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Aire que alarga la vida (1-0)

  • Un saque de esquina a 5 minutos del final cabeceado por Rodri relanza en su lucha por la permanencia a un Córdoba que mereció tal premio por su empuje en la última media hora

Ni el mejor portero del mundo puede parar un remate que empujan 14.000 almas como si la vida les fuera en ello. Porque todo El Arcángel sopló el balón que Rodri conectó a cinco minutos del final para llevarlo a la red de un hasta entonces inmenso Édgar Badia y dejar tres valiosos puntos en el casillero de un Córdoba que se hizo merecedor del triunfo por su empuje en la última media hora. Una victoria vital ante un rival directo que aún tiene colchón, pero que deja a los blanquiverdes a apenas dos puntos -y el extra del average- de la zona de descenso. Quizás por eso parece excesiva la celebración final con parte de la afición del Fondo Sur de no ser para liberar la tensión acumulada en una batalla que durante la mayor parte de su primera hora se jugó a lo que quiso el cuadro tarraconense, aunque aún entonces el reparto de ocasiones fue equitativo.

Tras el fiasco de Getafe, Carrión limpió el polvo a su libreta y recuperó el 4-1-4-1 que impuso a su llegada con la idea de reforzar el entramado defensivo y ganar pólvora arriba, donde Piovaccari ejercía de referencia. Ese punto de ambición se reflejó en un arranque intenso, con protagonismo sobre todo para el costado derecho de Ríos y Antoñito. Pero el Reus no tardó en asentarse, tanto que pronto consiguió marcar un ritmo cansino muy favorable a sus intereses. Sabiendo alternar bien la presión alta con el repliegue intensivo, el cuadro tarraconense logró que la producción local rozara mínimos durante la primera media hora, a pesar de los intentos por monopolizar balón, por moverlo de costado a costado, por buscar el área rival con más rapidez y verticalidad de la recomendable.

Es más, ese juego práctico que tantos éxitos viene dando a los rojinegros en su estreno en el fútbol profesional le permitió gozar de las primeras y claras ocasiones, fruto de una facilidad pasmosa para superar líneas ante un CCF que la mayoría de las veces llegaba tarde al balón o al espacio. Jorge Díaz, tras una pérdida de Edu Ramos (una más), y Ramón Folch dieron por primera vez trabajo a Pawel al paso por el minuto 20. Nada comparable con la siguiente aparición del capitán catalán, que finalizó con un disparo alto un buen pase atrás del uruguayo tras una combinación ofensiva al paso. La frustración ante la incapacidad de superar a otro enemigo directo no tardó en apoderarse de la grada, que regaló tímidos pitos al equipo.

Ya sea por los sustos del rival o por el toque de atención de la hinchada, el Córdoba por fin empezó a darles señales de vida de verdad, más allá del sobeteo o las poses. Eso sí, tuvo que ser una acción de pizarra lanzada por Javi Lara que continuó Piovaccari con un cabezazo que acarició el poste la que relanzara a los blanquiverdes, que en el último cuarto de hora previo al paso por los vestuarios fueron un punto más incisivos empujados por una afición que a la mínima que le dieron, se levantó. Otro escorzo del italiano sin dirección y un par de llegadas de Aguza desde segunda línea sin acierto en la finalización fue el balance. Quizás poco para lo que hay en juego, quizás insuficiente para inquietar a la defensa más sólida del campeonato, pero al menos válido para dibujar un panorama diferente para el desenlace del encuentro.

De hecho, el segundo periodo arrancó más abierto, más roto. Tanto que al poco por fin pudo el CCF pillar fuera de sitio a la ordenada zaga rojiblanca para jugar a la contra; Pedro Ríos no supo resolver un pase de Galán a la carrera quizás un pelo largo y Antoñito, en la continuación, hizo trabajar a Édgar Badia. El Reus respondió con una internada de Jorge Díaz a la que le faltó la guinda del remate y poco después fue David Haro el que no encontró portería tras ganar un balón dividido a Caro. El paso adelante obligado de los locales dejaba espacios, aunque al cuadro tarraconense tampoco es que le hiciera mucho tilín eso de vaciarse en busca del gol. Estaba más cómodo esperando, presionando, minimizando espacios ante un enemigo perseguido por la quietud, atenazado por momentos por un miedo que tenía de los nervios a Carrión, que tan pronto estaba en la zona técnica como se protegía en el banquillo para buscar soluciones con su equipo.

Pero cumplida la primera hora de partido, un fallo en el achique de Melli que no supo aprovechar Piovaccari (su zurdazo lo atajó cómodamente Badia), empezó a inclinar la balanza del lado local. Carrión ayudó con movimientos valientes, empezando por la entrada de Markovic a la que luego siguieron Rodri y Alfaro, que encontraron respuesta en un Reus que empezaba a proteger como oro en paño el punto. Con todo, más allá de los cambios reservones de Natxo González, lo que dejaba en pie a los catalanes era la notable actuación de Badia, determinante para despejar un libre directo y otro latigazo escorado de Javi Lara. También a un centro-chut de Galán -sus internadas y las de Ríos fueron una constante hasta el final- que se envenenó tras tocar en Melli y a un cabezazo demasiado blando de Markovic tras un envío de Rodri desde la línea de fondo.

Fue entonces cuando un saque de esquina regalado por Ais Reig -compensó al no ver otro minutos antes- lo puso Javi Lara perfecto a la cabeza de Rodri, que conectó el balón perfecto al lado más alejado de un Badia que sólo pudo verlo entrar. El Arcángel estalló de júbilo y se convirtió de ahí al final en el aliado perfecto de un equipo que se dejó el alma para no perder la ventaja. No fue fácil, pues las habituales imprecisiones defensivas permitieron un remate cómodo de Ricardo Vaz que Pawel abortó con un paradón y hasta un par de pelotas paradas resueltas sin consecuencias por el buen hacer de un equipo que se dejó la vida y así encontró el respaldo de una grada que está convencida de que la permanencia es posible. Y tanto.

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