Opinión

Antonio Garrido / Ballesteros

Feria de caballos

SEPTIEMBRE en Pozoblanco. Como cada año, en los corrillos de la calle Real se suceden los nombres de los aspirantes a ocupar cada uno de los tres recuadros a que este año se verá reducido el programa taurino de la que en 2002 proclamaron mejor plaza de tercera de España. Bueno, en realidad circulan los nombres que los aficionados aspiran o sueñan que se lean en los carteles, de Manzanares a Perera, de El Cid a Cayetano; en la noche de los sueños imposibles, Morante o José Tomás.

Ya hay fumata blanca para el 2008. Los carteles están presentados y… parece que queda un año para volver a soñar. Este año toca sufrir. El aficionado a los toros pozoalbense suele ser buen sufridor. Acostumbrado a esperar a final de temporada para contemplar el oro y la seda, suele ser sufridor incombustible de la frecuente caída de los toreros de los carteles, del insuficiente ganadero y de la desidia general que las últimas fechas del calendario taurino y las plazas de poca repercusión provocan. Últimamente y durante ya largo tiempo, salvo el pasado año, viene sufriendo además la ausencia del tac en los carteles complementario con el tic que su corazón ordena. El diástole a su sístole natural, que don Diodoro, el añorado Canorea, entendía como nadie al ofrecer aquellas ferias por las que pasaron todas las grandes figuras de cada época y que, junto con el recordado Paquirri, hicieron a Pozoblanco un hueco en el relieve de la Tauromaquia. Tal vez se trataba de sensibilidad.

Pozoblanco cuenta con una afición amable y torerista, dispuesta siempre a divertirse, pero poco propensa a las medias tintas. De rabo o de bronca. De lleno hasta la bandera o de cemento. De carteles rematados. De figuras del toreo. De los que vuelan alto.

Por eso, la inclusión de toreros respetables e interesantes para el aficionado pero que no soportan el peso triunfal de la temporada es aportar la pieza que no encaja para el desarrollo de la Fiesta en Pozoblanco. Es el caso de la mayoría de los toreros anunciados para la Feria de 2008. Unos andan iniciando el vuelo o sin acabar de remontarlo. Otros con la pájara. Y uno, sólo uno de seis, apodado El Juli, se maneja en las alturas como un águila imperial. Parece escaso bagaje sobre el papel.

Eso sí, según lo previsto la feria tendrá como colofón una corrida de rejones del gusto de los muchos y buenos aficionados al caballo, en lo que se prevé como la tarde de más tirón taquillero. Así pues, los mentideros taurinos de la calle Real andan pronosticando Feria de caballos. De los caballos de Hermoso y cía. en la última de feria y de los que harán su aparición por el precioso Real en la última semana septembrina. El resto quedará para un aficionado purista sin fumar puros, que renunciará a cantar la gallina y asistirá al encuentro con su feria, esperando con moral indestructible que sea el gallo de la homónima puerta grande del coso de Los Llanos el que cante algún triunfo para el recuerdo.

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