El otro partido

Un cobarde no conquista mujer bonita

  • El cordobesismo recibe un nuevo mazazo en casa para colmar la paciencia de una afición que pitó al final al equipo El mal tiempo mermó la entrada en la grada

La Segunda División se encamina hacia su tramo más decisivo y ya cada partido tiene un valor especial. Más aún si enfrente se encuentra un rival directo como Osasuna, que además cuenta con un cartel de clásico del fútbol español. Ya cada jornada cuenta y mucho y no es tiempo de amedrentarse. Poco importa que ya el campo propio no se domine como antes y que las derrotas hayan llegado de manera seguida, o que la tranquilidad haya que recobrarla a domicilio, algo que históricamente al Córdoba nunca se le dio bien. Hay que aprender a convivir con las dudas y la incertidumbre porque así andan los 22 equipos de la categoría. Que le pregunten sino al líder Alavés, que hoy puede perder tal condición si cae en el campo del Leganés. En esta categoría nadie está exento de sufrir y el cordobesismo tiene que acostumbrase a ello. De hecho hace tiempo que en la grada se observa ese aprendizaje. Ya los nervios no afloran al primer contratiempo y al equipo se le anima hasta el final. Eso sí, cuando el equipo muestra síntomas de indolencia y vuelve a ceder el partido en los minutos finales, la impotencia rebosa y los pitos aparecen.

 

Ayer visitaba El Arcángel un histórico del fútbol español, razón de más para vencer al frío y el horario un tanto desagradable para bajar al estadio. El club tomó nota de la necesidad de caminar juntos y repitió la fórmula de rebajar el precio de las entradas. Eso sí, no fue el día más propicio y al final el aspecto del estadio fue el de casi siempre, los abonados y pocos más... porque la tarde invitaba a todo menos a acudir al fútbol. Los fieles que peregrinan hasta El Arcángel cada 15 días pase lo que pase, llueva o truene en invierno y suba lo que sube la temperatura en los meses más cálidos fueron los que no fallaron. También hubo presencia en la grada de aficionados osasunistas. La mayoría de ellos -cerca de un centenar colocados en Tribuna- se cruzaron medio país desde Pamplona para acompañar a su equipo, aunque también hubo algún que otro infiltrado cordobés, que tras 17 años de ausencia de su equipo pudo por fin ver a los rojillos sobre el césped de El Arcángel.

 

En aquella última visita, el por entonces canterano cordobesista Andrés Armada terminó siendo el héroe al marcar el gol que dio la victoria al Córdoba. Eso sí, al final de la temporada fue Osasuna el que terminó celebrando el ascenso a la Primera División, mientras el Córdoba tuvo que conformarse con la permanencia. Todo lo contrario que ayer, porque los navarros asestaron un golpe del que será difícil levantarse.

 

La grada tuvo paciencia y esperó voluntariosa a que en alguna acción aislada se desbloqueara un mal partido de los blanquiverdes. Ya en el tramo final comenzó a desesperarse por la inoperancia en ataque de sus hombres y la gota que colmó el vaso de la paciencia de la parroquia cordobesista fue el gol de Berenguer, que hizo volar tres puntos más de El Arcángel. Al final del choque las caras eran de desilusión, de tirar la toalla, quizás antes de tiempo porque la competición todavía es larga y si algo demostró el Córdoba en su pasado más reciente es que el futuro es incierto a más no poder. De nuevo habrá que levantarse tras otro golpe y toca hacerlo lejos de El Arcángel, tan profanado en las últimas fechas. Queda claro que para bien o para mal las semanas que quedan de competición no son aptas para cardíacos y que habrá que mantener la valentía hasta el final. Y es que como cantó la comparsa de Antonio Martínez Ares -Los Cobardes- en el recién terminado Carnaval de Cádiz Un hombre cobarde no conquista a una mujer bonita. En la grada el mensaje se captó hace tiempo. Ahora sólo falta que llegue de lleno al vestuario y el equipo reaccione.

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