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La bienvenida al miedo (2-0)

  • Mientras los que han de tomar decisiones continúan en su mundo irreal, el Córdoba vuelve a caer y ya está más cerca del colista que del 'play off'

  • Una media hora aseada dio paso al caos

No hay más ciego que el que no quiere ver. El Córdoba hoy en día está, en el mejor de los casos, para pelear por conseguir una permanencia holgada. Y bien harían los que han de tomar decisiones en el club en aceptar la realidad, por dura que parezca. Basta ya de decir sandeces, de buscar en el exterior culpables a una pésima planificación deportiva que tuvo su comienzo durante el verano y va camino de ser tétrica en este mercado de invierno si nadie se pone las pilas. La defensa a capa y espada de los inquilinos actuales del vestuario está bien de puertas hacia fuera, pero mientras la propiedad, la directiva y la dirección deportiva -el cuerpo técnico debe quedar al margen porque quién sabe cuál puede ser su futuro a medio plazo- no tomen conciencia de que esto es insuficiente, el agujero será difícil que se cierre. Señores, hacen falta fichajes, refuerzos o como quieran llamarlos tanto como el comer, porque ahora mismo el único elemento sólido que ofrece el equipo es Pawel; en el resto de las líneas, las posibilidades de mejora son enormes y, por mucho que el mensaje sea de protección interna, nadie se cree que no haya aparecido ningún futbolista que dé un salto de calidad. Es imposible sostener algo así, sobre todo tras ver la actuación de un conjunto que ayer volvió a caer y ya se encuentra más cerca del colista que de la zona de play off, porque hablar del ascenso parece una broma macabra tal y como está el panorama.

Porque el Córdoba sigue sin detener su caída libre, esa que con tenues luces comenzó allá por el mes de octubre y aún hoy no ha encontrado freno. Es decimosexto y, tras el estreno de la segunda vuelta, quedará como poco a 13 puntos del ascenso directo y a seis del play off, mientras que los puestos de descenso se sitúan a sólo tres, con el colista a cinco. No es alarmismo, es la realidad, la triste realidad de un equipo que está empeñado en complicarse la existencia. Difuminado con un par de rapapolvos el efecto Carrión, si es que alguna vez lo hubo más allá de la ilusión que siempre despierta la Copa en la casa blanquiverde, el arranque del nuevo año ofrece un balance paupérrimo de un punto de 9 que en el global de los seis partidos con el catalán en el banquillo se estira a un 7 de 18 con el mismo pobre sostén. ¿Y de verdad todavía alguien mira a la Primera División?

Pawel es el único elemento sólido en un equipo que necesita agitar todas sus líneas

Tras lo de ayer en el Heliodoro, seguro que otro puñado de moderados optimistas se bajaron del carro. Y eso que la primera media hora del equipo fue más o menos aseada, pero curiosamente tras disfrutar de una doble ocasión clarísima para adelantarse en el marcador, el CCF se fue disipando hasta terminar el encuentro perdido, en manos de un rival que tuvo el detalle de no hacer más daño. Un Tenerife que fue siempre el que más buscó el gol, el que puso más argumentos sobre el campo, lo que al final le dio premio con una jugada en la que a las habituales facilidades defensivas que da el cuadro de Carrión en la estrategia se le unió una dosis de mala fortuna. Como otras tantas veces, ese golpe ya fue definitivo a pesar de que quedaba tiempo y el técnico ofreció soluciones desde el banco. Sólo encontró un nuevo gol en una contra de libro que además da el goal average a los chicharreros, aunque viendo que los insulares están metidos de lleno en la zona noble de la tabla y lo que le toca al cordobesismo es mirar hacia abajo, pensar en los duelos directos ahora es de chiste. Al menos hasta la semana próxima, cuando llegue el UCAM a El Arcángel.

Para entonces, lo normal es que el club haya puesto en manos de Carrión más argumentos. Pasó ya la temporada pasada, cuando el sopapo en Pucela -también por 2-0- puso nervioso al mandamás y activó de nuevo la máquina de fichar... tan tarde que sólo dio para traer a Eddy. Ahora queda más tiempo para maniobrar, y bien haría la entidad en no perderlo en debates que conducen al absurdo. El CCF saltó al campo con cuatro cambios, tocando todas las líneas salvo la portería, y volvió a repetir los errores de otras tardes con otros nombres sobre el verde: fragilidad defensiva, en esta ocasión sobre todo por el perfil izquierdo; incapacidad para imponer un dominio claro en el centro del campo, donde las imprecisiones y los errores en el pase se multiplicaban para alegría de los tinerfeños, y nula pegada cuando tocaba pisar el área rival, ya fuera en acción combinativa (casi nunca) o a balón parado (con casi docena y media de intentos). Cóctel letal que estaba claro que no podía salir bien.

Con todo, el primer tercio del choque estuvo abierto. El Córdoba quería controlar a través del balón y dominaba la posesión, pero hacía regalos de manera continua para la velocidad de Amath y Cristo, que volvieron loco a Cisma volcándose de manera continua a su costado. Apareció Pawel, asustado primero por un testarazo alto de Jorge, en un par de disparos francos de los dos arietes locales. La válvula de escape cordobesista era la estrategia, con una decena de saques de esquina de Ríos que no tuvieron continuidad... o cuando la tuvieron se encontraron con obstáculos. Cámara sacó un cabezazo de Borja antes de la doble ocasión que cambió la cara al choque: Bijimine estrelló su tiro a bocajarro en la cabeza de Aarón -pidió penalti, pero no era- y Dani Hernández apareció en dos tiempos para sacar el tiro de Ríos. Ahí se le acabó la gasolina al Córdoba.

El Tenerife lo intentó hasta el descanso, pero fue tras el paso por los vestuarios cuando encontró la recompensa. Lo hizo pronto, pero el asistente invalidó la posición de Suso antes de que batiera a Pawel. El ritmo seguía siendo alto pese al concierto de pito de Sagués Oscoz y ahí parecía más cómodo el cuadro insular, que sólo sufría en el balón parado. Para eso tiró Carrión de Javi Lara, que debutó poniendo un balón de gol a Bijimine que el central mandó al limbo. Fue la última vez que se vio al Córdoba por las inmediaciones del área local. Martí agitó a los suyos con los cambios y el conjunto chicharrero sentenció en el cuarto de hora final con dos tantos de su gente de refresco. Lozano aprovechó una jugada de mala suerte tras una falta frontal para abrir la cuenta y Omar sentenció tras un pase genial de Amath cuatro minutos después. Fue la despedida cordobesista de una isla de la que el equipo se trae el miedo metido en el cuerpo. Y que hay quien aún defienda que con lo que hay da para subir...

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