Laliga 1,2,3 | Huesca - Córdoba

¿Otro ridículo sin consecuencias? (3-1)

  • Entregado desde la caseta, el Córdoba cosecha una clara derrota ante el líder y enlaza nueve jornadas sin ganar

  • Merino, fuera de control desde hace tiempo, no debe continuar si el club busca de verdad la permanencia

Si después de lo ocurrido en Huesca, el consejo de administración del Córdoba mantiene su estado de inacción, la única lectura que podrá hacerse es que quieren que el equipo baje a Segunda B. No hay más. Porque después de dos meses sin ganar, con un balance de 3 puntos de los últimos 27 que deja la permanencia a 5 puntos y con un técnico que lejos de suponer un revulsivo ha provocado un nuevo paso atrás, y mira que parecía difícil, hay que actuar ya. Quizás sea tarde, pero es que lo visto en El Alcoraz clama al cielo. El equipo salió entregado desde la caseta, con un planteamiento cobarde y timorato de un Juan Merino que luego se entretuvo en buscar excusas donde es imposible hallarlas. Porque más allá de que el primer gol pudiera llegar en fuera de juego, lo grave es que dos hombres estaban solos para el remate en el área pequeña. Porque más allá de que el segundo gol pudiera ser dudoso, otros dos hombres tocaron el balón en el área pequeña. Porque más allá de que hubiera viento, lo que faltó de verdad fue actitud, ganas y saber estar para no encajar un gol a los 23 segundos de salir de los vestuarios. Y en todo eso, algo de culpa tendrá el entrenador. No toda, pero es que a día de hoy es imposible cambiar una nefasta planificación estival y construir una plantilla nueva, entre otras cosas porque eso cuesta dinero, y entonces los beneficios de la propiedad se verán dañados en el futuro próximo. Y como eso es lo que parece que preocupa, mientras no se demuestre lo contrario, pues habrá que ver si este nuevo ridículo tiene por fin consecuencias o si el club, como ya hiciera a su paso por Primera, ayuda a que el CCF se desangre. Lo malo es que ahora ya no hay red, y lo que está en juego más allá de la categoría es el devenir de la institución, por si alguno no se ha dado cuenta todavía o los cristales tintados que lo protegen con celo no le dejan verlo claro.

Por si su simple mensaje en la previa no hubiera dejado ya claro que anda perdido, Merino refrendó esa visión con una alineación con hasta seis novedades, de las que sólo las dos en el eje de la zaga fueron forzadas por la sanción de Joao Afonso y la lesión de Josema. El resto supuso el enésimo bandazo de un entrenador que hace demasiado tiempo que no sabe ni dónde está. Sólo la incapacidad del club, que debe tocar a su fin en las próximas horas si aún quiere alentar el milagro de la salvación, mantiene al linense al frente de un equipo sin alma y tremendamente frágil en las áreas, sobre todo en la propia, que es un jardín para cualquier rival. Más aún si se trata de un líder en estado de gracia que sin pisar el acelerador a fondo se apuntó una victoria comodísima, como pocas las ha logrado en los últimos diez meses en los que lleva invicto en El Alcoraz.

Con el único planteamiento de encerrarse y ser fuerte defensivamente, algo que ya se ha visto como una misión imposible, el Córdoba quedó desde el primer momento a merced de lo que pudiera hacer el Huesca. De salida, los azulgranas ofrecieron una presión adelantada para dificultar la conducción visitante, lo que empujó a continuos balonazos que Sergi Guardiola siempre corría en inferioridad y Jovanovic, ni siquiera eso. Esa circunstancia fue poco a poco dando balón y metros a los oscenses, que empezaron a abrir el campo con Akapo y Ferreiro, con Melero como lanzador de lujo.

El mediapunta originó la primera gran ocasión local a los 12 minutos al habilitar a Sastre, que había burlado la marca de Alfaro por la derecha; por suerte, su disparo seco lo repelió Pawel. El primer aviso de la demostrada debilidad blanquiverde en los balones a la espalda de la zaga no fue tenido demasiado en cuenta, y poco después originó el 1-0, con un remate en ligero fuera de juego de Gallar tras el toque previo de Sastre. Ambos estaban solos entre los centrales cordobesistas por lo que la excusa a la que aferrarse es menor.

Esa ventaja en el marcador aplacó al Huesca, que pasó a jugar con calma, sabiéndose muy superior a un enemigo que aprovechó la situación para dejarse ver algo por campo contrario. No lo logró en la estrategia, ahora con Alfaro como lanzador, así que tuvo que ser otra vez desde el juego directo. Guardiola aprovechó un error en el despeje de Pulido para pisar área, pero con Alfaro pidiéndole el balón en el punto de penalti lo intentó en solitario sin encontrar portería. Fue prácticamente la única llegada clara del CCF, junto a otra de Jovanovic ya al filo del descanso que por fin dio trabajo a Remiro.

Para entonces, el Huesca ya había ampliado su diferencia tras un córner nuevamente pésimamente defendido que permitió el toque en el primer palo de Jair y el remate definitivo de Melero en el segundo. Sin hacer nada, la ventaja ya era imposible para un equipo como el Córdoba. Pero por si había alguna duda de que la remontada era impensable, a los 23 segundos de la segunda mitad el entramado defensivo blanquiverde se encargó de demostrarlo: Caro habilitó a Chimy Ávila, Fernández despejó mal y Ferreiro reventó el balón en la red. Desde ese momento, lo normal es que los González, Álex Gómez y Cándido tomaran el teléfono para buscar un entrenador de urgencia, porque el revulsivo Merino ha resultado un fiasco total.

Más o menos como los cambios que introdujo para tratar de frenar la sangría (el primero forzado por la lesión de Fernández que llevó a Caballero a actuar unos minutos de lateral derecho). No hubo premio, y eso que la relajación azulgrana permitió a Guardiola maquillar el marcador en una contra. Pero la sensación, antes y después del tanto, era de absoluto control de los de Rubi, que con los olés de su gente empezó a gustarse ante un rival que siguió corriendo, pero sin cabeza. Todo lo contrario que un Huesca que, controlado y pausado, tuvo opciones para haber firmado una goleada: un disparo de Alexander a la cruceta, un zurdazo de Camacho que obligó a la estirada de Pawel y otro disparo del capitán local tras una mala salida del polaco que Pinillos sacó en la línea de gol. Hubiera sido un daño irreparable para la imagen de un Córdoba que necesita regenerarse desde hoy mismo si quiere tener opciones de permanencia.

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