Alegrías, las justas; concentración, la máxima. La exigencia que hay marcada en el vestuario del Córdoba no permite licencias ni cuando la clasificación da un alegrón. Ni con el liderato amarrado, una plaza en ascenso directo en el parón, una ventaja con los perseguidores cada vez más amplia y una serie de tres victorias consecutivas hay lugar para la relajación. Y eso es precisamente lo mejor. Porque esa ambición por conseguir algo grande es lo que entusiasma a un cordobesismo que saborea una situación nunca vista y ya sueña con regresar a la élite. Pero con calma, siguiendo la línea del "trabajo y la humildad, y queriendo siempre un poquito más", como se encargó de recordar nada más concluir el partido ante la Llagostera Xisco. Y ese siguiente paso toca darlo este mismo viernes en el Martínez Valero de Elche, donde el grupo se ha conjurado para hacer "un esfuerzo más" antes de coger unas merecidas vacaciones de Navidad en las que hoy nadie piensa. Porque queda faena por hacer.

Eso sí, de momento, el fin de semana no ha podido ser mejor para los intereses blanquiverdes. A la trabajada victoria sobre la Llagostera, que coincidió con el empate del Alavés en casa, se unieron ayer los tropiezos también como locales del Zaragoza y Osasuna, lo que permite al Córdoba abrir brecha en la cima de la tabla. Ahora son ya cinco los puntos que los de Oltra sacan al tercero, un Oviedo que remontó en Anduva, una ventaja más que suficiente para asegurarse terminar el año en puestos de ascenso directo. Además, y lo que para muchos es más importante aún, el séptimo queda a siete, tres partidos, todo un mundo en una competición marcada por el signo de la igualdad como la actual.

El conjunto cordobesista aprovechó las bondades del calendario para empezar a marcar distancias con su tercera victoria consecutiva, una serie que ya había conseguido entre las jornadas 7 y 9 -Bilbao Athletic (1-0), Lugo (1-2) y Numancia (3-2)- y que en lo que va de Liga sólo han sido capaces de calcar el Zaragoza, el Leganés -la tiene abierta al igual que el Córdoba- y el Alavés, que el sábado dejó en cuatro la mejor marca del curso. Un registro que el vestuario cordobesista quiere igualar en Elche para, de paso, dejar tocado a un rival que desea reengancharse.

"Nos queda un esfuerzo más antes de Navidad", acertó a decir Víctor Pérez aún con el dulce sabor del triunfo ante la Llagostera. El pivote, que va "ganando confianza" con la acumulación de partidos, empieza a sentirse un hombre importante en el engranaje de Oltra, hasta el punto de que suyo fue el gol que cerró la victoria ante el cuadro gerundense. "Prefiero no mirar distancias en la tabla", insistió con ese mensaje de cautela que impera en la caseta y que pasa por "disfrutar poco" de las alegrías y poner pronto el foco en la siguiente parada de un campeonato en el que el Córdoba aún no ha hecho "ni el 50 por ciento del camino ni de los puntos", como ya se encargó de recordar el propio técnico en la rueda de prensa postpartido.

En idéntica línea de exigencia se mostró Xisco, consciente de que "de la Navidad no podemos hablar todavía porque nos queda el partido de Elche; en eso hay que tener la mente puesta, no en las vacaciones". Porque en el vestuario son conscientes de que es "un partido complicado" ante "un equipo muy competitivo, con jugadores con mucha experiencia en Segunda". "No podemos ir allí pensando que somos líderes y que somos los mejores, y que vamos a ganar con facilidad. Queremos irnos lo mejor posible, pero con tranquilidad", finalizó el capitán, que quiso insistir en que "no hemos hecho nada, aunque esté muy bien lo que hemos conseguido hasta ahora. Nos queda un largo camino todavía por delante y no hay nada decidido ni mucho menos. Hay que seguir sin volverse locos, porque el palo sería muy grande si pasamos a confundirnos, relajarnos o caer en el conformismo. Hay que seguir la línea que estamos llevando desde el trabajo y la humildad, queriendo siempre un poquito más".