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El volver a empezar de Carlos Caballero

  • Tras más de dos años, el madrileño volvió a ser titular con el Córdoba, aunque no pudo lucir en San Mamés.

Tras dos años de sufrimiento que nunca le han borrado la sonrisa de la cara, Carlos Caballero fue el sábado uno de los hombres más felices en la expedición del Córdoba a Bilbao. Y no sólo por la victoria, que también. El centrocampista volvió al once titular en San Mamés, una sensación que saboreó por última vez en la fase final de la etapa de Pablo Villa como entrenador y, si bien no pudo lucir ante el Bilbao Athletic las virtudes de su juego, sí al menos se sintió "bien" durante los 86 minutos que estuvo sobre el verde. De momento, con las bajas de Markovic y Víctor Pérez, todo hace indicar que tendrá la necesaria continuidad.

Hasta el sábado, la última vez que Caballero había posado en la foto protocolaria del inicio con la camiseta blanquiverde fue el 25 de enero de 2014. Fue ante el Deportivo (0-1), en la penúltima cita de Villa con el cordobesismo, pues tras empatar en Vitoria y caer de nuevo con el entonces líder Eibar (0-2), fue destituido. Con minutos ante el Alavés y en la visita a Soria, con Luis Carrión haciendo la transición para la llegada de Albert Ferrer, fue en el debut del preparador catalán ante el Jaén cuando cayó lesionado de gravedad: una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda con el que comenzaron dos años de auténtico calvario para el madrileño.

Tras una larga recuperación, ocho meses después Carlitos volvió a sentirse futbolista, aunque de manera efímera. Miroslav Djukic le dio apenas 5 minutos en Primera -en Elche y ante el Villarreal en El Arcángel-, algo que vale para poco más que el currículo. Porque el medio sólo quería jugar, y por ese aceptó irse en el mercado de invierno al Veria griego, encontrándose con el parón en el fútbol heleno que frenó aún más su progresión (apenas jugó siete partidos). Sólo quedaba esperar al verano para empezar de cero en el Córdoba, con el que tiene contrato hasta el 30 de junio de 2018.

Desde el primer momento, Oltra siempre alabó sus cualidades, pero no le otorgó un papel principal de salida. Eso sí, el valenciano lo utilizó en tres de las primeras cuatro jornadas, hasta que la LFP invalidó la ficha del jugador por un error en el proceso de inscripción ante la falta del tránsfer internacional por su paso por Grecia. Así, Caballero estuvo desde mediados de septiembre hasta el 4 de enero entrenando sabiendo que no podía ser convocado, un mal trago que con su reingreso pleno en la plantilla no cambió mucho.

Porque hasta la visita a San Mamés, y en parte forzado por las bajas, Oltra apenas le dio minutos ante el Valladolid y el Leganés. Pero en Bilbao, por fin Carlos Caballero pudo completar su reintegración plena viéndose en el once titular. Actuó como enganche entre la medular y los dos puntas, formando el vértice superior de un triángulo con Luso y Eddy, aunque no pudo lucir todo su fútbol, en parte porque fue el filial bilbaíno el que acumuló mayor posesión.

Con todo, el madrileño se sintió "bien porque llevaba tiempo sin competir tantos minutos y las piernas me han respondido perfectamente". Eso sí, quiso aclarar que "el ritmo de competición se coge jugando partidos, no te lo da el entrenar, pero ha sido un partido físicamente que ha exigido mucho y me he encontrado bastante bien. Estoy muy contento por ayudar al equipo", señaló el centrocampista, al que le estando "en el verde" le da "igual" cuáles sean sus compañeros y cuál el sistema utilizado.

Mirando al equipo, y reconociendo que la serie negativa "creaba en el entorno dudas, viendo algo más lejanos los puestos de ascenso directo", Caballero apuesta por el Córdoba en la carrera por el ascenso porque "queda todavía muchísimo y sabemos cómo es la Segunda División de igualada, que con dos victorias estás arriba y dos sin ganar te hacen plantearte todo. Nosotros tenemos que estar aislados de todo esto y confiar plenamente en nuestro trabajo, porque conocemos plenamente la categoría y la receta es ser lo más regulares posible, pero todo se ve diferente desde una victoria". Un triunfo que no fue uno más para el bueno de Carlos, que en San Mamés pudo por fin lucir desde el minuto 1 esa sonrisa imperecedera que siempre alumbra su rostro.

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