íÑIGO LÓPEZ. FUTBOLISTA DEL CÓRDOBA

"¿El mensaje? Tener paciencia y creer"

  • El riojano advierte que "no hay que obsesionarse con que el equipo no gana", pide saber estar para controlar la situación actual y recuerda que "hay que estar preparados para sufrir hasta el final"

A sus 32 años, cumple su cuarta temporada en la élite porque explotó tarde, gracias sobre todo al alcorconazo que "cambió la vida a toda la plantilla" de aquel equipo que entrenaba el exblanquiverde Anquela y apeó al Real Madrid de Pellegrini de la Copa del Rey tras un 4-0 en Santo Domingo. Íñigo López Montaña (Logroño, 23 de julio de 1982), hermano del también futbolista Jorge López -una Liga, una Uefa y una Supercopa de Europa con el Valencia-, es una de las 16 caras nuevas del Córdoba para su proyecto en Primera División, pero aún así apenas ha necesitado un par de meses para erigirse en uno de los líderes. Habla claro, pausado, sin pelos en la lengua, pero consciente de la dificultad que entraña conseguir el objetivo para un recién ascendido. Por eso pide "tener paciencia y creer" en el trabajo que está haciendo un Albert Ferrer que "no pinta nada" en situaciones como la del tramo final del partido en Getafe porque "ahí jugamos los jugadores". Además, recuerda que no hay que obsesionarse con la falta de triunfos, "que llegarán", y mentalizarse para "sufrir hasta el final" porque el objetivo, a su juicio, tiene que ser "llegar al último partido dependiendo de nosotros mismos" para conseguir la permanencia.

-Alégreme un poco la semana, porque tan mal no estamos.

-Hay que tener tranquilidad porque hay mucha gente nueva, no se ha ganado todavía y hay esa ansiedad, pero a pesar de todo hay que sacar lo positivo: no estamos descolgados y, si conseguimos la primera victoria ante el Málaga, asomamos la cabeza. Hay que estar tranquilos, mantener el optimismo y aprovechar el parón, como estamos haciendo, para seguir trabajando.

-Como bien dice, quizás haga falta ese triunfo que libere al equipo.

-Evidentemente hay que ganar para mantenerte porque los empates no te valen; hay que ganar, sumar de tres en tres, pero a pesar de todo que da mucho y el equipo no está descolgado ni mucho menos, y en cualquier momento se puede dar la vuelta a la situación. Ahí está el ejemplo del Espanyol, que ha sido un poco más práctico, ha sacado los dos partidos de casa y un empate fuera contra nosotros, y ahora está por encima de la mitad de la tabla. Todo puede cambiar rápido y sólo hay que seguir trabajando para conseguirlo.

-Porque si aquí hablamos de nervios, ¿cómo no estarán en Bilbao o San Sebastián, donde el objetivo es claramente mucho más ambicioso?

-Sí, es cierto, pero esto al final es una carrera de fondo que no se acaba en noviembre ni en diciembre; hay que ir poco a poco, sacar puntos y estar preparados para sufrir hasta el final. Estamos tres equipos con 4 puntos y varios más con 5, así que dentro de que las sensaciones no han sido tan positivas, más allá de los resultados, se está trabajando para revertir la situación y sacar esto adelante.

-Supongo que habrá ayudado esa charla con el director deportivo, Pedro Cordero, de principios de semana para calmar los ánimos.

-Somos hombres, profesionales, y cada uno tiene una responsabilidad. Hay que arrimar el hombro, apretar un poco más, ser autocrítico y que eso ayude y se traslade para el día del Málaga.

-¿En el vestuario entendéis ese runrún que pueda haber en torno a la marcha del equipo?

-Van siete jornadas y somos los únicos que no hemos ganado, pero tampoco notamos esa ansiedad por parte de la gente, sino más bien lo contrario, porque anima y está ilusionada, y con poco que hemos hecho se ha venido arriba. Si el equipo es capaz de mejorar un poquito, vamos a dar muchas alegrías.

-Habla de mejorar. ¿Está diagnosticado en qué hay que dar ese salto?

-En general, en todo. Hay que mejorar a nivel individual para que luego en el grupo se vea esa mejora. Cada uno tiene que hacer autocrítica y ver qué puede dar más, pero no hay que obsesionarse con que el equipo no gana. Hay que estar tranquilos, porque en cualquier momento llega esa victoria y las situaciones cambian.

-Usted es una de las 16 caras nuevas del vestuario para este curso, ¿cómo lleva su adaptación?

-Bien. Tengo una cierta experiencia y en ese sentido conocía a jugadores y la liga, y no he tenido problemas. Es verdad que ha habido poco tiempo de pretemporada porque el equipo terminó muy tarde y luego más de la mitad es gente nueva con diferentes edades y nacionalidades, y eso lleva un tiempo acoplarlo. El mensaje que hay que dar pasa por tener paciencia y creer, porque las cosas son largas y esto no empieza a funcionar en dos días; creo que nos vamos acoplando poco a poco y estamos viendo lo que se puede esperar de cada uno, pero ante todo tranquilidad.

-¿Y su relación con Ferrer?

-Buena. Es un entrenador más, con sus cosas, pero la tranquilidad es fundamental para que se vean los resultados. Está tratando que la gente coja los conceptos rápido, pero no es fácil, porque también muchos llegamos en agosto, apenas quince días antes de que empezara el campeonato. Hay que estar tranquilos, confiar en su idea y ayudarnos entre todos para salir adelante.

-Como muchos de los jugadores, también el técnico es debutante en la categoría. ¿Entiende que tras siete partidos ya se pueda cuestionar su trabajo?

-Es el día a día de un entrenador, algo que va implícito en su oficio, porque en el fútbol mandan los resultados. Yo he visto situaciones de entrenadores que estaban muy valorados, se les quería renovar y, tras perder tres partidos, ya no valían para nada. Yo creo que hay que mantener un equilibrio. La gente está con él, se ha conseguido el ascenso después de mucho tiempo y esto es una rueda en la que hoy estás abajo y tras ganar tres partidos eres el mejor del mundo. Hay que tener un poquito de cordura y saber estar para que cuando vengan los buenos momentos, que llegarán, que también se mantenga el equilibrio; y ahora que la situación es más complicada, tampoco hay que volverse locos.

-Usted al respecto no puede tener queja, pues es junto a Juan Carlos el único que lo ha jugado todo.

-He tenido esa suerte, también porque me han respetado las lesiones, y lo único que puedo hacer es aportar y seguir trabando, porque hoy estás jugando y mañana puedes estar fuera. Lo importante es sumar desde donde se esté, porque así se conseguirá el objetivo.

-Además, parece la prolongación de Ferrer en el campo, y fuera, pues suele coincidir bastante con él en su lectura de los partidos: falta de intensidad en Getafe, mala puesta en escena como mal habitual…

-No es porque lo dijera el míster, porque no lo había oído, sino porque veo que llevamos siete partidos y, salvo el día del Espanyol, el equipo ha salido un poquito a especular, a verlas venir y creo que es fundamental, sobre todo en casa con nuestra gente, que tomemos la iniciativa y salgamos a por los partidos. Se están corrigiendo cosas y el otro día, quitando entrenadores, quedando diez minutos y con ventaja en el marcador, tenemos que hacer autocrítica porque no puede ser que nos empaten e incluso nos pudieran ganar el partido. Eso es un ejemplo claro de que ahí el entrenador no pinta nada, que en esos diez minutos jugamos los jugadores, y en ese sentido se puede dar más. Todos tenemos nuestra culpa, tanto a nivel de club, cuerpo técnico y jugadores, de la situación y cada uno sabe lo que tiene que mejorar.

-Antes se refirió a la transformación reciente del Espanyol, que es hacia lo que está virando el CCF ahora, con un estilo más conservador y pragmático.

-Creo que no está discutido ir a por los partidos con que no te metan goles. No hay que cambiar la manera de jugar, sino no cometer errores que en Primera cuestan caros. El día del Sevilla es un ejemplo, porque cometimos errores y por ahí se fue el partido. No está discutido ir a por el partido con dejar la portería a cero, pero sí es verdad que para un equipo como el Córdoba, la salvación pasa porque nos hagan pocos goles, porque somos un equipo nuevo en la categoría, no tenemos los recursos de otros equipos y es lógico que vamos a hacer menos goles que la mayoría de equipos. La salvación pasa por empezar la casa por la portería, la defensa y ser un bloque al que hagan poquitos goles.

-Usted disfrutó también del reencuentro del Granada con la élite tras 35 años. Imagino que verá parecido con lo que está viviendo ahora en Córdoba.

-Es cierto que es un caso similar porque recuerdo que la afición también estaba muy ilusionada, eran todo críticas positivas y la grada no se ponía nerviosa. También fue un año difícil de fichajes, porque al ser un equipo nuevo es difícil que buenos jugadores quieran venir. Fue un año con muchas cesiones, sobre todo del Benfica, como aquí, pero al final con paciencia y tranquilidad, el equipo empezó a cuajar y a lograr los objetivos. Lo importante es que siempre estuvo en la pelea, nunca estuvo descolgado y, al final, en la última jornada nos salvamos. Yo creo que aquí el objetivo es un poco ese; no podemos mirar más allá del partido a partido y estar siempre en la pomada, a tiro de salvarnos, y dependiendo de nosotros. Un poco la idea tiene que ser llegar al último partido dependiendo de nosotros mismos.

-Yo creo que la afición es consciente de eso y por eso en casa aprieta tanto.

-El partido del Celta, el del Almería y el de Getafe son partidos que tienes que ganar… o intentar ganar. A pesar de empatar, el equipo sufrió sobre todo ante el Celta. Tenemos que tratar de que nos marquen pocos goles porque nos va a costar. En el Granada tuvimos delanteros que no hicieron más de seis o siete goles y aún así nos salvamos. Pero es lo normal porque es muy difícil competir con los presupuestos y las plantillas de otros equipos que tienen más recursos.

-Con esa dificultad de la que habla, se echa en falta hacer más daño a balón parado.

-Al final, la estrategia tiene que dar partidos a un equipo como nosotros, de nuestra liga, y creo que llegará porque se está trabajando para ello. El otro día, Pantic hizo un gol que fue fuera de juego, pero estuvo ahí. Para salvarnos, ganaremos algún partido de estrategia y será importante.

-Ahí puede jugar también un buen papel, aunque no es de marcar muchos goles.

-Bueno, con el Alcorcón hice bastantes, con el Granada cuatro en Segunda y otros cuatro en Primera y en Vigo, la temporada pasada, uno más. No es nuestra misión, pero sí es importante en la estrategia hacer un par o tres al año, porque van a significar puntos. No es una obsesión ni lo que más se trabaja, pero al final sumando a los goles de los delanteros, que no se esperan muchos porque es complicado, pero que pueden ser entre todos quince o veinte, los que podamos marcar el resto del equipo, ojalá que sirvan para conseguir esos 40 puntos.

-Por cierto, tuvo una explosión tardía, ya con 27 años, y gracias entre otras cosas a aquel recordado alcorconazo al Real Madrid en la Copa del Rey.

-Aquello fue histórico y nos puso en el mapa a toda la plantilla; a partir de aquel 4-0 hubo un poco revolución. Yo siempre he defendido que lo importante es que te den la oportunidad y, como en otras tantas facetas de la vida, lo difícil es mantenerse. Nos cambió la vida y ahí seguimos al pie del cañón.

-Hasta entonces, usted era un jugador clásico de la Segunda B. ¿Le han servido esos años en el fútbol modesto para curtirse de verdad?

-Tampoco es que curta más, porque a medida que aumentas de categoría tienes que dar más, estar más concentrado, ser más competitivo, pero la diferencia al llegar más tarde es el hambre, que tienes la misma que la de un chaval de 18 o 19 años que llega a Primera y quiere comerse el mundo; eso ayuda. No es lo mismo tener 26 y llevar muchos años en Primera, porque que no lo valoras tanto. Esa hambre es el que me ha ayudado a mantenerme en la élite.

-Un apetito futbolístico que habrá recuperado más si cabe ahora tras su mala experiencia en Grecia.

-Por qué no decirlo, deportivamente esa etapa fue mala. No hubo una buena conexión entre el cuerpo técnico y yo, por culpa de ambos, y no fue una experiencia buena, pero me quedo con lo positivo, porque de todo se aprende. Luego tuve la oportunidad de ir a Vigo, donde nos ayudamos mutuamente y quedaron contentos, y se abrieron nuevas puertas, como las del Córdoba. Hay que quedarse con lo positivo y aprender de lo que se ha hecho mal.

-Bueno, por último, aunque a buen seguro de que no se parece en nada a lo que vivió en Grecia, la afición de El Arcángel también es caliente, aprieta de lo lindo.

-Es normal, porque la gente después de tanto tiempo tiene ganas de fútbol y ver equipos grandes; lo que tiene que hacer es disfrutar, que lo está haciendo, y eso que todavía tienen que pasar por aquí todos los grandes. En Grecia es muy diferente porque hay otra regulación, está menos evolucionado porque se permite de todo en el campo, es más peligroso y hay mucho más ambiente. Pero supongo que eso se prohibirá en el futuro, porque esto es un deporte y no una guerra entre aficiones.

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