Elche - Córdona · la crónica

Este es el ADN del líder (2-1)

  • Condenado por cinco minutos negros en los que encajó los dos goles y se quedó en inferioridad, el Córdoba rompe su racha dando la cara hasta el final. El primer puesto, pendiente del Alavés.

Hay muchas maneras de caer. Y el Córdoba, ese equipo que ha recuperado el orgullo en su camino hacia la élite después de ir derramándolo cuando hace bien poco estuvo cerca de las estrellas, eligió ayer en Elche la más loable. Aunque bien es cierto que entró al partido algo despistado y al filo del cuarto del hora ya estaba con dos goles en contra y un hombre menos sobre el verde, a partir de ahí el conjunto blanquiverde se encargó de poner argumentos para que nadie pudiera reprocharle nada. Entrega, casta, coraje, pundonor... y hasta gotas de calidad para meter miedo al enemigo hasta el último suspiro, aún con nueve ya en el campo. Elementos que esta vez no fueron suficientes para rescatar punto alguno, pero que dejan buen poso para lo que resta de un torneo que se para este fin de semana y, de momento y a la espera de lo que haga el Alavés hoy en Ponferrada, tiene como líder al inquilino de El Arcángel.

Oltra ya había avisado en la previa que su mayor temor estaba en que los suyos optaran por tomarse la empanada en pleno partido. Y casi lo clava, porque la puesta en escena no fue la mejor, ni mucho menos. El balón quemaba y estaba la mayor parte del tiempo en los pies de un cuadro ilicitano con ganas de reivindicarse ante el patrón de la competición. Con Espinosa moviéndose entre líneas y Álex Moreno haciendo una autopista de su costado, el Córdoba empezó a sufrir y pronto se percató de que alargar la racha de cinco jornadas sin caer o sumar una cuarta victoria seguida costaría de lo lindo. Más si cabe cuando Sergio León apareció para matar a sus paisanos con su inusitada rabia goleadora. Primero avisó con un latigazo arriba tras una rápida combinación ofensiva y luego hizo bueno el claro penalti cometido por Deivid para frenar la carrera maradoniana de Álex Moreno. Ahí empezó a descoserse un partido que pareció roto acto seguido cuando el palmeño agrandó la herida con su décima diana del curso -ya es el pichichi- mientras el cuadro cordobesista pensaba cómo arreglar el problema creado en la retaguardia. 

La solución fue dar entrada a Bijimine y dejar solo a Florin en ataque, llevando al banco a un De Tomás que poco antes había probado a Javi Jiménez con un latigazo desde la frontal. ¿Paso conservador? Quizás en otro equipo, pero nunca cuando en el campo está el rumano, que se encargó él solito de dar vida al Córdoba con un golazo mezcla de orgullo, raza y calidad. Había partido, con el horizonte negro tornando a gris. Era cuestión de tirar de paciencia y saber que tocaría correr más de lo habitual... o tener más el balón. El equipo intentó de inicio lo segundo y lo consiguió más de una vez, si bien sólo conseguía ver de cerca al meta franjiverde en las numerosas jugadas a pelota parada regaladas por el nefasto colegiado. Pero, claro está, esa inferioridad se nota sobremanera cuando uno se envalentona y quiere irse hacia arriba más de lo aconsejado. Huecos que a punto estuvo de aprovechar de nuevo Sergio León, aunque en esta ocasión la rápida salida abajo de Razak salvó del entuerto en el que se había metido Rafa Gálvez con una absurda pérdida. 

El partido entró entonces en una fase de locura de la que siempre parecía salir favorecido el Córdoba. Con muy poco que perder ya, los blanquiverdes siguieron trabajando la tierra por si aparecía un tesoro que casi encuentra Nando al paso por el 40', pero el valenciano, que había comido bien la tostada a un Cifu aún frío tras relevar al castigado Armando, remató al poste el buen envío de Florin desde el costado. Estaba ahí la igualada, que no llegó. Pero el miedo ya había entrado de lleno en el cuerpo del plantel ilicitano, que recibió como agua de mayo el intermedio para ajustar conceptos ante el nuevo decorado tomado por el encuentro. Ni que decir que Oltra y los suyos hicieron lo mismo, aunque con unos ingredientes totalmente diferentes. 

Con todo, el choque se reanudó con un nuevo despiste defensivo que solventó bien Razak, evidenciando que la intensidad atrás, por momentos, no era la adecuada. Con la obligación de mirar hacia arriba con mayor asiduidad, los espacios atrás eran mayores. Pero el Elche lo dejó todo en los pies de Álex Moreno y su superioridad física con Stankevicius, al que volvió literalmente loco. De hecho, tanto Bijimine como especialmente Rafa Gálvez tuvieron que salir de su zona para cortar in extremis un par de cabalgadas para evitar que el zurdo hiciera más daño aún. Eran minutos en los que el cansancio empezaba a hacer mella en los visitantes, lo que Oltra quiso minimizar dando entrada a Pedro Ríos. Hombre por hombre y todos a seguir corriendo, a seguir muriendo por un escudo en busca de un punto de honor ante un rival que cada vez se resguardaba más, consciente de que las fases de locura no le convenían lo más mínimo al tener el partido ya en su mano. 

Con el cuarto de hora final apareciendo en el crono y siempre que Arcediano Monescillo lo permitía, el partido se animó mucho más por el último arreón blanquiverde. Fidel, demasiado abusón su vuelva a la que fue su casa, lo intentó con una acción individual que ofrecía otras alternativas quizás mejores, pero fue Razak el que tuvo que vestirse de héroe para frenar dos contras vertiginosas de Cifu y Sergio León haciendo casi de libre. Era la hora del todo o nada, y Oltra jugó a valiente dejando tres atrás para dar entrada a Pineda, cuya aparición fue fugaz pues vio la roja al filo del 90'. Pero aún con nueve, el Córdoba consiguió tener alguna llegada y provocar los pitos del Martínez Valero, que se temieron lo peor con un par de faltas de Fidel que ningún compañero pudo hacer buenas. Hubiera sido un puntazo, pero todo quedó en una lección de orgullo y honor de un equipo que mostró su ADN de líder, la posición que espera mantener al término de esta jornada, en la que sí o sí acabará en zona de ascenso.

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