firmado: mister j.

¡Atención, damas y caballeros!

  • 'Superman vs. Muhammad Ali', cómic publicado originalmente en el año 1978, supone el enfrentamiento entre el icono de una nación y la conciencia de raza

Para comprender el sentido y la importancia de Superman vs. Muhammad Ali, les propongo hacer un viajecito atrás en el tiempo hasta la primavera de 1978, fecha de edición del tebeo original. Aquellos de ustedes que estuvieran por allí, recordarán que la década tuvo un empacho de artes marciales y testosterona, y que también el boxeo gozó de un momento de gloria en el imaginario. Muhammad Ali era tan popular entonces como ahora pueda serlo Lady Gaga, y bastante más carismático; y lo pugilístico estaba en el ambiente. Dylan había compuesto Hurricane (1975) para protestar por el encarcelamiento de Rubin Hurricane Carter, y un filme discreto, pero emocionante, Rocky (1976), se había alzado recientemente con el Oscar a la mejor película. Puesto todo en perspectiva, Toro salvaje (1980) se revela como culmen artístico de determinados motivos presentes a lo largo de la década, y la batalla entre Superman y Ali es el reflejo de esto mismo en la cultura de usar y tirar, esa que ahora coleccionamos y que pronto estudiarán los historiadores.

Pero es que abre uno el tebeo de Neal Adams y Denny O'Neil y, en lugar de un combate a los puños, lo que hay es un montón de extraterrestres y naves espaciales. Y claro, la cosa tiene su puntito kitsch, aunque también su lógica. No olvidemos que 1977 había visto el estreno de Star Wars, y la naciente franquicia de George Lucas, epítome donde los haya del mercadeo y el frikismo, inauguró una absoluta saturación de conceptos, escenarios, personajes, elementos y argumentos de ciencia ficción. Lucas capitalizaba la resaca reciente de La fuga de Logan (1976) o de los episodios televisivos de El planeta de los simios (1974), y serviría de trampolín para éxitos generacionales del calibre de Galactica (1978-1980), y hasta para salto a la gran pantalla, en 1979, y total consolidación de ese hito cutre y delicioso que es Star Trek.

Hay más cuestiones de época en la batalla del siglo. Se enfrenta aquí el icono de una nación contra la conciencia de raza; Superman contra el Superman Negro, que era como había llamado Johny Wakelin a Ali en una delirante canción disco; o Mort Weisinger contra Julius Schwartz, para los más duchos en Superman. Y se derriba, a lo grueso, el estereotipo del negrito amable. Véase que la cosa comienza con Ali haciendo a Superman a un lado y erigiéndose en representante de la humanidad, continúa con el potro de Kentucky dándole de hostias al superhéroe, que sale del ring en camilla, y termina con la prueba definitiva de que los pieles oscuras son tan dignos de confianza como el que más: The Greatest descubre la identidad secreta de Superman, y, de este modo, un negro acaba con décadas de obsesivo temor, por parte de Clark Kent, a ser descubierto.

Ambos se dan la mano en la doble splash que cierra el tebeo, y la lectura ideológica no puede ser más clara; se apela al entendimiento, pero sobre todo a la tregua, y al olvido de agravios. "Somos los mejores", le dice Ali a Superman. Y quizá Superman, aunque sonríe, traga saliva. Tal como deja constancia la cubierta, al evento han asistido cientos de famosos, desde Jimmy Carter hasta Cher, pasando por Andy Warhol o los Beatles -que, por cierto, no están acreditados, seguramente por cosa de los derechos de imagen-. Son los testigos privilegiados de un momento irrepetible: Superman vs. Muhammad Ali, una instantánea de su época.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios