Córdoba CF-Mirandés

Con aroma de Segunda B (1-1)

  • Un horripilante Córdoba da un peligroso paso atrás en su lucha por la permanencia al ceder un empate ante el colista. Urko Vera castigó la racanería local en el último suspiro.

Vayan haciéndose el cuerpo a sufrir hasta el final. Y den gracias si al menos es así y pueden seguir vestidos de plata. Porque el golpe sufrido ayer ante el colista dejó un aroma de Segunda B en El Arcángel que será difícil de digerir. Es lo normal a poco que duela el escudo, que se sientan los colores blanquiverdes, algo que uno ya duda que ocurra con los que ocupan cuando les viene en gana -ayer sí tocó- los asientos presidenciales del palco. Pero de esos mejor ni hablar con todo lo que hay en juego, no se lo merecen (ya habrá tiempo). El Córdoba se va al garete, se desangra poco a poco y nada ni nadie parece estar en condiciones de poner remedio a esta situación. Y eso es lo realmente grave. Ante el Mirandés, un equipo que ya piensa en su próximo proyecto en la categoría de bronce, los blanquiverdes firmaron un partido horripilante de principio a fin, sin continuidad en el juego, sin velocidad, sin chispa, sin saber estar, sin experiencia, sin contundencia... La lista de calificativos podría ser eterna. Y sería la misma aunque el resultado hubiera sido otro más agradable. No fue así porque el propio equipo se encargó de facilitar el trabajo a su enemigo, pues tras encontrarse por delante en el marcador casi sin merecerlo, cometió errores dentro y fuera del campo que acabaron por regalar el empate a los burgaleses en el último suspiro. Apenas si dio tiempo a volver a sacar de centro. La moneda que salió cara otras tardes, ayer se volvió cruz. Y qué cruz... Qué pena. Qué rabia.

Porque con apenas 42 puntos en el casillero que hoy pueden meter de nuevo al equipo en descenso, el inesperado pinchazo ante el colista hay que arreglarlo donde sea. Pero, ¿dónde? ¿ante quién? Si el Córdoba tropieza con uno de los peores equipos que se recuerda que haya pasado por El Arcángel en los últimos tiempos, ¿a cuál le va a ganar? Hoy es imposible responder a esa pregunta que sólo con dejarla caer invita al llanto. Dentro y fuera del vestuario se contaba con los tres puntos ante el Mirandés, y ahora las cuentas ya están descuadradas, y hasta parece difícil que salgan. Claro está que el apriorismo hay que demostrarlo luego en el verde, y ahí el cuadro burgalés no fue peor que los blanquiverdes, que apenas si hicieron algo decente durante la primera parte, pues la segunda... La falta de ideas, la ausencia de un plan B ante el posicionamiento del rival, la limitación en cuanto recursos que ofrece una plantilla cuya confección sigue sin tener defensa alguna... todo eso y más dibujaron un partido horrendo que terminó de la única manera que podía terminar: en disgusto. En una nueva explosión de desazón en la grada, de impotencia en el terreno de juego. En el peor cóctel.

Y es que el primer sorbo del partido, ese que ya te dice por dónde va a ir la cosa, fue amargo, agrio. No entró bien, todo lo contrario. Fue lo más parecido a esa primera cerveza en un día de resaca. Es difícil tener más imprecisiones en menos tiempo, complicado tratar de perder el balón en menos de dos toques ante un rival que en muchas ocasiones presionaba sólo con la mirada. Eso lo bordaron ambos equipos de salida, con especial relevancia en el caso del Córdoba, quizás por esa tendencia impuesta por el mandamás de ser los primeros en todo. Esos errores facilitaron la ida y vuelta en los primeros minutos, con una pifia de Rodri en un remate acrobático nada más empezar y la respuesta en una contra pésimamente definida por Sangalli tras un saque de esquina a favor del CCF. Queda dicho todo con eso. O casi.

Porque es cierto que el paso de los minutos pareció sentar mejor a los locales, que por un momento se sintieron con el control del partido y la situación, llegando a jugar en campo rival... aunque sin crear verdadero peligro, válgame Dios. Con todo, Markovic tuvo una clarísima tras una maniobra de clase en el área a la que le faltó la definición correcta con la zurda, Aguza asustó con derechazo envenenado desde la frontal y el serbio volvió a intentarlo en una acción calcada, encontrando los dos buena respuesta en Roberto. Ahí se le acabó la gasolina al Córdoba, al menos el fuelle para ver el área enemiga de cerca. El Mirandés, poco a poco, fue quitándose el miedo, y ese paso adelante sirvió para equilibrar el duelo... a peor. Los errores en la entrega, los pases al enemigo o la zona desocupada eran una constante que terminó por enervar a parte de la grada, que tiró de elementos de viento. En esas, Eguaras lo probó de lejos, pero sin dar trabajo a Pawel, en la última antes de un descanso que difícilmente merecieran ambos equipos por lo que habían hecho hasta entonces. Quizás sólo dejar patente por qué están donde están, peleando por sobrevivir en la ciénaga.

De momento, el fango mancha más a los burgaleses, que ante su desesperada situación salieron un punto más enchufados de la caseta. Pedro Martín lo intentó de lejos como para dejar constancia de que su equipo también podía inquietar la meta rival, obligando intervenir a un Pawel que instantes después temió algo peor tras una combinación al toque y al trote que desarboló a una retaguardia adormilada y permitió el remate en semifallo -gracias- de Sangalli con todo a favor. El Córdoba ni estaba ni, como quedó claro después, se le esperaba. Aún así, Javi Galán al rechace de un córner lo intentó con un disparo seco antes de que Carrión empezara a echar una mano al enemigo con los cambios. El primero, el de Moha a la hora de juego, no lo entendió nadie. Ni por el elegido ni por el momento ni por los acontecimientos recientes. La cara de incredulidad -y el enorme mosqueo- de Pedro Ríos fue de aúpa, y eso que su actuación tampoco es que estuviera siendo memorable. Sin embargo, para minimizar los efectos, nada mejor que un gol, que llegó a balón parado, tras una serie de fallos en cadena que finalmente resolvió Caro empujando con todo el balón a la red.

Casi sin querer, el CCF se veía por delante ante el segundo peor visitante, ante el farolillo rojo, ante el cuarto peor ataque... Pero no supo jugar, demostrando por qué está en este lío metido. El obligado paso al frente del Mirandés se vio correspondido con el paso atrás de costumbre en los locales, a lo que ayudaron en este caso los movimientos desde el banquillo. No porque nadie pensara en amarrar con Edu Ramos y Luso, sino porque la aportación de ambos fue nula, y la salida de Sergio Aguza dejó sin cimientos al equipo en la medular. Los burgaleses empezaron a merodear el área de Pawel ante un cuadro cordobesista incapaz de esconder sus miedos. Avisó Sangalli, falló increíblemente Urko Vera sólo en el área pequeña, Guarrotxena se encontró con el poste... y así hasta que en la última jugada, tras una absurda falta por mano de Edu Ramos, Vera acertó a conectar un cabezazo a la red. Fue un navajazo al alma, una puñalada a las esperanzas de permanencia de un Córdoba que hoy tiene un peligroso olor a Segunda B.

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