liga 1,2,3 | Girona-Córdoba

¿Y el problema es sólo mental? (2-0)

  • El Córdoba sufre una dura derrota en Montilivi que evidencia la enorme distancia entre un aspirante al ascenso real y otro ficticio.

  • El Girona hizo lo que quiso hasta el 2-0, cuando llegó una reacción a la que le faltó el gol.

Para poder solucionar un problema, el primer paso es admitirlo. Si uno se empeña constantemente en mirar para otro lado, es imposible diseccionar la raíz del mal y, por tanto, hallar su remedio. En el Córdoba llevan desde el verano con la cantinela de que la plantilla puesta en manos de Oltra que hoy conduce Carrión está capacitada para poder alcanzar el objetivo, que no es otro que lo máximo: el ascenso. Es más, hace sólo unos días el presidente Alejandro González apuntó a una causa "mental" el único obstáculo a superar, en un mensaje que luego sustentó el técnico. Sin embargo, en el verde de Montilivi quedó patente que las dificultades que tiene el equipo van más allá de lo psicológico. La derrota ante el Girona evidenció varios puntos, pero el principal es que el cuadro gerundense sí es un aspirante real a estar el próximo curso en Primera, mientras el blanquiverde tiene que recorrer aún mucho camino para alcanzar tal nivel. Los albirrojos ganaron porque durante casi una hora fueron tremendamente superiores a un rival con el que jugaron cómo y cuándo quisieron y que sólo reaccionó cuando se vio con todo perdido, tras un 2-0 que tuvo varias opciones de maquillar sin encontrar recompensa.

Tras la decepción de la Copa, la Liga no ofreció mejores sensaciones. El Girona demostró porqué es el segundo clasificado, porqué lleva trece meses sin perder en la competición regular en casa y porqué es el máximo goleador de la categoría. Más allá del fútbol, la receta de Pablo Machín es la que debería copiar Carrión para trasladarla a su Córdoba, sumido en el puesto 15, a cinco puntos del play off y con cuatro de renta sobre el descenso, en una peligrosa tierra de nadie. Con intensidad, presión, valentía y un estilo definido, el juego que propone el cuadro albirrojo es de muchísimos quilates. Superior por fuera y por dentro, dominador tanto en las acciones combinativas como en el juego directo, los locales controlaron el choque a sus anchas, haciendo correr a un enemigo que llegaba casi siempre un segundo tarde. Una situación que sólo cambió alrededor de la hora de juego, cuando el conjunto catalán empezó a ver el partido decidido y el ramalazo de orgullo visitante tuvo como consecuencia la acumulación de llegadas al área de René, que apoyado en su defensa y con la ayuda del poste, consiguió salir indemne.

Ese desafío se le complicó a Pawel nada más empezar el partido. Apenas había sobresapado el crono el primer minuto cuando la novedosa zaga dispuesta por Carrión hizo aguas en un envío lateral: Sandaza remató hasta tres veces ante la falta de contundencia de Luso, Bijimine y Caro para terminar fusilando a Pawel en el área pequeña. Difícil asaltar Montilivi con tan poca sangre. Pero el gol no sirvió de estímulo ni mucho menos. El Córdoba apenas era capaz de salir mientras el Girona sobaba la pelota gracias a su superioridad en la zona ancha antes de finalizar casi siempre por fuera. Granell lo intentó con un zurdazo escorado antes de que Juli firmara la primera aproximación cordobesista.

Por suerte, al paso por el cuarto de hora ya llovía menos, aunque la superioridad gerundense seguía siendo evidente, sustentada básicamente en una propuesta siempre valiente y un posicionamiento más equilibrado. Si no, que se lo pregunten a Luso, que se desgañitaba en cada parón pidiendo más presencia a los hombres de la medular para minimizar el juego entre líneas. Menos mal que ese dominio no terminaba de cristalizar, pues apenas Portu volvió a probar a Pawel en un primer periodo al que puso rúbrica Juli con un tiro lejanísimo que atajó René.

La falta de oportunidades provocada por ese estado de comodidad no debió gustar mucho al exigente Machín porque la salida tras el intermedio fue un calco a la puesta en escena del choque. El Girona tenía una marcha más y superaba líneas con una facilidad casi abrumadora. Portu percutía por la diestra con Cifu, Aday lo hacía por la izquierda con mayor libertad, hasta que un envío suyo telegrafiado ante Caro lo cogió el volante en el perfil contrario para hacer el segundo ante una defensa que hizo de todo menos defender. El partido parecía cerrado vista la distancia entre uno y otro equipo, no sólo ya en el marcador.

Entonces salió por fin el orgullo del Córdoba, empujado por un doble cambio de Carrión al que luego se sumó la variante táctica de jugar con Rodri y Piovaccari juntos. Empezaba a haber huecos para pisar área con facilidad, pero al contrario de lo que cabía esperar, ahora era René el que tenía más trabajo. El meta repelió primero un zurdazo de Cisma y luego se agigantó para desbaratar una triple ocasión con remates de Juli y Piovaccari y un último intento de Pedro Ríos que se marchó desviado. Ni siquiera esos sustos cambiaron la forma de ver el fútbol del Girona, que mantuvo dibujo y descaro, aunque ya sólo Aday, Alcaraz y Cristian Herrera inquietaron algo a Pawel. La batalla estaba en el otro área, donde Piovaccari se encontró con el poste como obstáculo final y Borja Domínguez volvió a dar trabajo extra a René en una llegada en superioridad de nuevo sin resolución productiva que cerró de la peor manera posible un partido y una primera vuelta que deja muchas dudas en torno a este CCF cuyos problemas van más allá de un débil estado mental.

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