Liga Adelante

El plan se viene abajo (1-2)

  • Otro desastre de un Córdoba sin personalidad provoca la cuarta derrota consecutiva en casa ante un rival que durante una hora le sacó los colores. Mirar la tabla ya es un consuelo menor.

Cuatro derrotas consecutivas en casa es una serie como para dejar ya a un lado las excusas y hablar de la realidad de este Córdoba. Un equipo que ayer no pudo agarrarse a una decisión arbitral o a un golpe de infortunio para justificar el traspiés. Perdió porque el Lugo fue muchísimo mejor y, sobre todo, en la primera mitad le metió un meneo de aúpa, tal que provocó los pitos de El Arcángel. No llegó la sangre al río, aunque el repaso de un rival considerado menor, aunque sueñe con meterse en la pelea por el play off tras enlazar dos victorias, deja en muy mal lugar a los blanquiverdes. A la plantilla y al entrenador, por el orden que cada cual considere oportuno, sin dejar de mirar a los que de verdad toman las decisiones, que no se puede decir que hayan hecho precisamente bien su labor este año. Porque el CCF es un equipo mal estructurado en el origen al que los resultados nublaron la vista cuando en enero tuvo la oportunidad de solventar algunos de sus innumerables problemas. No lo hizo y ahora, ya en marzo y con la competición avistando el final en la lejanía, los lunares siguen siendo tan evidentes como para que cualquier rival aseado y bien trabajado le saque los colores (ahí no pueden entrar, por razones obvias, la Ponferradina y el Bilbao Athletic, los dos únicos que han caído ante los cordobesistas en la segunda vuelta). Entre otras cosas porque de un tiempo a esta parte Oltra ha perdido el rumbo, lo que provoca continuos bandazos, muchos de ellos incomprensibles, en alineaciones y sistemas, que no ayudan precisamente a la estabilidad de un grupo que también tiene su cuota de culpa. Porque sin personalidad, ideas ni actitud es difícil hacer bueno cualquier planteamiento, más si cabe cuando las lagunas de concentración en la estrategia dificultan tanto la tarea por la ventaja concedida al enemigo. Así llegó el 0-1 ayer, lo que sacó del partido a los locales y facilitó el juego de toque, en apoyo y al espacio de un bando gallego que dejó las vergüenzas de su rival al aire con el segundo tanto y sólo sufrió al final con el acoso con corazón y justito de cabeza de un Córdoba que sabe que el plan empieza a venirse abajo antes de tiempo. Y eso, con Carlos González y su gatillo fácil de fondo, no es la mejor noticia que puede recibir Oltra, aunque sus números y el jugo sacado a una plantilla tan corta que pese a todo sigue en los puestos nobles de la tabla, no inviten a pensar en ninguna decisión drástica. Al menos, no por el momento.

El Córdoba encaró el partido sabiendo lo que le valía para volver a la zona de ascenso directo. Y eso se tradujo en un arreón inicial del joven Abel Moreno. Pero poco más. Porque pronto el Lugo, con un triángulo en el corazón del campo con trabajo y calidad, empezó a tocar y tocar. Luego, el juego de espaldas de Caballero para descargar, los engaños de Jonathan Pereira y la velocidad de Iriome le permitían ver el área de cerca. Y pronto obtuvieron rédito con un córner blandito, al segundo palo, que volvió a machacar a los locales, que se empeñan semana tras semana en defender con la mirada acciones que necesitan de mucho más ímpetu. El 0-1 provocó primero el derrumbe moral de un equipo cogido con pinzas y luego un cortocircuito en el guión. Apenas una buena presión adelantada obligaba al recurrente juego directo local, lo que empezó a provocar un run rún en la grada que poco después se tradujo en los primeros pitos. El cúmulo de frustraciones acumuladas de un tiempo a esta parte ya eran inaguantables para los aficionados, que trataron de enchufar así a los suyos. No funcionó. Los blanquiverdes siguieron llegando siempre un segundo tarde ante unos lucenses que jugando sin balón y a los espacios hacían añicos cualquier intentona por equilibrar la faena.

Con todo, el Lugo atrás tiene muchos problemas. Y eso condujo a alguna llegada clara. Una vaselina de Pedro Ríos, un cabezazo de Raúl de Tomás, una arrancada de genio de Florin... Muy poco balance para un conjunto que tiene la mira puesta en lo máximo. Así, la impaciencia siguió apoderándose del respetable, que estalló poco después del 0-2, en una jugada de combinación en corto pegada a la cal que terminó con Caballero fusilando sin marca a Razak. Fue el mejor ejemplo de la clase de baile recibida por un Córdoba incapaz de contrarrestar todo ese juego en la medular a pesar de contar con igualdad de hombres. Oltra reaccionó sacando a calentar a Moha, López Silva y Xisco, pero terminó aceptando el baño al descanso sin modificar nada. Hay veces que agitarlo todo sobre la marcha es la mejor medicina, pero hay que querer. Y el valenciano prefirió meditar apoyado en el banquillo, con la mirada perdida, sin dar una indicación... Otra señal más de que no sabe muy bien por dónde hincarle el diente al problema.

Al final, tras el intermedio, su primera medida fue mandar al limbo el 3-5-2 y jugar con un 3-4-3 con Moha tirado a la banda. Marrón más que premio para el chaval en el día de su debut. Con todo, el Córdoba empezó a generar más, porque menos era casi imposible. Eso sí, todo a base de carácter de salida, aprovechando que el Lugo se fue metiendo atrás al ir perdiendo fuelle. De Tomás lo intentó con un libre directo antes de dejar su sitio a Xisco en medio de una gran pitada que pronto la disipó Florin con un disparo y, fundamentalmente, un golazo que con media hora por delante dio esperanzas para conseguir algún premio. Era el momento de más insistencia local, pero los gallegos optaron por defender con balón y con un par de combinaciones largas, con ese cambio de ritmo en los metros finales, metieron de nuevo el miedo en el cuerpo a un cuadro cordobesista que se guardó todo para el final. El partido ya pasó a jugarse todo en campo lucense, con los visitantes perdiendo tiempo a la más mínima oportunidad y los blanquiverdes acumulando posesiones sin ocasiones por falta de ideas. De hecho, los dos últimos remates fueron un cabezazo de Stankevicius y un derechazo de Deivid que se fueron muy arriba en sendas acciones a balón parado. Ni siquiera la opción de meter a Rodas de palomero resultó y el Córdoba acabó cediendo una nueva derrota en casa, la cuarta consecutiva y la quinta en las últimas seis citas, que dejan a Oltra tocado y a la plantilla sin saber muy bien qué hacer para que el plan no se venga abajo del todo. Porque ahora mismo, al menos la clasificación sirve de consuelo, menor pero consuelo al fin y al cabo.

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