Por todos es sabido que los sistemas en el fútbol son siempre interpretables y que por sí solos dicen poco de cómo juega un equipo. El Córdoba de ayer es el mejor ejemplo de ello, pues con el mismo sistema que viene usando habitualmente Oltra, el 4-4-2, el equipo dio un giro en su imagen de 180 grados para anotarse además una victoria de prestigio en Zaragoza.

Tras naufragar hasta en tres partidos en el intento de ser protagonistas llevando la iniciativa, Oltra preparó el partido de La Romareda basando el trabajo de su equipo en el sacrificio, el orden y las rápidas transiciones en ataque. Así, el conjunto blanquiverde no tardó demasiado en adelantarse y pudo mantener su renta. Bastó con mejorar la presión en la salida del rival y mantener las líneas más juntas entre sí para que al equipo le cambiara la cara completamente.

¿Cosas a corregir? Todavía muchas, como la relajación defensiva por momentos o los balones a la espalda de los centrales, el auténtico lunar de este equipo y un problema de difícil solución. También haría bien el equipo en no perdonar tanto en ataque, pues ayer el duelo pudo sentenciarse mucho antes.

Pero lo cierto es que el equipo mejoró bastante y pudo ser protagonista... aunque fuera sin tanto balón y al contragolpe.