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Distinción en el parecido (2-1)

  • El CCF recupera el liderato en solitario con una trabajada victoria que encarriló en 30 minutos más que notables. Las lesiones cambiaron la cara a un equipo que acabó atrás sin sufrir mucho.

El duelo de aspirantes al ascenso se quedó en casa. Al Córdoba le bastó con sacar lo mejor de su repertorio, ese que poco a poco y sobre todo en El Arcángel empieza a lucir, durante la primera media hora para noquear a un Oviedo que demostró tener buenas hechuras, pero al que le faltó lo que precisamente le sobra a los blanquiverdes: pegada. El cuadro local asestó dos golpes directos a la mandíbula a su oponente en sus dos primeras llegadas para rubricar un arranque de partido más que notable, con pausa y control, tanto con posesión como sin ella. Sin embargo, las lesiones que le sobrevinieron en apenas un cuarto de hora en la línea defensiva y que minimizaron el margen de maniobra de Oltra cuando el partido se puso para otra cosa, se notaron en una pérdida de confianza que terminó por dar alas a los ovetenses. Primero con el tanto de Toché y luego en una segunda mitad de claro dominio visitante, aunque a decir verdad siempre lejos de la meta de un Razak que el mayor susto que se llevó se lo provocó él mismo ya en el alargue, con una salida en falso que puso de los nervios a una afición que vuelve a presumir de que los suyos son los que mandan en la tabla.

Convencido de que más allá de los últimos resultados -dos puntos de los últimos nueve- el equipo estaba creciendo, Oltra dio continuidad al once, con el único y obligado relevo del joven Abel Moreno por el lesionado Domingo Cisma. Y como si fuera la continuidad de aquella notable primera parte con el Huesca de dos semanas antes, el Córdoba salió con ganas de dominar. Le importó poco la presión, alta, que el Oviedo trató de hacer para obligar a jugar en largo a los zagueros locales. La presencia de Víctor Pérez en el medio, ofreciéndose siempre al compañero para evitar la rifa de la pelota, era el signo de distinción. Pausa, control, pase... y velocidad a partir de tres cuartos de campo. Para que todo eso fluyera de manera más fácil sólo hizo falta la fortuna otras veces esquiva que permitió que una acción individual de Fidel terminara en gol, en la que era la primera llegada del partido. Mejor no podía empezar la faena, sobre todo para espantar de un plumazo los fantasmas que el mal de altura había traído de un tiempo a esta parte.

Con ese viento de cola que suele traer el marcador a favor, el Córdoba decidió esta vez seguir mirando hacia la portería contraria. Era demasiado pronto para contemporizar, más si cabe cuando la superioridad era tan evidente. El Oviedo sólo amenazaba por la derecha, aprovechando los huecos que las caídas al centro de un incisivo Susaeta dejaban para Johannesson. Pero ese control que el balón otorgaba a los blanquiverdes también se manifestaba cuando la posesión era del rival. Ni un problema, ni un agobio. El partido estaba para matarlo, porque la suficiencia que los de Oltra mostraban en esos instantes sobre su oponente era más que manifiesta. Sólo faltaba hacer más daño cerca del portal de Esteban, algo que al paso por el cuarto de hora se encargó de hacer Nando tras un pase genial al hueco de Xisco. Quizás estaba metido en fuera de juego, pero el sin ojo de halcón...

Con el marcador tan claro y, sobre todo, esa evidente sensación de superioridad ante un candidato a estar en la misma pelea, el Córdoba estaba comodísimo. Tocaba y tocaba haciendo correr a sus adversarios, arriesgando incluso pases en campo propio que hace sólo unas semanas parecía imposible ver. Sin embargo, pronto empezaron a complicarse las cosas. Stankevicius se echó la mano al muslo y pidió el cambio tras un par de acometidas lanzadas por Koné y Susaeta sin mayor peligro. Dalmau a escena para no modificar lo que estaba funcionando. Sin embargo, ya fuera por ese contratiempo o por el paso al frente de los asturianos, el partido empezó a cambiar. No de inicio porque con las líneas muy juntitas el peligro no asomaba a los dominios de Razak, pero si con el paso de los minutos. Y sobre todo cuando una colada por la derecha terminó en el tanto de Toché -marcó con la mano claramente, pero tampoco lo vio el trío arbitral- que, además, trajo también la lesión de Héctor Rodas. Por cierto, detalle de veterano del valenciano que al sentirse lesionado para más de una semana provocó la quinta para cumplir ciclo.

Con dos cambios ya gastados antes del descanso, Oltra se quedó sin balas para tratar de variar desde fuera lo que quedaba de partido, que era mucho y de distinto pelaje a lo ya visto. Porque el Oviedo salió de la caseta con otras intenciones, de dominar y mandar más, de jugar en campo contrario y apretar para buscar la igualada. Y lo consiguió. Queda la duda de si con la ayuda del Córdoba o no, dada la consabida tendencia a replegar metros y jugar a la contra que el equipo ha venido mostrando desde tiempo atrás. La cosa ya estaba más fea, tanto que no gustaba un pelo a una afición que trató de tirar de los suyos. No fue posible. El juego interior de Susaeta buscaba las continuas internadas de los laterales, que pusieron mil y un centros que no encontraron la complicidad del remate. Sin embargo, aunque el problema era más que palpable, Sergio Egea prescindió de Koné y pasó a jugar con un solo punta. Más facilidades para una zaga en la que sobresalió un imponente Rafa Gálvez, atento al corte y superior en el juego aéreo.

Los problemas sólo llegaban por fuera, pero todo parecía bajo control cuando Víctor Pérez también se echó al suelo. El manchego forzó unos minutos para perder algo más de tiempo y romper el ritmo al cuadro carbayón, pero pronto dejó su sitio a Markovic. Más músculo al verde. Porque ya, con un cuarto de hora por jugar, era el momento de defender con uñas y dientes el botín conseguido... y sobreponerse al miedo escénico de los minutos finales. Porque ya no había fuerzas siquiera para tirar una contra y asustar, entre otras cosas porque el equipo estaba acostado casi en su área. Sin embargo, sólo un remate de Toché a la salida de una falta lateral y, sobre todo, una salida en falso de Razak ya en el tiempo de prolongación inquietaron a la parroquia local, que saborea de nuevo el liderato que le regala un equipo que mantiene ese punto de distinción entre la igualdad que presenta la categoría, un punto que de momento le vale para ser el mejor. Y que dure.

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