Provincia

Radiante día de sol para la patrona

  • Cientos de jarotes acompañan en romería a la Virgen de Luna en el camino hasta la iglesia de San Miguel, donde permanecerá los próximos 147 días

El Lunes de Pentecostés es un día marcado en el calendario de Villanueva de Córdoba. Es la fecha fijada para que su patrona, la Virgen de Luna, llegue a la localidad, donde permanecerá los próximos 147 días. Y si todas las romerías son especiales, la de ayer no fue menos, sobre todo porque el cielo abrió después de una semana de lluvias y dejó un paisaje de dehesa hermoso por el que el cortejo discurrió hasta llegar al municipio.

La jornada arrancó bien temprano para los romeros, que a las 08:30 partieron camino del santuario. Sin demora, la hermandad cumplió con la tradición de la misa al mediodía y la tradicional comida en torno al santuario, en la que reponer fuerzas para el anhelado camino de regreso, que se inició pasadas las 16:30, todo ello bajo un intenso sol, que ayer brillaba con más intensidad para los devotos de la Señora.

Y es que la romería ha venido precedida de n largo fin de semana festivo en Villanueva de Córdoba, de manera que ayer fue el colofón a las celebraciones, presididas por el auge de la Feria Chica de Villanueva, como se conoce a la fiesta previa que rodea a la romería, y por el año jubilar, que ha hecho, tal y como afirma el presidente de la Cofradía, Pedro Cañuelo, que esta romería haya sido tan especial. Pero antes de llegar a Villanueva, la Virgen de Luna cumplió con las paradas que se hacen en el camino, en lugares emblemáticos como el Pozo de la Legua, donde se prueban los tradicionales tostaos y el vino.

El recibimiento oficial en el Regajito tuvo lugar a las 21:30, donde esperaban las autoridades y la imagen del patrón de los jarotes, San Miguel. En el Regajito se vivió otro momento histórico con la recuperación de la imposición de las llaves de los sagrarios de las iglesias de Pozoblanco y Villanueva por parte del párroco Antonio Tejero, algo que no se producía desde el año 1929. La llegada de la Virgen a San Miguel se hizo coincidir con el descubrimiento del azulejo conmemorativo del Año de la Misericordia y se abrió la puerta del templo como símbolo del inicio del año jubilar.

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