Reloj de sol

Joaquín Pérez Azaústre

Puigcercós y el antiandalucismo

NI Dios. Ha dicho Joan Puigcercós que en Andalucía "no paga impuestos ni Dios". Rápidamente ha pedido unas raras disculpas. Así, el presidente de ERC y candidato a las elecciones a la Generalitat ha asegurado en su blog que no pretendía "ofender a nadie", aunque "el dinero que sale de Cataluña puede ir a otras comunidades, que pueden hacer políticas que aquí no se pueden". A continuación ha comparado el hecho de que Andalucía vaya a recibir, como fondos europeos, 14.024 millones de euros entre 2007 y 2013, y que en Cataluña únicamente reciban beca universitaria el 9% del alumnado, frente al 21% andaluz, o que en Andalucía "se regalan 173.000 ordenadores" a alumnos de quinto y sexto de Primaria. Por todo esto, según Puigcercós, "En Cataluña, mucha gente por no decir la mayoría, está muy cansada de pagar y que además se nos maltrate". Le ha contestado bien, rápida y sucinta, la consejera de Presidencia de la Junta, Mar Moreno, calificando de "insulto" estas declaraciones, para aludir luego a los andaluces, emigrados allí hace décadas, que tanto han contribuido al relanzamiento de Cataluña. Pero ya sabemos que el discurso nacionalista nunca ha destacado por su carácter integrador.

Como decía ayer el editorial de este periódico, las palabras de Puigcercós se nutren de un antiguo prejuicio del nacionalismo independentista catalán: que en Andalucía sólo hay vagos y señoritos, ferias y panderetas, un hacinamiento a pleno sol. Decía el editorial que en un mundo globalizado, como el nuestro, esta concepción raya en la estulticia más profunda, que ojalá se curara únicamente viajando. Para esa especie de racismo antiandaluz, que casi nunca se nombra y existe en ocasiones, no son andaluces ni Góngora ni Juan Ramón Jiménez, ni Picasso ni la Constitución de Cádiz, aunque seguramente es ignorancia. Ese mismo racismo antiandaluz ni siquiera ha leído a uno de sus poetas más grandes, Pere Gimferrer, tan unido estéticamente al cordobés Grupo Cántico y al legado lumínico de Federico García Lorca. Cuando una vez, en Barcelona, preguntaron al autor del Romancero gitano por su procedencia, advirtiendo él cierto desprecio, se apresuró a responder: "¡Soy del Reino de Granada!", que era cerrar la boca con la plasticidad sentimental de Boabdil y la bella gloria del derrumbe.

Todo en esta vida se puede discutir, pero la falacia es la falacia y, como recordaba Forrest Gump, "tonto es el que dice tonterías". Una muy grande ha dicho Puigcercós, como si nada, siendo además de toda falsedad. Y para ganar votos, con lo que tendríamos que pensar que toma también por tonto a buena parte de su electorado. Quizá tenga razón, o quizá no: él debe saberlo, pero seguramente se equivoca de método. Desde luego a mí, como cordobés, andaluz, español o europeo, nadie me va a ganar el voto sacudiendo el rencor territorial.

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