Cultura

"El arte me permite reflexionar y manipular mi propio contexto"

  • El creador cordobés afronta con entusiasmo una nueva etapa: durante un año desarrollará su proyecto artístico como residente en la Fundación Antonio Gala

Rafael Jiménez es cordobés, tiene 23 años y es artista plástico. Tras finalizar su licenciatura en Bellas Artes en Sevilla, hacerse con varios premios nacionales y participar en exposiciones en Córdoba, Sevilla, Gijón y Bilbao, este año enfrentará su labor artística en un contexto nuevo: entre las paredes de la Fundación para Jóvenes Creadores Antonio Gala, en la que ha sido becado para la promoción 2012/2013.

-¿Cuáles son las líneas que sigue su trabajo creativo?

-Trabajo mucho con el tiempo, en principio porque es una obsesión que tengo, soy alguien que está siempre mirando el reloj. Además me interesa mucho la Historia, la más reciente y la más remota. Me muevo entre un ayer y un antes de ayer bastante más lejano. Creo que hay mucho espacio donde mirar, que realmente no somos fruto de hace dos mil años como se suele decir, sino que somos fruto de otras cosas mucho más antiguas.

-¿Qué soportes suele emplear?

-Me considero multidisciplinar en ese sentido. Dibujo, pinto, hago instalación y escultura, performance... Depende de la idea que tenga del proyecto utilizo una técnica u otra, no porque las domine todas ni mucho menos, pero acorde a la idea recurro a los distintos medios en la medida de mis posibilidades. Últimamente me interesa la pintura experimental. Trabajo con plastilina, por ejemplo.

-A menudo el arte más experimental no es del todo comprendido. ¿Qué respuesta obtiene del público en sus proyectos?

-Con temas como el de la plastilina funciona bien, porque no deja de ser curioso. Con la performance sí que hay menos... no llegaría a decir "comprensión". Cuando se actúa de una manera natural, en la que no necesariamente se dan explicaciones, y se invita a la gente a participar, sí hay respuesta. No por parte de un público mayoritario, pero bueno.

-Vamos, que la performance no es para todos.

-Yo creo que al revés, es más para todo el mundo que otras cosas. Sobre todo para los andaluces. Los andaluces son muy performance aunque no lo sepan.

-Ha estudiado Bellas Artes en Sevilla, un ambiente academicista. ¿Dónde se gesta ese arte alejado de lo tradicional?

-En principio fuera de la facultad, aunque es verdad que, pese a que existe este rollo tan académico, desconectado totalmente de lo que es el mundo del arte de hoy en día, allí te encuentras a profesores-artistas que están en activo y te ayudan muchísimo. El resto lo tienes que buscar fuera y hacer cosas en colaboración con otros alumnos, no por iniciativa de los planes de estudio. Aunque parece que ahora se están renovando.

-¿Cuáles son sus referentes?

-Siempre artistas de a partir de los años 60, la ruptura gorda, del arte conceptual al actual.

-¿El otro arte está desfasado?

-No, porque se sigue practicando. Pero bueno, yo creo que hay que vivir acorde a tu tiempo.

-¿Para qué sirve el arte?

-Es una buena pregunta, porque antes se preguntaba qué es el arte y ahora se pregunta por la utilidad, que es más interesante. A mí, por lo menos, me sirve para reflexionar sobre mi tiempo, sobre lo que me pasa, sobre lo que me rodea. Es una forma de manipular mi propio contexto.

-Ha sido elegido para la próxima promoción de la Fundación Antonio Gala. ¿Le impone respeto?

-Por un lado sí. Hay cierto sentimiento de responsabilidad, porque me han seleccionado entre un montón de gente y, evidentemente, algo han visto en mí que creen que puedo desarrollar ahí. Por otro lado, simplemente voy a seguir trabajando en lo mío, con la ayuda y las posibilidades que allí te dan. Hay que responder, pero no tengo dudas.

-¿Cuál es el proyecto que va a desarrollar allí?

-Se llama Karst, que es la denominación científica del relieve, el paisaje dentro de las cuevas.

-Ha expuesto sus obras en diversas ocasiones. ¿Destacaría alguna en especial?

-Tengo especial cariño a la de Sevilla, Ayer-fue-hoy-será-mañana, un proyecto que se expuso después de casi dos años de trabajo. Tuvo su complejidad, porque supuso adaptar un método científico como el arqueológico, comprenderlo hasta poder apropiarme de él para crear una obra que perdiera interés científico y ganara interés artístico. No fue un proyecto fácil, tardé en desarrollarlo y cuando lo vi terminado y montado supuso una satisfacción.

-¿De dónde vino la idea de ese reto arqueológico?

-Surgió de una visita a la cueva de Nerja, donde vi cómo trabajaban los prehistoriadores. Lo que estaban haciendo allí, con unos medios ínfimos y unas complicaciones tremendas, tenía más valor reflexivo y de trabajo que muchas cosas que estaba viendo en el mundo artístico. Vi en ellos una especie de poder, el de escribir la historia para el resto del mundo, y eso me impactó.

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