Manzanares fue el triunfador en el homenaje al maestro Limeño
El de Alicante cortó tres orejas mientras que Morante de la Puebla y Cayetano sumaron un trofeo por coleta ante un encierro de El Torero de pobre juego
GANADERÍA. Seis toros de El Torero, correctos de presentación pero bruscos y sin dar juego, los dos últimos se dejaron más pero con sosería. TOREROS: Morante de la Puebla, de botella y oro, cuatro pinchazos y descabello (palmas) y estocada desprendida (oreja). Manzanares, de grana y oro, pinchazo y casi entera atravesada (oreja) y estocada casi entera (dos orejas). Cayetano, de plomo y azabache, estocada tendida siendo derribado (palmas) y pinchazo y estocada (oreja). INCIDENCIAS. Festejo en homenaje al cincuentenario de la alternativa de José Martínez Limeño. Tres cuartos de entrada en tarde con poniente agradable. Saludaron tras parear Curro Javier en el segundo y Trujillo en el quinto, ambos de la cuadrilla de Manzanares. Bregó muy bien al sexto Carretero.
Sí que hubo orejas en el marcador en la corrida de los cincuenta años de alternativa de Limeño, ayer en la plaza del Pino de la capital de la Manzanilla, pero la suma, tres para Manzanares y una por coleta para Morante y Cayetano, no se corresponde con el juego de los toros de El Torero, nada propicio.
Fue un encierro de aparentes hechuras pero de pobre contenido, con cuatro toros bruscos y molestos, los primeros, y otros dos que se dejaron más sin ser nada del otro planeta -los dos últimos- con su punto de sosería y sin terminar de romper para adelante. Entre arreones, malos modos y miradas, la lidia de esos cuatro primeros parecía un debate sobre el estado de la nación.
El que mejor lote sacó del sombrero en el sorteo fue el banderillero de Manzanares, ya que su primero, aunque reservón y con la cara entre las manos, le permitió estirarse por el pitón derecho. Otra cosa fue el izquierdo, más canalla, que ni permitió a Manzanares ensayar el natural. Tras esos destellos sobre la derecha, el animal se amotinó y no quiso más. Muy firme el de Alicante, tuvo momentos de mucho brillo y valor, complaciendo al público que le pidió con fuerza la oreja.
Se pudo desquitar Manzares en el quinto, primer toro de la tarde que pudo ser lidiado con el capote de salida con regusto, ¡ya era hora! Tras un buen puyazo, aunque trasero, de Barroso, Manzanares formó el lío de la tarde. Fue un toro noble pero que le costaba rematar. Manzanares alargó las embestidas con talento, técnica y mucha clase, con esa estética que le acompaña. Lo puso todo el torero y en sus manos, el astado acabó por cooperar entre el entusiasmo de la parroquia, que insistió en las dos orejas para el torero.
Morante sin embargo no tuvo oportunidades. Su primero era tan bruto como el que cosió a Julio César a puñaladas traperas. Ante tanta brusquedad y arreones con la cara en alto, Morante opuso decisión y lo intentó, por encima de las condiciones del toro. El segundo del torero de La Puebla, además de su genio, careció de recorrido y no humillaba nada. De nuevo Morante muy sereno, muy decidido, muy dueño de la situación, pero sin poder pasar de momentos muy toreros, aunque aislados. En suma, bien con arreglo a su lote y oreja al canto.
Cayetano, ante su castaño primero, tampoco tuvo material si bien en estos casos el más joven de los Rivera tiene menos armas toreras. El toro iba a topar, sin desplazarse ni la mínima clase, por lo que el espada abrevió. Resultó cogido Cayetano al entrar a matar; dolido en el codo pasó a al enfermería y al termino del festejo fue a Jerez para estudio radiológico. Por esa lesión salió mermado Rivera al ruedo en el sexto, tanto que fue Carretero -como antiguamente- el que puso al toro en el caballo, por cierto con tanta discreción como eficacia, siendo aplaudido. Cayetano estuvo voluntarioso y con ganas pero la sosería del toro no le permitió armar una faena de triunfo rotundo, aunque el público le premió.
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