Cultura

Una agraciada tarde de toros de Pablo Hermoso y Diego Ventura

  • El navarro y el caballero afincado en La Puebla abren de nuevo la puerta grande junto a Fermín Bohórquez tras protagonizar un festejo con un lleno de público

GANADERÍA: Seis toros de Luis Albarrán, bien presentados y manejables en líneas generales. Destacó por su nobleza y movilidad el segundo de la tarde. El resto fueron nobles aunque se apagaron en el último tramo de las faenas. REJONEADORES: Fermín Bohórquez, oreja en ambos toros; Pablo Hermoso de Mendoza, dos orejas en ambos cotendientes. Diego Ventura, dos orejas y ovación. Incidencias: Plaza de toros de Pozoblanco. Último festejo del abono de la Feria de las Mercedes. Lleno, rozando el no hay billetes, ya que sólo quedaron por vender alrededor de 100 entradas. Tarde de nubes y claros en la que lloviznó al principio. Los tres caballeros salieron a hombros.

Ambiente de gala y lleno en los tendidos para ver un buen espectáculo. La corrida de rejones de ayer fue todo un éxito por la buena disposición y la técnica de los tres caballeros y porque la plaza se llenó hasta la bandera. Debieron faltar 100 ó 200 entradas sin vender por el interés del público. Los rejones siempre han funcionado bien en la taquilla en la capital de Los Pedroches, donde los amantes del caballo son multitud, pero ayer se desbordaron las previsiones. Claro que el cartel contaba con los grandes centauros del momento, Pablo Hermoso y Diego Ventura, y con un clásico como es Fermín Bohórquez. La corrida, además, estuvo magníficamente presentada y dio un buen juego, algo que aprovecharon los actuantes.

La dura pugna que mantienen Pablo Hermoso y Diego Ventura la ganó ayer el navarro en el primero de su lote, segundo de la tarde. La demostración de doma, temple y conocimiento de los terrenos que realizó el estellés está en otra dimensión. Porque Hermoso realiza las concesiones justas a la galería y su toreo rebosa autenticidad, es el clasicismo con elementos del nuevo rejoneo, del cual es padre y autor. Sus dos primeros rejones fueron colocados al estribo con pulcritud y con Chenel toreó a dos pistas como si el equino fuera una muleta gigante, que se engrandecía cada vez que el caballero citaba a golpe de espula. Chenel se colocaba de costadillo, el navarro mandaba y el toro se arrancaba al cite ya sometido por el temple de la cabalgadura. Y así, toda la faena en banderillas. Hasta tres veces realizó el alarde, como decimos, a dos pistas. Luego, con Ícaro y Pirata llegaron las cercanías y la emoción, pero siempre con el temple por bandera. Con el aseo y la pulcritud como piedra angular de su técnica. Hay que reconocer que el toro fue noble y que permitió todo esto.

Con el quinto, Pablo Hermoso estuvo bien pero no rayó a la misma altura que en el anterior. No obstante, templó perfecto siempre y añadió sal al guiso con piruetas en la cara del toro montando a Manzana. Después, con Pirata llegaron las cortas y el teléfono que enardecieron a los tendidos, pero todo eso, que está muy bien, no es lo mismo que la gran demostración de temple que se vio con el toro anterior. Un rejonazo fulminante en los bajos le sirvió para cortar otras dos orejas.

Ventura es otro grandísimo rejoneador. Sus dos actuaciones fueron vibrantes, pero calan menos en el aficionado purista, pues se deja tocar demasiado la cabalgadura y eso, que emociona al tendido, no tiene nada que ver con el temple. No obstante, Ventura es un espectáculo, pues transmite como pocos al tendido. Al que hizo tercero, tras dos rejones aseados, le realizó un quiebro perfecto en los adentros, casi a caballo parado. Impresionante el equino, que responde al nombre de Cheque. Ventura sacó lo mejor de su cuadra. Chocolate, Nazarí, Atlántico... Y eso le sirvió para colocar pares a dos manos de órdago y cortas al violín. Pero el toro llegó muy quebrantado al final Pese a ello, su gran labor le valió las dos orejas medrecidas.

Hubiera cortado otras dos en el sexto con una actuación de menor altura, pero anduvo mal con los aceros. Pese a ello hubo aseo con los rejones y en los quiebros en banderillas. Al violín llegaron los momentos más vibrantes de su actuación frente a este toro, que pudo haberse quebrantado en el tremendo testarazo que se dio nada más salir contra un burladero.

Y el tercero en liza, que abría cartel, era Fermín Bohorquez. Un caballero en plaza cuyo rejoneo es puro clasicismo. Es por ello que su sobriedad transmite menos al público actual de rejones, más acostumbrado a los alardes. Cortó una oreja a cada uno de sus oponentes gracias a dos actuaciones medidas y en las que siempre intentó clavar al estribo y templar con la cabalgadura.

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