Córdoba CF - Real Zaragoza

¡Markovic de mi vida! (2-1)

  • El serbio firma en el último segundo la remontada que mantiene al Córdoba fuera de la zona de descenso. El rácano planteamiento maño casi obtiene premio por la falta de pegada local.

Markovic, sin camiseta, celebra con rabia el 2-1.

Markovic, sin camiseta, celebra con rabia el 2-1. / José Martínez Asencio

Fue el último cambio, la última bala de Carrión para buscar la remontada. Y suya fue la firma de una victoria agónica, otra más en el último suspiro, calcada a la de hace dos semanas también en casa ante el Alcorcón y que además sirvió para restañar la herida de la derrota de Tarragona. Sasa Markovic, el hombre de la sonrisa eterna, el serbio que se ha ganado el cariño de Córdoba y el cordobesismo, quizás el jugador que más merecía una alegría así tras la grave lesión que le apartó del último play off y le hizo perderse los primeros meses de competición, se convirtió en el héroe vestido de blanco y verde. Un control, una mirada de reojo al portero, un toque sutil y la explosión de júbilo de todo un estadio puesto en pie, respirando hondo, disfrutando como un niño. Y Sasa corriendo como un loco hacia la banda, sin saber muy bien qué hacer, con el torso desnudo y la camiseta en la mano, y con esa sonrisa alumbrando más que nunca su rostro. Lo había hecho. Otro milagro a orillas del Guadalquivir. Ese tanto hizo justicia a la mayor valentía del CCF en todo el partido, castigó la racanería de un Zaragoza que ayudado por la falta de pegada local a punto estuvo de pescar en El Arcángel y mantuvo al conjunto cordobesista fuera de la zona de descenso a la que había caído con los resultados anteriores de la tarde. Ahí se mantendrá toda la semana pase lo que pase hoy. Ahí debe seguir hasta el final de una temporada no apta para cardíacos que tiene que acabar, sí o sí, con el Córdoba vestido de plata.

Con Pawel nuevamente bajo el arco, Carrión varió el sistema utilizado en las últimas semanas, aunque con matices. Línea de tres atrás para atacar, con Bíttolo de carrilero largo para ganar la batalla del centro del campo; línea de cuatro para defender para dibujar casi un 4-4-2, con Bergdich a pierna cambiada para tapar el agujero dejado en la diestra con las bajas de Ríos y Antoñito (Rodas tampoco llegó). El planteamiento pasaba por monopolizar la posesión, por no rifarla, y atacar con más claridad que en las citas previas. El plan salió sólo a medias. Ante un Zaragoza rácano, que esperaba en su campo y apenas si conseguía enlazar tres pases para mirar al otro lado de la línea divisoria, el Córdoba no tardó en hacerse con el partido, ayudado en las apariciones y ofrecimientos continuos de Javi Lara. Otra cosa era ya pisar área, asustar de verdad a Saja. El maldito problema de la finalización, del último pase o el remate, otra vez a escena, convertido en una especie de mal endémico, entre otras cosas por la negación de los que mandan ante el problema que, cuando se pudo, evitó que llegaran soluciones externas.

Carrión ganó la partida de los cambios a Agné, reactivando al equipo con Piovaccari y Sasa

La inercia local, con las bandas con protagonismo, permitió a Bergdich intentarlo por primera vez con un zurdazo que no encontró portería. Saja parecía tranquilo porque nadie le daba trabajo, hasta que Javi Lara se la jugó con un libre directo dañino, que botó justo delante del argentino para obligarle a despejar entre manos y pecho a córner. Poco más en una primera media hora en la que el Zaragoza estaba tremendamente cómodo, consciente de que el plan trazado por Agné -la entrada de Feltscher por Fran en el lateral derecho ya adivinaba esa intención conservadora- estaba dando sus frutos. Más aún cuando de un balón dividido en el centro del campo y en tres toques, pillando a la zaga cordobesista a contrapié, Ángel hizo el 0-1. Era la primera llegada maña en todo el encuentro, al filo del intermedio, y justo después de que Rodri y Alfaro evidenciaran la escasa pegada local en el otro área con dos voleas que no encontraron puerta. Efectividad plena y puñalada a la moral de un Córdoba que había puesto todo de su parte para, al menos, no irse por debajo en el marcador al intermedio.

Y pese al paso por la caseta, el Córdoba notó el duro golpe recibido, si bien es cierto que pudo quitarse de raíz todo el disgusto con un mano a mano que no supo definir Rodri con la zurda nada más reanudarse el choque. Con la ventaja en el marcador, el Zaragoza se sentía a gusto tanto con el balón como sin él, atrincherado atrás y saliendo con rapidez, en contadas ocasiones, eso sí, aunque tan claras como un mano a mano de Edu García, que disparo excesivamente cruzado ante la salida de Pawel. Estaba claro que hacía falta una marcha más para cambiar el desarrollo del choque, para agitar al enemigo y hacerle al menos dudar. Y Carrión la buscó con los cambios. Primero el de Piovaccari para jugar con dos puntas y aumentar el trabajo de los centrales, poco después con Donoso para abrir el campo por fuera, y luego con Markovic para tener más presencia y frescura en los metros finales. Era todo o nada. Y salió todo, y pronto.

Porque con Sasa recién ingresado, la estrategia de un saque de banda largo de Bíttolo permitió el empate de Rodri, que se equivocó en la celebración al llevarse las manos a la oreja. ¿Criticar la actitud de la grada? Era lo que faltaba, más aún en un choque en el que su entrega volvió a ser clave para el resultado final, que afortunadamente fue mejor que el que dejó el tanto del pichichi. Cierto es que también pudo ser peor, pues antes de la jugada decisiva en el alargue el Zaragoza tuvo dos muy claras: una de Dongou en la que pudo haber penalti de Pawel sobre el ariete -las protestas airadas desde la zona técnica le costaron la expulsión a Agné- y que Luso salvó en la misma línea de gol jugándose el tipo y otra casi consecutiva de Ángel con una volea a quemarropa que se fue alta por poco. Tras eso, el cuadro aragonés quiso resguardar su punto y reforzó la defensa, pero ni eso le sirvió ante un magia de Markovic, que se disfrazó de Sergi Roberto y firmó un gol que puede valer casi tanto como el del azulgrana el pasado miércoles. No es la Liga de Campeones, es Segunda, y ahí quiere seguir el Córdoba la próxima temporada. Y lo va a conseguir. Seguro, aunque sea sufriendo como un perro.

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