El Puente de Mayo tuvo como colofón la celebración de la romería en honor a la Virgen de Veredas de Torrecampo, una de las fiestas más peculiares de la zona Norte de Córdoba y que volvió a reunir a miles de personas -más de 5.000 según algunas fuentes- en el entorno del río Guadamora, donde la tradición y la devoción por la patrona se dan la mano. Con algo de fresco, pero con un tiempo primaveral, las nubarrones de los días anteriores dieron paso a un azul en el cielo que invitaba a meterse bajo las andas de la Virgen en su recorrido por los alrededores de las ermita, allá donde las tierras de Córdoba y Ciudad Real se dan la mano y donde el cauce del río marca los lugares en los que acampar con familiares y amigos en un día de fiesta.

Como es habitual, la filial de la hermandad en Madrid tuvo un papel destacado en la celebración, aunque hay quien echó en falta este año la suelta de palomas que anuncia la salida de la Virgen de Veredas de su santuario.

La festividad de la Virgen de Veredas se remonta al año 1498, cuando un pastor descubrió la imagen en un pedregal de la zona, cerca del río Guadamora. En 1937, en plena Guerra Civil, la imagen fue tiroteada. El disparo quedó alojado en la frente de la talla -junto a la ceja izquierda- y el agujero aún puede apreciarse.

Pero no sólo en Los Pedroches se celebraron ayer romerías. Así, en Peñarroya-Pueblonuevo los miembros de la hermandad de San Bernardino volvieron este año a sacar al santo en procesión. Los actos dieron comienzo con la misa en la ermita, para la posterior salida en procesión de la imagen por el paraje toda vez que la climatología lo permitió.

Como cada año, la directiva de la hermandad invitó a una degustación de sardinas, que se ofrecen a los visitantes, ya que son muchas las personas que tras finalizar la liturgia continúan la jornada en el campo con sus familias tras pasar por la ermita.

Mientras, la localidad de Espiel ha celebrado también por todo lo alto su romería en honor de la Virgen de la Estrella, con un amplio programa en el que los más pequeños participan activamente y en el que los actos religiosos están cargados de emotividad.