Liga 1|2|3

Con todas las vergüenzas al aire (5-1)

  • El Córdoba hace el ridículo ante un rival directo y cae goleado en un partido en el que apenas compitió un cuarto de hora

  • Con la salvación ya a once puntos, el club buscará el último revulsivo con el cambio de técnico

Una de las jugadas del partido.

Una de las jugadas del partido.

El Córdoba que se jugaba la vida, el equipo que tenía que ganar sí o sí para meter en el lío a un rival directo y mantener esperanzas en el camino emprendido hacia el milagro de la permanencia, hizo el ridículo en Santa Cruz. Fue una comparsa, una murga, un conjunto disfrazado de zombi que apenas si fue capaz de mostrar sus constantes vitales un cuarto de hora. En el resto del encuentro fue un esperpento, lo más lejos que se puede imaginar de un grupo que se juega su futuro.

Y, claro, salió goleado. Se llevó cinco, pero pudieron ser alguno más de no ser por Pawel, lo único salvable en un sistema defensivo que roza lo vergonzoso por una falta de contundencia impropia de un equipo profesional, que además en la derrota dejó más de un detalle para analizar por unos dirigentes que, tras la inversión realizada en enero, están decididos a quemar su último cartucho: el relevo en el banquillo. Jorge Romero no seguirá; Joaquín Caparrós o algún as que Oliver saque de debajo de su capa tendrán 16 jornadas para intentar dejar en nada una desventaja que ya es de once puntos. Una utopía en la que cada día es más complicado creer, sobre todo si se alimenta de una imagen tan penosa.

Porque en pleno carnaval, con Santa Cruz engalanada, el Córdoba decidió que era un buen día para olvidarse de todo lo bueno que venía haciendo. Desde el inicio se vio al Tenerife más consciente de lo que se jugaba, motivado por el relevo de entrenador y amenazado por un descenso al que no quiere ni asomarse. Y lo demostró con una actitud agresiva, nada que ver con la ofrecida por los blanquiverdes. Blandos sin balón e incapaces de hacer superar las primeras líneas de presión local, el marcador tardó poco en moverse. Y lo hizo tras un córner a favor, con el CCF fuera de sitio y Jovanovic dejando avanzar a Milla en lugar de llevarlo al suelo. Ese fue el primer error, una falta de contundencia que luego tuvo continuidad en Caro para facilitar el 1-0 a Juan Villar. Lo peor que le podía pasar a los visitantes, que perdían la oportunidad de jugar con los nervios de un equipo que hasta hace bien poco pensaba en volver a luchar por el ascenso; hoy, su guerra es otra y ya lo han entendido.

Algo que parece que, aunque lleva meses en el fango, aún no terminan de captar los cordobesistas. Las buenas palabras, los mensajes de optimismo –hay que echar también la vista a lo que dicen los rectores, que confunden optimismo con realidad– si no tienen reflejo en el verde, valen de bien poco. El Córdoba tardó en reaccionar y casi tira el partido. Pero no lo hizo pese al agujero que Mula halló en Caro. Con el perdón, los visitantes poco a poco fueron capaces de controlar el balón y, desde ahí, mirar a la portería chicharrera. Y pronto encontraron cómo hacer daño a una zaga vulnerable. Guardiola hizo el empate aprovechando un error de Cámara y acto seguido tuvo un par de llegadas para dar la vuelta al partido: en la primera disparó al lateral de la red y en la segunda, solo ante Dani Hernández, le tiró una vaselina que el meta acertó a tocar.

Eran los mejores minutos de un equipo que pasó a jugar en campo contrario, pero que volvió a pecar de su nula eficacia en las áreas. Así, hasta el descanso, el choque volvió a equilibrarse, con el Tenerife más cómodo en las transiciones veloces, sobre todo por fuera, y el CCF intentando llegar de manera más pausada, incapaz de aprovechar la teórica superioridad de Jovanovic por un costado en el que Etxeberria tuvo que recolocar a Raúl Cámara por la lesión de Camille. Surtió más efecto la opción chicharrera, pues tras un primer aviso, Malbasic dio al descanso ventaja a los chicharreros llevando a la red desde el área pequeña un envío raso de Villar que la defensa vio pasar como si no fuera con ella la acción.

Esa falta de actitud, de compromiso o de lo que cada uno quiera llamarlo, penalizaba de momento al Córdoba, que tenía por delante todo el segundo acto para tratar de hacer lo nunca visto: remontar. No fue el día. Entre otras cosas porque todo lo malo hasta el descanso se multiplicó. Mula no tardó en exprimir de nuevo a Caro tras la enésima pérdida en la salida antes de que en un intercambio de papeles Jovanovic mandara al limbo un buen envío de Guardiola. Fue un espejismo. Porque el Tenerife, que con muy poco era capaz de amenazar a su rival, se encontró con un nuevo regalo que aprovechó. Galán perdió la marca de Malbasic en un saque de esquina y Guardiola salvó el gol con la mano. El penalti se lo adivinó Pawel a Villar, pero la defensa empezó a celebrar tan pronto el acierto que al final Casadesús hizo el tercero solo ante la polaco. Con media hora por delante, el CCF entregó definitivamente la cuchara.

Porque ni siquiera desde el banquillo fue capaz Jorge Romero de reactivar a los suyos. Como una semana antes, y sin saber muy bien qué buscaba, Reyes fue el primer recambio elegido, una solución imposible ante una defensa cada vez más junta por la falta de ritmo alarmante del utrerano. Ya con el riesgo de jugar sin pivote posicional, el conjunto blanquiazul halló espacios con los que matar a la contra tras un nuevo mano a mano entre Guardiola y Dani resuelto bien por el meta. Llegó el cuarto tras otra pérdida absurda y un balance defensivo desastroso y el quinto ya con el duelo camino del pitido final, a pesar del esfuerzo de Pawel. El resto no acompañó. El ridículo fue espantoso y tendrá consecuencias directas en la figura de Jorge Romero. Pero para soñar con la salvación hace falta más. Y hoy no es el día de pensar en imposibles.

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