguel y Bernardo impidieron que el más veterano de los Sasa enchufara a la red el envío de su compatriota. Un robo de Sergi en la salida local dio la opción de nuevo a Markovic de probar desde la frontal, pero su disparo tocó en el pie de Miquel.

Al Lugo le costaba imponer su estilo, por lo que se limitó a buscar la ventaja de Iriome con Mena en la banda derecha de su ataque. El lateral, en su segundo partido en la categoría, sufrió mucho más que en el estreno, quedando en varias ocasiones desnudado por el buen hacer de su oponente, que para colmo contó a menudo con la ayuda de Campabadal, que fue el primero en buscar el área blanquiverde con cierto criterio. Pero para susto de verdad, un remate casi a bocajarro de Iriome tras el rechazo de un córner que repelió como pudo Pawel, de nuevo determinante acto seguido a otro testarazo del canario ganando la partida a su par.

Esos dos sustos consecutivos equilibraron más el duelo, porque los gallegos empezaron a crecer y el Córdoba, a ceder terreno. A los visitantes ya les costaba más encontrar una salida cómoda de balón, y vivían de los robos con el rival partido. Uno de Javi Lara permitió a Guardiola lucir su zurda, pero se encontró con la manopla de Juan Carlos, que se llevó un buen susto con otro intento del delantero que se escapó por un pelo junto al poste. El partido poco a poco se iba tiñendo de albivermello, si bien nada podía hacer presagiar al descanso que el progresivo dominio del Lugo se iba a convertir en un monólogo a la vuelta de los vestuarios.

El CCF sencillamente no compareció en el segundo periodo. Carrión trató de frenar el poderío del costado diestro local moviendo a Javi Lara a la banda y metiendo a Markovic al centro, pero el tiro le salió por la culata. Una primera aparición de Iriome en el área, con un zurdazo que acarició el palo largo de un impasible Pawel, fue el preámbulo del vendaval lucense. Campabadal lo intentó con una semi vaselina desde la frontal a la que respondió bien el cancerbero polaco, que tuvo sudores fríos cuando una maniobra de Fydrizsewski en el área ante Caro terminó con un tiro a la media vuelta que rozó el travesaño. El partido ya era claramente del Lugo.

Carrión lo entendió así y trató de virar el rumbo con la entrada de Javi Galán por Markovic, con la que tapaba el costado izquierdo con un hombre específico de banda, y Sergio Aguza por Javi Lara, con la que prescindía de un talento poco explotado en el Anxo Carro en beneficio del trabajo sucio. Porque ya en esos momentos, con media hora por delante, el Córdoba empezó a dar por bueno el empate, más si cabe teniendo en cuenta la racha -y la imagen- acumulada en las salidas anteriores. Todo lo contrario que el Lugo, donde Francisco se la jugó con el debutante Mario Barco para dar nuevos aires al ataque. La jugada casi le sale del diez al técnico andaluz, pues el ariete ya tuvo una primera oportunidad de oro en su primera acción, pero su cabezazo a la carrera en el área pequeña se fue alto de manera increíble.

El Córdoba seguía muerto, incapaz de hilvanar dos dos pases seguidos, sin fuerzas para pisar campo contrario, y sin reacción desde la banda para minimizar los riesgos. Estaba poco menos en manos de lo que fuera capaz de hacer un enemigo hasta ese momento errático. Pero el acierto apareció cuando el partido ya agonizaba. Campillo, que poco antes había pedido penalti, aprovechó un error grosero de Fernández para batir a Pawel en el uno para uno, y abrir así una herida ya imposible de taponar. De hecho, como en otros tantos episodios, a ese primer golpe siguió un segundo de Barco que dejó el partido finiquitado y al CCF de nuevo a un paso del abismo tras otra negra actuación a domicilio.

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