Puente genil

Juan Rejano: Un barrio sin esperanza

  • Más de 2.000 personas viven en unos pisos construidos en los 80 como utopía de la integración social · El 95% de los inquilinos no paga alquiler y apenas queda un puñado de los primeros vecinos

"¿El futuro? Salir de aquí. Juntar un poco de dinero, buscar un pisito en Puente Genil y huir. Aquí no hay esperanza". Es la frase de uno de los primeros moradores de la barriada Juan Rejano, de uno de los pocos vecinos que todavía no ha dado un portazo y se ha largado. "Por que no tengo dinero", justifica -en susurros y oteando cada calle, cada portal y cada ventana- este vecino que prefiere mantener el anonimato. "Por miedo", explica entre suspiros.

Es el día a día de un territorio sin esperanza, un lugar en el que impera la ley del más fuerte, un paraje hacia el que nadie quiere mirar en Puente Genil. Por vergüenza y por el fracaso que ha supuesto para las utópicas políticas de integración de los años 80. Un espacio en el que el tiempo se ha detenido, donde el progreso ha pasado de largo y en el que "los pocos vecinos honrados" que quedan, anhelan la llegada de las primeras luces del día para poder salir de sus casas. "Por miedo", repiten.

La barriada Juan Rejano de Puente Genil fue construida por la Junta de Andalucía a principios de los años 80. Las 288 viviendas de las que se compone son propiedad de la Consejería de Obras Públicas, que las entregó en régimen de alquiler a un conjunto de familias -tanto de etnia gitana como castellana- con escasos recursos. Entonces, eran unos bloques bonitos, con tejados andaluces, unos parques cuidados y amplios paseos adornados con bancos y farolas. Hoy, un 95% de los más de 2.000 vecinos de Juan Rejano no paga el alquiler. Los pisos son vendidos -sin ningún documento que acredite la propiedad, por supuesto- de forma habitual. Sus precios oscilan entre los 2.000 y los 6.000 euros, según se pacte.

Un 75% de los vecinos, aproximadamente, tampoco paga el recibo de la luz. Su carencia se suple con peligrosos enganches a la red general. El 60% tampoco ingresa el recibo del agua potable. Algo menos de la mitad de los niños no va al colegio de forma habitual. Docenas de ellos vagan por las calles, muchas veces descalzos. No juegan. Ayudan a sus padres. ¿A qué? "A vender droga, a qué va a ser", zanja otro vecino.

Hace años, Juan Rejano tuvo una asociación de vecinos, que siguió luchando por el sueño de la integración, por borrar para siempre la imagen de marginalidad del que, hoy por hoy, se ha convertido en el barrio más olvidado de la provincia, un lugar al que pocos se atreven a entrar con lícitas intenciones. "Aquí viene gente de toda la provincia a comprar droga. Esto, por la noche, es un mercaíllo".

Hoy, la asociación de vecinos Juan Rejano no existe. Nadie se quiere hacer cargo de ella. En fechas recientes, una familia que había protagonizado episodios de rechazo hacia personas relacionadas con el mundo de la droga de la barriada tuvo que hacer las maletas y marcharse. Los pocos vecinos "viejos" que sobreviven han intentado mediar con el Ayuntamiento y la Policía Local, pero ya sólo piensan en irse. "Nos llaman chivatos, nos amenazan con pegarnos dos tiros y cortarnos el cuello. Y sabemos que pueden hacerlo", aseguran.

Juan Rejano siempre ha sido un barrio conflictivo, marginal, relacionado con la venta de droga al menudeo. Pero desde principios de 2008, la sensación de inseguridad se ha multiplicado. A los pisos que abandonan las familias que huyen han llegado clanes familiares procedentes de bolsas marginales de Sevilla y Málaga, de las Tres Mil Viviendas y de la Palma-Palmilla. Según el testimonio de los vecinos, estos nuevos moradores huyen o bien de la policía o bien de otros grupos de delincuentes. Y no han llegado a sembrar la paz, precisamente.

La barriada Juan Rejano es un lugar sin esperanza, a unos metros tan sólo de la carretera A-318 (Puente Genil-Estepa), a un paso de polígonos industriales y del flamante Centro Hospitalario de Alta Resolución. Es una mancha en el horizonte en el paisaje del progreso pontanés. Es un lugar "en el que el futuro de la juventud es la droga, la venta o el consumo, o las dos cosas a la vez". Un sitio conocido por drogadictos de Córdoba, Sevilla y Málaga, "que tienen hasta un techo en el consumir". Es "un desastre".

Los datos son demoledores. En el primer trimestre de este año, la Guardia Civil viene realizando un importante esfuerzo sobre esta barriada. Según indica la Jefatura de la Comandancia del Instituto Armado en Córdoba, un 15% de los servicios preventivos de todo el puesto principal de Puente Genil -que vigila casi todo el Sur de la provincia- se realizan en esta zona. En los primeros cuatro meses del año, los agentes han realizado más de 250 identificaciones en Juan Rejano y han registrado más de 300 vehículos que levantaron sospechas al salir o al entrar al barrio. Entre enero y abril, la Guardia Civil ha formulado más de 80 denuncias en la zona por infracciones de la Ley de Seguridad Ciudadana, más de la mitad por tenencia o consumo de drogas en las calles de la barriada o en sus descampados.

Pero es que los datos de actividad policial de 2007 también son alarmantes. Algo más del 25% de las identificaciones de personas en Puente Genil se practicaron en Juan Rejano y el 30% de los registros de coches también tuvieron lugar en el barrio. El 20% de los detenidos por tráfico o consumo de droga eran de la zona. En total, los agentes del Instituto Armado identificaron, en sólo un año, a 3.350 personas en los alrededores de Juan Rejano y registraron 900 vehículos sospechosos. Una batalla sin cuartel. Pero Juan Rejano es como una hidra. Se corta una cabeza y salen siete. Y lo peor, "entran y salen rápidamente de la cárcel", lamenta otro vecino.

En Juan Rejano se han intentado muchas cosas, pero ha fracaso todo. Hoy, sólo funciona la recogida de basura. Hace un año, el barrio era un vertedero en el que vivían 2.000 personas. Hoy, el Ayuntamiento recoge la basura cada noche. Mientras, continúan fracasando las políticas de integración. Hace unas semanas, el Ayuntamiento propuso una jornada de convivencia en el barrio, una velada flamenca entre vecinos del resto de Puente Genil y moradores de Juan Rejano. "No vino nadie, y al final la fiesta fue para los traficantes, que se apropiaron de ella", dicen.

La solución es compleja y necesitaría de un plan global de acción coordinado entre todas las administraciones: Gobierno central, Ayuntamiento y Junta de Andalucía. De hecho, hace meses en una Junta Local de Seguridad se planteó la necesidad de constituir un proyecto específico para acabar con este foco de marginalidad y se emplazó a todos los presentes a presentar propuestas. El camino está trazado. El problema está enquistado. La droga es un cáncer que se extiende de célula a célula, de bloque a bloque. Y no es una situación aislada. En Juan Rejano y en la barriada Quevedo -una zona cercana y también con sanbenito de la marginalidad en el nombre- "todavía viven personas honradas, que tratan de ganarse la vida sin matar a la juventud". Pero en la calle Bailén, número 33 "la cosa sí que está mal, eso sí que es el Bronx. Ahí seguro que no eres capaz de entrar por la noche".

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