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Una mano tendida desde el cielo (1-2)

  • El Córdoba resucita en el campo del líder con una remontada que lo engancha con más fuerza que nunca a una permanencia que vuelve a tener a tiro.

  • El equipo, de más a menos, dio una lección de entereza.

Los jugadores celebran el tanto de la victoria.

Los jugadores celebran el tanto de la victoria. / Sergio Reyes (LOF)

El cielo acogió en sus brazos esta semana una estrella reluciente, de esas que no se quieren ir de la tierra por nada del mundo. Quizás por eso, a la primera oportunidad que tuvo, tiró sus manos otra vez hacia el lugar que la acogió durante todo su existir para provocar una sonrisa en sus convecinos. Era su forma de agradecer el cariño recibido, con un soplo de vida que permite ver el futuro de una manera mucho más plácida. Porque ahora, vivir vestido de plata ya no es un sueño, es una hermosa realidad en Córdoba, una ciudad que tiene una semana para prepararse para la final, con mayúsculas, de un equipo que ayer dio un paso de gigante en su objetivo. Cuando parecía muerto, cuando otra vez muchos se empeñaban en tirarle un puñado más de arena en lo alto, este CCF acostumbrado a estar sobre el alambre tiró de casta y, con una actuación de menos a más que terminó con una gran dosis de suficiencia, remontó ante el líder, sacando la cabeza para ver la permanencia a un punto.

Después de que sus rivales directos dieran la talla en el feudo de otros aspirantes a todo, al Córdoba le tocaba bailar con la más fea. Y no supo hacerlo bien cuando sonaron los primeros acordes. Con un dibujo nuevamente asimétrico, con Galán descolgado en ataque y Quintanilla cubriéndole las espaldas, Sandoval planteó la batalla a la defensiva, queriendo controlar la teórica superioridad del Rayo en la medular. Pero como ya le ocurriera en León, al equipo le costó coger el punto a lo que la cita requería en cada momento. Así, sin gran esfuerzo, el cuadro franjirrojo no tardó en encontrar vías de agua con la movilidad de Trejo, y eso que los visitantes se replegaban casi en campo propio para minimizar espacios, con la dificultad de salir tras cada robo.

Bebé protagonizó la primera llegada clara, encarando a Valentín con metros por delante para exprimir su velocidad; lo hizo, pero como tantas y tantas tardes cuando le tocó vestir la blanca y verde, definió mal. Fue un primer susto que no sirvió de repunte al CCF, que trató de entrar en harina con posesiones algo más largas, arriesgando en ocasiones en demasía. Al final tuvo que ser un gol el que cambiara la cara a los de Sandoval, que se vieron por debajo tras un error grosero, otro en dos semanas, de Pawel al blocar un disparo de Álex Moreno que luego hizo bueno Raúl de Tomás, con clase y calidad.

Tras verse por debajo, los visitantes por fin intentaron hacer algo más con la pelota, viendo sobre todo que sus aproximaciones en acciones de estrategia morían siempre en la testa de los zagueros. Quim Araujo, otra de las novedades en el equipo titular, acabó una transición con un tiro precipitado desde la frontal; la respuesta local fue mucho más clara, pero el disparo de Unai López buscando el palo largo encontró respuesta en la manopla del meta polaco. Fue una nueva contra de un Rayo que hallaba espacios con demasiada facilidad, todo lo contrario que su enemigo, incapaz de crear una conexión continua entre sus líneas.

De esta forma, tuvo que ser una buena presión en tres cuartos de campo la que provocara la primera aproximación clara: Reyes recogió un error del cordobés Chechu Dorado y dejó a Aguado en el mano a mano con Alberto, si bien el volante perdió la batalla con el excordobesista. Aunque luego Trejo asustó en un par de caídas hacia el perfil izquierdo, el Córdoba ya empezaba a dar señales de vida, y eso era lo mejor. Fernández, tras otro robo de Guardiola con apoyo en Reyes; Aguado y el propio pichichi lo intentaron antes del intermedio, sin encontrar recompensa.

Una condición que cambió de manera radical tras el paso por los vestuarios. Sandoval ajustó los conceptos y el CCF mostró una cara mucho más incisiva en la presión, con las líneas un punto más adelantadas, sobre todo por la presencia de medio campo hacia arriba de los carrileros. De hecho, el derecho, Fernández, empató en la primera llegada clara, tras un envío desde la banda contraria de Guardiola. El partido entró entonces en una dimensión muy distinta. El control de la situación pasó a ser de los visitantes, que empezaron a sentirse más cómodos tanto con balón como sin él ante un rival que perdió la fluidez de su juego.

Guardiola dispara en el gol de la victoria. Guardiola dispara en el gol de la victoria.

Guardiola dispara en el gol de la victoria. / Sergio Reyes (LOF)

Guardiola dio continuidad a la ofensiva blanquiverde tras un error de Alberto y con un intento desde la frontal, aunque sin el acierto que también le faltó a Embarba acto seguido en la ejecución de un libre directo que obligó a Pawel a volar de palo a palo. En ese equilibrio, el que mejor entendió lo que tocaba fue Reyes, descolgado en ese rombo de la medular con libertad de movimientos para lanzar a los hombres de arriba, conectar con los carrileros, apoyar el juego al paso de la medular.

Ni siquiera la lesión de Fernández, relevado por Loureiro, supuso un contratiempo incontrolable por un equipo que se sentía cada vez mejor sobre el verde de un estadio que empezaba a pensar en que la fiesta del ascenso lo mismo tenía que esperar algún día más. Algo que tomó color de manera clara tras una transición a dos toques, mientras la parroquia vallecana pedía falta a Trejo, lanzada por Reyes y ejecutada con maestría por Guardiola. La remontada estaba confirmada; ahora tocaba defender esa ventaja con orden, algo que los de Sandoval ya habían sabido hacer otras veces.

Y Vallecas no fue la excepción, pues pese a la última ofensiva del Rayo, el Córdoba supo mantener el tipo. Unai López lo intentó con un par de disparos lejanos, topándose con un Pawel que transmitió la calma necesaria para que los tres puntos acabaran en el zurrón de un Córdoba que ayer recibió la ayuda divina de una estrella celestial que está dispuesta a no abandonarlo en lo que queda de trayecto. Y con eso, el éxito está un poco más cerca.

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