Cultura

La abdicación del hombre libre

  • La editorial Cátedra publica en su colección Letras Populares una nueva traducción de 'Un mundo feliz' de Aldous Huxley, realizada por Jesús Isaías Gómez López, experto en el escritor

Año 632 de la Era Fordiana. Comunidad, identidad y estabilidad son los principios que presiden la vida en el Estado Mundial. La humanidad ha encontrado por fin la fórmula de la sociedad perfecta. Que "todo el mundo pertenece a todo el mundo" es una de las máximas hipnopédicas. Eugenesia, sexo, soma, destrucción de la Historia, control absoluto del Estado. Un mundo feliz de Aldous Huxley, una de las grandes distopías literarias del siglo XX, regresa a las librerías de la mano de la colección Letras Populares de la editorial Cátedra, con edición y traducción de Jesús Isaías Gómez López, doctor en Filología Inglesa por la Universidad de Granada.

Un proyecto que, según el experto, "es fruto de una honda utopía personal nacida del convencimiento de quien es consciente de encontrarse ante una de las mentes más intelectuales y visionarias del pasado siglo". Esta traducción "ofrece una nueva interpretación del texto original de Huxley". Gómez López ha intentado "reflejar el pensamiento del autor y el sentido que atribuye a una importante lista de términos fundamentales para la estructuración de la trama argumental y el desarrollo del mensaje distópico". Su investigación "no es sino fruto de la constante ilusión que proporciona volver a reinterpretar el pensamiento, las imágenes y las ideas que desfilan, sin tregua, por una de las fábulas más visionarias y futuristas del pasado siglo, muy vigente en nuestro tiempo y, a buen seguro, durante un buen trecho del futuro".

Huxley advierte en 1946 en un prólogo a su novela (cuyo título original es Brave New World) de que ésta gira en torno al modo en que un uso erróneo de los avances científicos puede afectar a la humanidad. "Un abuso de la fisiología y la psicología para lograr la comunidad, la identidad y la estabilidad puede poner en serio peligro la libertad del ser humano. En este sentido, Huxley retrata a un ser humano condicionado para adecuarse a las necesidades de la sociedad, del Estado, del sistema; pero no al revés", indica el especialista, que constata que de los tres principios del Estado Mundial, la estabilidad es el que más se cita: "Es como si englobara los dos que lo preceden. La trama de la novela nos muestra que para desarrollar la estabilidad hay que producir muchos individuos genéticamente idénticos, como los gemelos de las castas inferiores, y aquí, por tanto, entra la noción de identidad; pero al mismo tiempo, la estabilidad sólo puede darse cuando la persona renuncia a su carácter individual, porque desconoce dicha opción, y asume así formar parte únicamente de la masa, del ser colectivo, al abrigo de la comunidad". Pero toda esta estabilidad social "hay que pagarla con la renuncia a ser libres, con la rendición, sin paliativos, a un todopoderoso Estado global y, sobre todo, con la abdicación del hombre libre a favor de un hombre consumido y de consumo".

En todo catálogo de la narrativa de ciencia ficción distópica Un mundo feliz aparece junto a 1984 como los dos títulos más representativos y célebres del género. "El enfoque distópico de ambas novelas -indica Gómez López, que también ha traducido para Cátedra la poesía completa de Huxley- viene caracterizado por dos formas narrativas bien definidas y diferenciadas: de un lado, el ritmo sensorial, poético, de transiciones suaves producidas por abundantes seriaciones asindéticas, así como por la multiplicidad de voces y registros narrativos en Un mundo feliz; de otro, el ritmo pausado y en ocasiones encorsetado de la prosa de 1984, destinado a dotar de una gran preeminencia al apartado semántico. El vivaz y caleidoscópico ritmo de la prosa de Huxley favorece el desarrollo de las distintas alternativas psicológicas de los personajes centrales de la novela, mientras que la prosa formal y metódica de 1984 facilita la construcción del mensaje político, como parámetro esencial de esta obra. En este sentido, la novela de Huxley parece formar parte de un nuevo romanticismo; la de Orwell, en cambio, abre las puertas al nuevo realismo literario ya propuesto por la novela Nosotros, del ingeniero y periodista ruso Evgueni Ivánovich Zamiátin en 1922" y también publicada en la colección Letras Populares, dirigida por Javier Fernández y Ana Belén Ramos.

Títulos a los que habría que añadir Fahrenheit 451 de Ray Bradbury para completar el gran cuarteto de la ciencia ficción distópica, con los siguientes rasgos distintivos según el experto granadino: "Nosotros es una distopía del individuo; Un mundo feliz, una distopía filosófica; 1984, una distopía política; y Fahrenheit 451, una distopía social".

El traductor defiende que Huxley "es una de las mentes mas intelectivas del pasado siglo XX. A esto no contribuye únicamente su exquisita educación en las mejores instituciones británicas como la prestigiosa Eton School y su graduación en la Universidad de Oxford, sino su legado familiar". Y también "un hombre tremendamente espiritual". Murió el 22 de noviembre de 1963, cinco horas y media después del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy.

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