Crítica de Flamenco

La 'jondura' de Casares en un concierto de impacto

daniel casares

'Picassares'. Guitarra: Daniel Casares. Cante: Ismael de la Rosa 'Bolita', Kiko Peña y Manuel Peralta. Baile: Sergio Aranda. Violín: Nelson Doblas. Bajo: Néstor Urquía. Percusión: Miguel 'Nene'. Cantante invitada: Dulce Pontes. Fecha: domingo 10 de julio. Lugar: Gran Teatro. Más de media entrada.

Se trata del sexto trabajo discográfico del guitarrista Daniel Casares, estrenado el otoño pasado para homenajear a Pablo Picasso. Picassares es un retorno a sus principios flamencos, con inclusión de temas auxiliado por insignes como Dulce Pontes, Miguel Poveda y otros. Vino a presentarlo dentro del Festival de la Guitarra el pasado domingo en el Gran Teatro. Un concierto con su sonanta, bien respaldado por un grupo donde no faltaron otros instrumentos musicales de nivel y competentes cantaores y bailaor, además de la mediática invitada portuguesa, que aportó su inconfundible canto, también en honor del pintor malagueño.

Su programa dio el juego que era de esperar, pues este esteponero se crió al socaire del flamenco, sin prescindir nunca de él, aunque no dude declarar que le interesan otras muchas músicas del mundo, y si puede las interpreta, decantándose entre ellas y preferentemente por el jazz. Lo inició con una templada malagueña cortita aunque intensa, continuando por fandangos huelvanos y con una fantasía, así como por alegrías, garrotín, tangos y también a base de bulerías de Jerez. Casares fue largo y locuaz aportando sentimientos jondos y con sus dedos haciendo disfrutar al respetable con múltiples rasgueos y arpegios, depurados picados y con un pulgar de infarto, todo a un vertiginoso ritmo sincopado. Se detectó la cuidada ejecución artística de un celoso observador de rigor que no quedará satisfecho si no logra transmitir. Siempre dejando el sello que le aportan su talento y originalidad, quedando identificado como un virtuoso de poder.

Daniel Casares lo confiesa: "Yo no trabajo para conseguir metas, sólo quiero defender bien lo que hago". Y así, aquí en Córdoba, gustando y gustándose, se deslizó con ambición por su repertorio, en el que tuvo su lugar de relumbre también lo compartido con los músicos más eclécticos y a su vez flamencos que le acompañaban, incluyendo a Dulce Pontes, que puso dulzor y fragor con su voz a los hermosos París y el Adagio de Aranjuez del maestro Rodrigo. Un aporte que se sumó a la decantación musical que hemos disfrutado estos días, ya que todos en sus exposiciones artísticas se han manifestado entusiastas seguidores del genio De Lucía.

La guitarra flamenca viene aportando mucho desde hace ya más de medio siglo, y lo que le queda que aportar, dada la pléyade de virtuosos que hay expandida a nivel global, afortunadamente sin parar de dar fruto imponiendo sus singulares sonidos. Con espectáculos como Picassares nunca dejarán de sorprendernos, como ocurrió con la rumba con la que se despidieron. Y el auditorio (no muy concurrido, por cierto), feliz, valorándolos con merecidas muestras de satisfacción.

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