El Córdoba cayó en La Romareda quizás sin merecerlo, pero dejando de nuevo claro que con lo que hoy hay en el plantel no se puede pelear por ningún objetivo. Toda la voluntad y el coraje del equipo lo echó por tierra la nefasta línea defensiva y la incapacidad del equipo de traducir esa energía y valentía final en ocasiones claras de gol. La falta de calidad en la plantilla es alarmante y es, a fin de cuentas, lo que más está lastrando al cuadro cordobesista.

Romero aceptó el reto que planteó el equipo maño y varió su habitual sistema para colocar a Edu Ramos como tercer central y dejar los carriles abiertos para Javi Galán y Fernández. Sin embargo, ese 5-3-2 saltó por los aires con la lesión del malagueño. La falta de variantes obligó al técnico a volver a su tradicional 4-1-4-1 y ahí el equipo perdió algo el control del balón y atacó de manera más directa. Pero de nuevo dejó patente lo poco que le cuesta al rival hacerle un gol.

A partir de ahí, con más valentía y coraje que claridad y capacidades, el Córdoba buscó el empate con los costados como principales armas. Romero pasó al 4-2-3-1 y el equipo falló un penalti que habría significado el empate. Al final, el cuadro blanquiverde murió en el área rival pero con poca claridad para generar ocasiones de gol.