montemayor El joven pagó unos mil euros por el viaje

Angustia en la isla de Giglio

  • El cordobés Miguel Galán, pasajero del crucero Costa Concordia que naufragó el pasado viernes, relata a 'El Día' la experiencia y asegura que no volverá a un barco

El pasado viernes por la noche, a poco más de las 21:00, Miguel Galán estaba a punto de disfrutar de la cena en el crucero Costa Concordia cuando de repente "la superficie comenzó a temblar y las copas y los platos se inclinaron sobre la mesa". Éste fue el primer aviso de que algo no iba bien en el barco. Galán, de 30 años y vecino de Montemayor, se encontró con una situación inesperada y que a más de uno le recordó al naufragio del Titanic y a la oscarizada película del mismo nombre que en 1997 protagonizaron Leonardo Di Capio y Kate Winslet.

A esa hora, el crucero de lujo de casi 300 metros de eslora naufragó tras impactar contra una roca, con 4.229 personas a bordo, entre ellas más de 3.200 turistas de 60 nacionalidades diferentes y un millar de miembros de la tripulación, y se quedó en frente de la isla italiana de Giglio. La primera reacción que tuvo Galán fue la de ponerse de pie, aunque se dio cuenta de que no era la forma más segura porque el barco se inclinaba cada vez más. "Me di cuenta de que era algo más serio de lo que pensaba, aquello me recordó a la película de Titanic", relata el joven a El Día. Los minutos se hicieron eternos y "me quedé paralizado", reconoce. Añade además que tras reaccionar "subí a cubierta y por mi propio impulso decidí saltar a la balsa". En esos momentos, según Galán, sintió "angustia, pánico y frío". El joven, que se siente afortunado por haber sobrevivido al naufragio del crucero en el que invirtió alrededor de mil euros, se muestra sin embargo contrariado porque "nadie de la tripulación nos decía nada". "El capitán no estaba en su puesto y el trato fue nefasto", criticó. Su relato es similar al de muchos supervivientes, que han señalado que la gestión de los momentos más dramáticos fue entregada a la buena voluntad del personal, que no lograba coordinarse y no parecía preparado para una emergencia así.

Dos días después del suceso, Galán asegura que está "tocado psicológicamente" y que vomita cada vez que lo recuerda. "He perdido todo, el móvil, el dinero, el ordenador, la documentación y la ropa", detalla el joven, quien anuncia que formará parte de la plataforma de afectados que presentará una denuncia conjunta contra la compañía para intentar recuperar lo perdido. "Acabo de llegar y no me ha dado tiempo ni siquiera a cambiarme de ropa", se excusa Galán, quien destaca que nada más llegar a su casa en Montemayor su familia se ha quedado mucho más tranquila. El impacto que le ha provocado este suceso ha hecho que Galán sea tajante y asegura que nunca más volverá a subirse a un barco. No en vano, lo que iba a ser una semana de descanso y diversión sobre un hotel flotante, ha acabado convirtiéndose en una auténtica pesadilla. Al cierre de esta edición, una quincena de personas seguían desaparecidas y el número de fallecidos del crucero Costa Concordia era de cinco, uno de ellos, español.

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